CAPÍTULO 4

Julia apagó el móvil. Tienes hambre?

- Estoy hambrienta.

- Pararé en cuanto veo un lugar adecuado. - Diez minutos después aparcó el coche junto a una ladera. Juls estiraba las piernas mientras Mario colocaba la manta sobre el capó del coche, puso la cesta de picnic sobre la manta, y cogiendo el volandas a Juls la sentó encima del capo, sentándose él al otro lado, dejando la cesta en medio.

- A ver señorita, tenemos bocadillo vegetal de aguacate, tomate y queso de cabra, o bocadillo de tortilla de patatas con pimientos. - Juls sonrió divertida- Esa cara quiere decir que compartamos los bocatas? -preguntó él que estaba aprendiendo a conocer sus gestos. Ella asintió. Cortó los bocatas por la mitad, y se los ofreció.

- Creo recordar que tenías moscato por hay? - preguntó ella

- Marchando un moscato para la señorita. Aqui tienes tu moscato, y mi cerveza sin alcohol.

- Muy buenos los bocatas.

- Gracias, aunque no lo creas los he preparado yo.

- Te creo. - dijo sincera. - Qué son las Dunas de Vid?

- Un pueblito cerca de la costa, esta rodeado de dunas y vegetación, un gran lago, altos árboles, no hay más de 50 habitantes, un bar, una panadería y poco más.

- Y vas todos los domingos?

- Me encanta ir, ese lugar es especial para mi, ya lo verás.

- Supongo que te vendrá bien escapar a veces de la responsabilidad del hotel

- Para nada, dirigir el hotel es divertido, no puedo quejarme de mi trabajo, ese hotel lo construyó mi padre, fue su sueño, y a mi me apasiona mantener su sueño vivo.

- Admirabas mucho a tu padre.

- Era un hombre trabajador, que de la nada, construyó un mundo, para mi eso es admirable, era un hombre justo y bondadoso, me enseñó más cosas de las que yo creía, incluso a enamorar a una mujer. - Juls tragó saliva, enserio, quería enamorarla? Y lo más importante, quería ella enamorarse de él?

- Y tu madre?

- Mi madre es ... Mi madre. Hay que conocerla para entenderla. - dijo acabando la conversación. - Y tus padres?

- Murieron en un accidente de coche, cuando yo tenía 15 años, de hecho yo también iba en el coche, pero salí ilesa, me crié con mi abuela materna, falleció hace un año. Como ves, solo tengo a Noel, por eso me cuida tanto, estamos juntos desde el instituto, es más que un hermano para mi.

- Tuvo que ser dificil para ti, seguir sin tus padres.

- No creas, mi abuela era mucha abuela, ella estaba por los dos, gracias a ella, terminé mi carrera de Administración de empresas, gracias a ella soy la repostera apasionada de los dulces. Hablando de dulces, no me digas que hay dulces en esa cesta? - preguntó curiosa buscando dentro.- Brownies de chocolate!

- Vaya veo que he acertado con el postre! Tengo que confesarte que estos si que no los he hecho yo.

- No importa! Un postre es un postre. No comes?

- Por supuesto! A mi no hay chocolate que se me resista!

Tres horas después, llegaban a un pequeño pueblo, de estilo rústico y medieval. Mario aparcó el coche en frente de la iglesia, una diminuta hermita con un pequeño campanario, como era de esperar, Julia ya estaba con la cámara en mano, fotografiando el pueblo. Mario suspiró aliviado al pensar en lo pequeño que era el pueblo, sacó su mochila deportiva y una bolsa llena de libros. Cuando sé dió la vuelta Julia entraba en la hermita, a los cinco minutos salió.

- Tenemos dos opciones, coger una avioneta que nos lleve a la finca, o caminar una hora hasta allí. - le dijo él.

- Prefiero caminar, si no te importa.

- De acuerdo, iremos hacer la compra a la panadería, y dejaremos todo esto en la bahía, para que la avioneta nos lo lleva. Oye, qué problema tienes con los aviones? Te da miedo la altura?

- No, no me gustan los espacios pequeños y cerrados, avionetas, helicopteros, ascensores ...libros? Porque llevas libros? - él no contesto, solamente le dió un beso en la mejilla sonriendo.

Media hora después, caminaban por el bosque, Julia empezaba a arrepentirse de haber tenido que caminar, hacía un calor horroroso, gracias a que lo árboles les daban sombra todo el camino, aunque eso no le impidió pararse hacer fotos. Tomaron uno de los senderos que seguían hacia la derecha, diez minutos después ya se podía ver el lago, caminaron bordeando la bahia, hasta llegar a un pequeño embarcadero. Allí, encontraron las compras, y la mochila de Mario, quien se colgó la mochila al hombro, cogió la bolsa de las compras, y dejó que Julia solo cargara con los libros.

- Será mejor que avises a tu amigo argentino de que ya hemos llegado, cuando crucemos esa verja ya no habrá señal de móvil, ni wiffi. - Ella obedeció. Mientras que él abría la verja con una llave que sacó de su bolsillo.

- Todo esto es tuyo? - preguntó ella mientras caminaban por la orilla del borde del lago, Juls miraba embobada el paisaje, un paisaje salvaje, sin edificaciones, los arboles se reflejaban en el aquel lago verde azulado.

- No, esta finca es de mi abuelo, vive en aquella cabaña -dijo señalando a una casita de madera, de una sola planta, escoltada por dos impresioantes árboles, dos cerezos.

- Tu abuelo?

- Si, Luis Sanz, el padre de mi padre. Paso todos los domingos con él. - dijo en tono meláncolico.

- Qué edad tiene? - preguntó mientras seguían caminando

- 81 años, él sufre de alzheimer desde los 68 años, poco después de morir mi abuela se lo diagnosticaron, es como un niño grande, no te sorprendas por sus comentarios o actos, quizás incluso ni me reconozca, a veces no lo hace.

- No te preocupes, se me dan bien las personas mayores.- él se volvió hacia ella

- Hay algo que se te dé mal? - ella se encogió de hombros.- Escuha, sé que esta quizás no sea la primera cita que esperabas ...

- Hasta el momento esta siendo una primera cita perfecta - dijo ella besándolo en la mejilla.

Al llegar a la cabaña, un rudo hombre permanecía sentado en un banco de madera, junto a una mujer de unos cincuenta y cinco años, ella mantenía en la mano un libro de Henry Miller. Mario dejó las compras y la mochila en el suelo, la mujer levantó la mirada y los vió acercarse.

- Mira Luis, mira quien acaba de llegar. -dijo ella, haciendo que el hombre levantara la mirada. Mario se acercó a su abuelo, arrodillándose junto a él, Juls se colocó detrás de él, y le puso la mano encima del hombro, sabía que aquel era un momento delicado para él. El rudo hombro cogió la cara de Mario entre sus manos, sin dejar de mirarlo durante unos segundos, quizás intentando identificar aquella cara.

- Mario, sabes que llegas una hora tarde? - Mario sonrió

- Lo sé abuelo, hemos venido caminando desde las Dunas de Vid.

- Hemos? -dijo el hombre poniendose de pie, junto a su nieto.

- Hoy vengo acompañado abuelo, mira, ella es Julia, una amiga muy especial para mi.

- Julia, él es mi abuelo y ella es la doctora Angelica, quien cuida de este viejo gruñón. Julia, se acercó primero a saludar con dos besos a Angelica, acto seguido se acercó a viejo gruñón, él la cogió de las manos, y se las besó, ella se acercó y le dió un tímido beso en la mejilla. Mario sonrió de forma divertida.

- Mi abuelo es todo un caballero, Julia. - dijo viendo como su abuelo entrelazaba su brazo con el de Julia. - Angelica he traido las compras, los medicamentos y los libros

- Deja que los guarde todo dentro -dijo ella.

- Yo os ayudaré -dijo Julia

- Ni hablar!-dio el abuelo - Deja que trabajen ellos!

- Esta bien! Y nosotros que hacemos entonces? -le preguntó Julia sonriendo al abuelo.

- Vamos a coger un par de limones, tengo un licorcito guardado para ocasiones especiales - dijo agarrado del brazo de Julia, voltearon la cabaña, y justo detras había un limonero. Julia cogió dos limones. Aquel hombre era lo más tierno que había visto en la vida, le enterneció la imagen de Mario esperando que su abuelo lo reconociera. Mil pensamientos pasaban por su cabeza, y el primero de ellos, fue darse cuenta de que se había equivocado con Mario, realmente era un hombre desinteresado y famliar, no hacía alarde de su dinero, ni de su posición.

- Abuelo, nos vamos de pesca? -preguntó Mario alcanzandolos cuando regresaban a la cabaña.

- De pesca? Y la señorita? No podemos dejar sola a nuestra invitada.

- Iré con vosotros -dijo Julia

- Una dama como tu no puede ir de pesca, es cosa de hombres, señorita - dijo el abuelo, haciendo reir a Mario.

- Quien lo dice? - preguntó Julia - Mario?

- No, no, a mi no me metas, voy a preparar la lancha - dijo sabiendo que Juls se saldría con la suya

- Señor Luis, iré de pesca! -dijo en tono tajante.

- Ah!- exclamó - Eres como mi Maria, siempre metida en cosas de hombres! - quince minutos después llegaban al embarcadero. Mario ayudó a subir a su abuelo a la lancha, le tendió una mano a Juls para ayudarla a subir, quien se sentó junto al anciano, que ya estaba preparando la caña de pescar, bajo la atenta mirada de Mario.

- Qué miras? Arranca ya! - soltó el anciano, Mario condujo la lancha hasta el centro de la bahia, allí soltó el ancla, y enseñó a Juls a pescar, a ella le divertía la situación, Luis no dejaba de regañar a Mario.

- Este muchacho se ha olvidado de pescar, AH! La ciudad atonta a los jovenes.

- Es que yo soy muy torpe, Luis, será mejor que me siente, y les observe. - la chica sacó la cámara para fotos de la bahía. La escena de Mario pescando con su abuelo le pareció la mejor de las fotos, divertida les fotografió pescando y discutiendo. Dos horas después, regresaban a la cabaña, Mario reía como un enano junto a su abuelo, quien presumía de haber pescado un salmón, mientras que Mario volvía con la manos vacias. Al entrar en la casa, Juls se impresiono al ver lo humilde y acomodada que era, una cocina abierta con el salón, todo en madera rústica, la chimenea esta encendida y olía a limón y lavanda.

- Es la hora de su baño y su medicación, Luis - dijo Angelica.- Os quedaís a cenar verdad?

- Por supuesto, - dijo Mario divertido viendo como su abuelo se agarraba al brazo de Angelica, maldiciendo por tener que bañarse.

- Haré la cena en cuanto terminemos -dio Angelica.

- No te preoucpes, Angelica, ya cocino yo -dijo Julia, algo que no sorprendió a Mario.

A las órdenes de Julia, Mario le daba todo lo que le pedía, juntos preparaban una crema de verduras, el salmón al horno con patatas, y una tarta de manzana con canela. Impresionado Mario, por la rapidez con la que pensaba y actúaba Juls en la cocina, no dejaba de picotear.

- Será mejor que pongas la mesa, como sigas comiendo patatas no quedará ni una para la cena - le regañó Julia.

- Dios! Me encanta como cocinas! Nunca había visto una mujer tan sexy cocinando, me casaría contigo sólo por momentos como estos - soltó Mario sin mirar a Julia, puso la mesa y se sentó en el sofá que había junto a la chimenea, sirvió dos copas de vino, cuando Julia se sentaba a su lado, ella acepto la copa encanta.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo