Oí... (II)

Colgué el teléfono y estrellé la tarta contra la pared.

Subí a mi coche y conduje a gran velocidad hasta North B.

En cuanto entré en la empresa, noté las miradas en mi dirección. Maldita sea, me había olvidado del escándalo del fin de semana. Debería haber ido con mi padre. Su presencia sin duda habría frenado los comentarios desagradables.

No es que yo fuera el tipo de persona a la que le importaran los comentarios sobre mí. Pero éste no me involucraba sólo a mí, sino también a Heitor y a Bárbara. Y de ninguna manera iba a aceptar eso.

Fui a mi oficina, intentando concentrarme en mi trabajo. Una hora más tarde, mi padre llamó a la puerta y preguntó, sin entrar:

- ¿Todo bien por aquí?

Asentí, no muy segura.

- Si necesitas algo, dímelo. Y puede ser cualquier cosa.

Sonreí:

- Gracias, papá. Te quiero mucho.

La puerta se cerró y Heitor Casanova se fue. Si él no me hubiera elegido como hija, yo le habría elegido como padre cuando aún era un espermatozoide.

Miré mi agenda y empecé a hacer a
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