Quince dias

Pulsé el botón del coche, poniendo fin a la llamada. Apenas tenía tiempo para pensar. Y Hades quería golpearme con el mundo literalmente derrumbándose sobre mi cabeza. No podía caer en sus brazos por mi decepción con Theo. Ya no quería ser esa persona que lo solucionaba todo con sexo, follando hasta correrse una y otra vez para luego volver a ponerme la ropa y sentirme igual: vacía y triste. Los orgasmos no curaban la tristeza. Sólo daban placer y relajaban el cuerpo. Los jacuzzis y los hidromasajes también relajaban. Y los dulces eran tan placenteros como correrse. No es que fuera a convertirme en una santa sólo por haberme acostado con Theo. Pero también sabía que acostarse con alguien sin sentir amor podría ser difícil después de saber lo que era tocar y ser tocada por alguien cuyo corazón latía al mismo ritmo que el mío.

Me toqu&eacut

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