IV
Dentro del avión que lo llevaba al país de las olimpiadas de invierno, Kei tuvo un sobresalto y despertó sudando. Todos dormían plácidamente. Inclinó su cabeza un poco para ver hacia el pasillo, y vio un brazo muy blanco, descolgado de una silla más adelante. Supo que era el de una mujer y le dio cierta curiosidad.
—¿Se encuentra bien, señor? Parece que está sudando —le preguntó un poco preocupada una auxiliar de vuelo, sorprendiéndolo y sacándolo de sus pensamientos.
—Estoy bien, no hay de qué preocuparse—. La hermosa y amable chica le sonrió y se alejó a dar otra ronda. Kei volvió a inclinar su cabeza hacia el pasillo, pero ya no vio nada. Sonrió para sí y volvió a tratar de dormir.
En Moscú, los competidores estaban listos para subir al avión que los llevaría a Canadá. A Jasha le sorprendió muchísimo que Stefano y Mila, compañeros de su delegación, fueran a hacer una presentación en pareja. Le contaba Mila que fue toda una tortura fortalecer los brazos del muchachito para que pudiera cargarla, tenía la fuerza pero no la resistencia. Stefano la acusó mil veces de gorda a pesar de ser ligera como una pluma. No tenían muchas expectativas de logran un podio, pero querían probarse, porque lo hacían muy bien.
Stefano, siempre tenía una expresión enojada, provocada, tal vez, por la continua comparación con Jasha. Nadie lo hacía con el afán de fastidiarlo, es más, siempre a pesar de sus escasos 19 años, le alababan su talento. A pesar de su temible mirada, su aspecto era encantador. Medía casi 1,70 cm, era muy delgado, de cabellos castaños claros y de ojos como la miel. Un muchachito muy bello.
Jasha les dijo a su vez, que la pareja japonesa era indudablemente lo mejor que había visto. Chistaron un tanto más de su relación con Kei, tomaron un poco más de café antes de subir al avión y por supuesto una última llamada a su amante para hacerle saber que estaba en camino, sin embargo, no hubo respuesta de Kei.
Recordó la conversación con su padre, que resultó ser un tanto perturbadora. Cada palabra que el buen hombre pronunciaba se estrellaba en sus recuerdos y en lo absurda de su explicación. Era el siglo XXI, historias como las que él le contaban estaba descontinuadas. Sin embargo, la angustia de su papá parecía muy real.
«Interrumpimos la transmisión regular para dar un aviso de último minuto: Un avión procedente de Japón con destino a Canadá, tuvo serios problemas en su aterrizaje, cuando una fuerte ventisca golpeó la parte derecha de la aeronave, haciendo que esta se volcara sobre su ala izquierda. El avión Air Japan N78 llevaba más de cien pasajeros entre ellos la delegación japonesa que participará en los olímpicos de Invierno de Canadá, que darán inicio…»
Jasha sentía que moría ante cada palabra que escuchaba en el TV de la sala de espera. Con el celular que temblaba en sus manos intentó inútilmente comunicarse con Kei por medio de mensajes. Stefano corrió inmediatamente al lado de Jasha y sin que tuviera que hablar mucho le preguntó por Kanzaki, como le llamaba.
—No me responde… —Fue todo lo que pronunció. Estaba a escasos 20 minutos de empezar el abordaje y una vez en el avión pasarían muchas horas esperando por una noticia. Decidió que tomaría otro vuelo en cuanto supiera de la suerte de Kei .
—Por favor, Jasha, piensa con tranquilidad. No saldrá otro vuelo el día de hoy, tomas este y llegas a Montreal para verlo —intervino Mila ante la angustia que estaba consumiendo a su compañero.
Jasha no podía creerlo y entonces como un relámpago se iluminó su celular, era un mensaje de Kei diciéndole que si ya se había enterado, que todo estaba muy bien y que no había sufrido ni un rasguño. Que lo esperaba en el hotel que le habían asignado, y así poder versen. Finalizó con un “te extraño”. Jasha sintió que el alma le regresaba al cuerpo y que todo de manera indiscutible se relacionaba con Nina. Las cosas estaban cambiando de manera dramática y las opciones no eran alentadoras. Una llamada entonces entró en su móvil, antes que empezara a abordar.
—Hijo, ¡acabo de ver las noticias!, ¿pudiste comunicarte con Kei? ¿Está bien?
—Acabo de hacerlo, está perfecto según él, me mandó un mensaje de texto. Quiero llegar ya para verificarlo yo mismo—. Hizo una pausa larga y agregó— ¿Crees que ella lo provocó?
—Espero que no Jasha. Porque entonces, ya no piensa detenerse.
En el avión, Jasha la pasó horrible. Tuvieron que darle unos tranquilizantes, el vuelo era muy largo y la ansiedad lo estaba matando. Bajó corriendo, y salió de igual manera de migración a empujones por medio de periodistas imprudentes. Un carro del comité lo estaba esperando, lo solicitaron desde que el avión aterrizó, era claro que él no esperaría a ir con sus compañeros y seguir el protocolo.
Cuando llegó al hotel, bajó igual, corriendo del auto, entró presuroso y de la misma manera subió las escaleras a la habitación de Kei, no esperó ascensor, no atendió a quienes le gritaban de recepción. Por fin frente a la puerta golpeó con desespero y fue recibido por un alegre Kei que no pudo pronunciar dos palabras antes de ser arrollado con la humanidad de Jasha con un abrazo tan afanado y desesperado que los tumbó al piso a ambos.
—¡Jasha qué pasó!, ¿estás bien?
El ruso levantó la cabeza y pudo verlo ahí, con sus ojos tímidos y su sonrisa algo angustiada. Estaba perfecto al menos lo que se veía por fuera. Kei se levantó cuando Jasha por fin lo soltó y mientras se dirigía a la puerta para poder cerrarla, le contaba los pormenores del tremendo susto que se había llevado el día anterior. Cuando terminó de poner el cerrojo una mano golpeó con furia la puerta, muy cerca de su rostro. Luego otra lo amarró y lo sujetó por la cintura. Jasha ya respiraba en su oído, tras él.
Kei se dio la vuelta se recostó en la puerta y tomó el rostro de su amante, sabía hacia donde ibas las cosas y lo amaba. Pero Jasha no iba a ser el siempre gentil amante, tenía hambre de él, debía sentir que estaban vivos, debía calmar su monstruo: la ansiedad.
Lo abrazó fuertemente y el beso desesperado subía de tono, hasta que lo tomó por una de sus piernas y la subió hasta la altura de su cintura solo para rozarse con Kei , que lo recibía también con ansias. Lo soltó así de repente y se arrodilló para bajarle el pantalón y hacer lo suyo.
—Jasha, basta, no voy a resistir más…—Apenas con un hilo de voz Kei intentaba apartarlo. Pero eso a su amante poco le importó y siguió hasta terminar. Mientras el otro chico intentaba reponerse de su orgasmo, Jasha se levantó y lo miró a los ojos. Esos ojos negros sesgados que solo podían mirarlo a él.
—No imaginas el terror que sentí cuando vi esa noticia. Ahora quiero entrar en ti y sentirte vivo, sentirte mío…
Lo viró y sin moverse de la puerta lo tomó; Kei exhaló un pequeño grito que seguro algún curioso que pasaba por ahí debió escuchar. Jasha estaba poseído. Inhalo un poco de aire y prosiguió como lo pidió su hombre. Amaba besar su nuca, ese olor tan particular de su cabello, como si todo el mar Kamakura se concentrara en su azabache. Terminaría pronto, solo en ese momento en el que su cerebro y cuerpo sufrían ese choque eléctrico, Nina quedaba fuera de sus pensamientos. Lo abrazó muy fuerte y gimió en su oído para que supiera que había llegado y que estaba muy feliz de estar dentro de él.
—Jasha, te amo…
Kei viró para poder verlo de frente y plantarle un beso. Ambos fueron despacio hasta la cama para poder seguir. Kei terminó de desnudarse y se hizo encima de Jasha para empezar una vez más. Entonces mientras las manos del ruso se posaban en la cintura de su joven amante, sus ojos vieron hacia la pared y ahí estaba “ella”, sonriendo como siempre, con su mirada adormilada, brillando. Levantó Nina uno de sus brazos tan blancos y señaló la ventana con su delicada mano, entonces el vidrio empezó a quebrarse, Jasha lo entendió de inmediato y alcanzó a penas a lanzar a Kei al piso y protegerlo con su propio cuerpo cuando se oyó un estruendo, luego una lluvia incesante de vidrios que caían por toda la habitación. Kei gritaba descontrolado preocupado por Jasha que seguro estaba recibiendo en su espalda las esquirlas. Cuando por fin todo se detuvo, ninguno tenía ni un rasguño, pero Jasha estaba pálido y gritaba cosas en su idioma natal que Kei no entendía. No tardaron en llegar las autoridades del hotel quienes claro, escucharon el estruendo. Parecía ser que el ataque venía de afuera, quizás un francotirador. Se acordonó el área y le asignaron a Kei el Pent-house.
***
Fin capítulo 4
V El día de la inauguración de los juegos, llegó e iluminó el abrumador frío que se sentía en Montreal. Ya todos los amigos que Kei había hecho en su camino como patinador estaban ahí, le habían molestado mucho con aquello del avión y luego con lo del ataque en el hotel. Parecía que estaba cargando una maldición y que solo con una borrachera la espantaría. Kei quedó con sus amigos esa noche después de la primera competencia en ir a tomar un “café” para aliviar tensiones. —Jasha debe ser el más preocupado por esta situación ¿no crees? —preguntó Patrick curioso a su amigo japonés. —Seguramente, pero desde esa noche… no lo he visto, me ha dicho que ha estado ocupado y que su entrenador, no los deja salir a nada…—Kei bajó la cabeza un tanto preocupado —No tienes por qué preocuparte, sabes lo maniaco que puede ser su entrenador y es mejor no hacer picardías antes de las presentaciones. —Patrick guiñó un ojo y prosiguió. —Hace poco lo vi sentado en los vestidores, seguro quiere esperar
VIKei tuvo que ver entonces, cómo las cosas que iba a compartir con Jasha, se apiñaban en apenas 6 cajas que recogían la que pudo ser su historia. Jasha las había enviado amablemente desde Rusia, irónicamente llegaron primero que Kei a Japón. No pudo disimular ni por un segundo frente a sus padres el dolor tan hondo que estaba sintiendo y que en realidad no entendía. Tuvo que ser su culpa. Siempre era su culpa. De nuevo indagó en su interior para saber en qué falló, en qué pudo molestarle tanto, como para romper su relación de semejante manera. Pero nada encontraba en la bóveda de su tristeza.Los Olímpicos de Invierno en Canadá, habían terminado muy bien para su carrera. Ganó la plata, parecía que su presentación había impactado más de lo que imaginaba. Esa melodía que interpretó, la había visto ya a una chica que al igual que él parecía querer dar un mensaje. Pero apenas tenía 15 años cuando eso pasó. La había ensayado en secreto más como una forma de libre movimiento que otra cos
VII“Bienvenidos todos a esta rueda de prensa que darán los representantes de cada país para el Challenge CUP de patinaje artístico en Tokio, Japón. De todos los rincones del mundo nos acompañan los patinadores, así como nuestro representante ganador de la medalla de plata en los Olímpicos de Invierno realizados en Canadá y finalizados hace un mes. Un aplauso para ellos y por favor, respeto en cada una de las preguntas que se les haga.”El moderador sabía que los amables periodistas iban a fulminar a Kei y a Jasha sobre su ruptura en todos los aspectos. Quiso pedir por eso discreción. Pero todo ya empezaba muy mal cuando en la mesa dispuesta para los deportistas, los nombre de Kanzaki y Volkov estaban juntos. Empezaron a salir los competidores por la parte superior, Stefano se dio rápidamente cuenta de esa mal intencionada jugada y se apresuró a tomar el lugar de Jasha, no estarían muy lejos el uno del otro, pero al menos no estarían codo a codo. Y llegaron los ex amantes de lados opu
VIII Kei entre abrió los ojos y a penas pudo distinguir la mascarilla de oxígeno sobre su nariz. Recordaba muy vagamente lo que había pasado y el sobresalto al ver a Stefano entrar en su cuarto de hotel. De ahí en más, todo era una maraña en su mente. Giró la cabeza y se vio conectado a una máquina que seguía su ritmo cardiaco. Ignoraba por completo el nombre. Murmullos afuera de esa habitación. Se sentía muy cansado, quería saber cuánto tiempo había pasado, pero al parecer no era mucho, en la ventana aún se veía la noche. O quizás ya habían pasado muchas noches. Volvió su cabeza al frente, y creyó ver al fondo una persona, tal vez una enfermera. Su vista aún estaba demasiado borrosa, pero supo que era una mujer, tenía el cabello demasiado largo. Vio cómo se acercaba y ,al tenerla casi al frente, se sorprendió muchísimo: La mujer era extremadamente hermosa, de ojos enormes y azules, aunque su mirada estaba adormilada. La miró fijamente y supuso que debía tratarse de un ángel. Que su
IX —Voy a matarlo… —murmuró Jasha en su idioma y solo Stefano pudo oírlo. Pero no supo a quien se refería. Enfurecido, dejó el lugar y se fue a los vestidores. Escuchó a los lejos los aplausos. Ya no regresó al calentamiento pesar que su entrenador le gritó hasta más no poder. Sentía que si veía a ese par no iba a poder controlarse. Stefano llegó un rato después y le dijo con toda la intensión de seguirle molestando, que irían a beber unas copas ahora que podían, que estaba invitado si quería ir. —Estás gozando con todo esto, ¿verdad mocoso? —le espetó Jasha mirándolo fijamente. —Como no tienes idea. Stefano sonrió maliciosamente, pero cambió un tanto el gesto cuando vio que Jasha bajaba su mirada, sobrecogido. No entendió. Y no lo haría nunca a menos que el terco de cabellos como el sol, abriera la boca. Jasha estaba sufriendo y tragándose toda una historia para poder mantener a Kei vivo y a su lado. Sufría solo. Además la culpa lo estaba carcomiendo con lo que le hizo al joven j
X Temblando y sentado en el piso junto a la habitación de Kei, Jasha esperaba con desespero la razón que tuviera que darle el doctor a cerca del estado de su amante. Ya parecía estar fuera de peligro, sin embargo, y por seguridad debido a los muchos sucesos que lo habían rodeado, dispusieron de dos guardias en su puerta. Nadie aparte de enfermeras y doctores entrarían, solo las personas que el mismo Kei autorizara. En la sala de espera justo al frente de su habitación se encontraban Stefano, Beska, Alexis y Patrick. Estaban bastante angustiados. Rayaban casi las cuatro de la mañana, ya iban para cinco horas de espera sin tener un diagnóstico certero de qué le había pasado. Por fin un doctor salía de aquella habitación. Jasha se levantó rápidamente le preguntó ansioso por su estado. El doctor lo reconoció y supo que era la pareja de Kei así que le pareció correcto empezar a hablar. Stefano se acercó, al igual que todos, pero tuvieron problemas pues el doctor no hablaba muy bien el i
XI —Jasha —habló en voz muy baja Kei, viéndolo con firmeza—. Quiero que en este momento me mires, entero. Este soy yo, no más, no menos. Tú, aparte de mi madre, me has visto desnudo, me has tenido en tus brazos y solo tú me has hecho el amor, porque creo que fue con amor. Todo lo que ves, es Kei Kanzaki, este hombre que creerá cualquier cosa que le digas, este perdedor que estuvo destrozado y que tú te encargaste de unir pieza por pieza. Quiero que me mires y me digas que no me amas, que no me deseas, y entonces saldrás de aquí y nunca jamás volveremos a vernos más allá de las competencias; pero debe ser aquí y ahora. Jasha estaba abrumado por esas palabras. Lo miró y se dio cuenta que del niño llorón que conoció, no quedaba nada. Que era un hombre que soportaría, lucharía y sobreviviría y de no ser así, partiría a su lado. Por eso se enamoró tanto, porque veían en él esa fuerza extraordinaria que lo acompañaría hasta la muerte de ser necesario. En ese momento miró a la puerta y len
XII —¿No te parece un lindo lugar? —La hermosa mujer le hablaba a su esposo que estaba un tanto disgustado por la dificultad del camino. —Podrías estar un poco más alegre por nosotras. —Helena, por favor, sabes que estoy en total desacuerdo en venir a este sitio. Tu embarazo ha sido muy complicado, la bebé y tú necesitan reposo absoluto y no estar de paseo por Rusia para pasar el año nuevo. Eres muy terca mujer. —De reojo vio que su esposa bajó la cabeza algo triste—. Igual… cuando lleguemos a la cabaña no te moverás ni un metro. Quiero que descanses, comas y volveremos a casa tan pronto como sea posible. —Eres un gruñón… —El hombre volteó a verla y ella sonreía, con esos ojos azulados enormes y con ese cabello renegrido que caía en ondas en su frente. —Pero, así te amamos ella y yo. Con la dulce voz tranquilizadora de Helena, el esposo llegó por fin a la cabaña donde celebrarían el año nuevo, solo ellos tres. Se apresuró a entrar las valijas y la comida que llevaban para la cena,