Habían pasado cuatro días desde que su esposa había mandado a descansar a los sirvientes y él seguía recostado en el mismo lugar, con la misma ropa, sin asearse.Su esposa solo subía a la habitación en pequeños intervalos de tiempo para dejarle solamente agua y comida a medias, fría y dura. Estaba siendo cruel y tratándolo como perro y aun así el hombre se sentía sin dolor y sin ninguna emoción. Lo único que había sentido fue la confesión sobre los abortos, pero en lo demás a él no le dolía nada.Aquella mañana estaba siendo igual hasta que Paullete entró a la habitación con su bolso en mano, sus mejores zapatillas y vestida como si fuese a algún evento de gala.Miró su reloj con aire de suficiencia antes de dirigirle una mirada de desdén.—Queridito —apostilló la mujer con voz cantarina—. Tengo que decirte la verdad, debo irme, pero no debes preocuparte, amorcito, volveré tal vez un día no lejano para seguir haciéndote la vida miserable.Su voz denotaba crueldad y goce, ella estaba
La mañana llegó como muchas otras para Judah, quien se levantó temprano para hacer sus pendientes, entre ellos ir a la universidad a dar clases y luego ir a la entrevista que tenía con la chica que podría convertirse en la enfermera.Una vez hubo terminado todo se encaminó con prontitud hacia la cafetería donde lo esperaba una jovencita que apenas lo vio, suspiró de alivio.—Lamento la tardanza señorita Mulder —dijo avergonzado en cuanto llegó y con un poco de timidez—. Es solo que bueno, tenía mucho qué hacer antes de venir.—No se preocupe —respondió la mujer con amabilidad—. No hace mucho que espero en realidad.Jenna había reconocido al hombre de inmediato por la foto de perfil de los mensajes e inmediatamente supo quién era y dónde se habían conocido, pero parecía que él no la recordaba, era de esperarse que no recordara a la mujer que compró en un club.Lucía cansado y agobiado; sin embargo, ella no era quién para juzgar a las personas y mucho menos, por lo que solo se limitaría
Jenna miró al hombre, quien le regresaba la mirada con furia desmedida, tanto que ella se vio tentada a renunciar en ese mismo instante. —¿¡No me has escuchado!? —preguntó un furioso Noah—. ¿¡Cuántas veces tengo que decirte que no me interesa tener a nadie aquí!?—Claro que le he escuchado y puede decirlo todo el día, al final igual voy a ignorarlo —respondió la mujer tratando de contenerse—. Me han contratado para cuidarlo y es exactamente lo que haré de ahora en adelante, puede quejarse lo que quiera, pero así es como funcionan las cosas. ¿Es que acaso cree que hago esto por gusto?Jenna se preguntó cómo diablos iba a hacer todo el trabajo cuando tenía nulos conocimientos en el tema, aunque supuso que no había mucho qué hacer al respecto, por lo que decidió que buscaría información para al menos saber cómo lidiar con ese hombre.Judah se dijo que la chica tenía un reto enorme y esperaba que no claudicara o de lo contrario, se vería en problemas para cuidar de él. Observó a la joven
La joven pelirroja observó a Noah comer en silencio y de forma lenta, tomarse el café y al menos se alegró de no haber sido recibida a empujones ni gritos esta vez, era como si él ya se hubiese reconciliado con la idea de que estaría a su cuidado por mucho tiempo, o eso esperaba. Entretanto, Noah creyó que debía darle importancia a la mujer para que dejara de fastidiarlo. Pensó en molestarla hasta que se fuera, pero lo cierto era que parecía destinada a igualar su trato con tal de conservar el empleo. Cuando por fin terminó de comer dejó la charola para que la levantara la enfermera y ella así lo hizo.La colocó sobre la mesa de noche y se apresuró al baño a prepararle la tina para bañarlo. Jenna todavía se estaba preguntando cómo haría para moverlo, pero se dijo que igual tendría que arreglárselas como pudiera porque no estaba dispuesta a dejarlo ganar.Dejó que la bañera se llenara y después volvió por toallas y por todo lo que necesitaría, esperando agilizar el trabajo para no esf
El Olimpo aparecía frente a sí con el inconfundible colorido y estructura imponente de siempre. Jenna dio un suspiro, al menos esperaba que la noche fuera buena dado que últimamente no había habido casi nada de dinero debido a los pocos clientes que estuvieron llegando en las últimas semanas. Era normal tener temporadas bajas, pero ella en ese momento, necesitaba mucho el dinero.En el último mes solo llegaron un puñado de clientes, muchos de ellos tacaños y muchas noches bromeó con sus amigas diciendo que aun reuniendo a todos los tacaños del mundo, El Olimpo no llegaba ni a la mitad de su cupo. Suspiró esperando que fuese una noche distinta y al llegar se encontró a Harley, su compañera, bajando de un taxi y apenas la vio sonrió.—Esperemos que sea una buena noche —dijo la pelinegra a Jenna quien dio un suspiro esperanzado y levantó la mano como si fuese una plegaria para pedir que así fuera—. Esto ha estado más muerto que mi bisabuelo.—Ojalá —respondió Jenna—. Necesito el dinero
Esa noche, la primera en salir fue Trix, quien, como siempre, encendió el escenario con su sobrada experiencia y provocó que los hombres gritaran como focas en exhibición. Por fortuna para ellas, volvió dando pequeños saltos de emoción mostrando el dinero obtenido. Sus compañeras la felicitaron y esperaban tener la misma suerte que ella para ganar dinero, así que la siguiente en salir fue Harley que ondeó su peluca blanca frente a sus compañeras, quieres rieron al verla tan emocionada. Harley era experta en envolver hombres a los que les gustaban mujeres inocentes, sobre todo con su aspecto aniñado y su vestuario bastante particular.Solía tener una habilidad para bailar ritmos latinos y seducir con su sonrisa tan peculiar.Más de uno suspiraba al verla y deseaba colarse entre sus piernas, pero la realidad es que solía ser una mujer que detestaba a los viejos aunque era excelente actriz y conquistaba el público que más aborrecía. Les decía lo que querían y obtenía beneficios. Volvió
Jenna se sintió apresada entre el rechoncho cuerpo del hombre pero se dijo que de eso vivía y como todo tenía sus contratiempos, así que no quedaba de otra más que aguantar. El aliento a cerveza barata que brotaba del hombre no era agradable, aunado al aliento a cigarro y a comida. Trató de concentrarse pensando en las cosas buenas de la vida, al menos en las pocas que ella había tenido y lo ridículo que resultaba el tiempo que lo había tenido. Rememoró en que hizo lo que pudo por salvarla, por su madre, que no escatimó para hacerlo y que al menos aunque no lo logró junto a la horda de lectores, sí le dieron los últimos meses de su vida llenos de amor, tranquilidad y al menos sin dolor. Jenna se decía cada mañana que haber dejado sus sueños de lado para terminar como prostituta no era tan malo, después de todo, era un trabajo como cualquier otro, no hacía daño a nadie y tampoco pretendía vivir siempre de esto, nada más aspiraba a terminar la carrera y ahorrar para su constructora,
Dio un suspiro de solo imaginar lo que le esperaba con todo el esfuerzo físico que implicaba mover a su paciente, aun así se mentalizó una y otra vez diciéndose que eso era mil veces mejor que tener que soportar hombres desnudos y sucios en el sexo.Se acercó a Noah en la cama, quien de nuevo parecía un muerto en la cama, inmóvil y ausente. Era como si se quedara mirando hacia la nada y viajara dejando su cuerpo en la cama.Noah la escuchó llegar, pero hizo caso omiso a la entrada de chica como hacía desde que había vuelto a esa casa, esperando que algo pasara y él simplemente desapareciera así sin más, sin despedidas complicadas ni sufrimiento para los otros. En su mente creía que su muerte traería más alivio que pena para su hermano.Escuchaba el sonido que había abajo y suponía que su hermano había enviado a alguien para que hiciera arreglos a la casa.—¿Quieres desayunar huevos o prefieres otra cosa? —preguntó la joven tuteándolo por primera vez y con sus palabras interrumpió sus