- ¿Por qué nunca contestas a mis preguntas?
- Siempre lo hago -dije con calma.
- No, no respondes. Por ejemplo, ¿quieres a Malica? ¿Quieres que me quede?
- ¿Para siempre?
- Señor Casanova, ¡buenos días! - saludó la joven morena, de ojos oscuros, con grandes gafas de montura de tigre que resaltaban sobre su ropa negra.
- Buenos días, Maíra.
- Han llegado los directores generales de las cadenas de farmacias y droguerías. ¿Los hago esperar o los verá ahora?
Theo mira el reloj:
- Ahora mismo voy a la sala de reuniones y puedes hacerles pasar. Por cierto, esta es María Lua, de la que ya te he hablado. Ella ocupará esta sala por el momento. No sé cuánto tiempo se quedará. - Me miró. - Pero he oído que, si se la trata bien, podría quedarse toda la vida -se burló-.
- Depe
- ¿No quieres competir con los productos de Giordano?- Honestamente, no lo creo.- ¿Puedes producir calidad a bajo precio? ¿Y cuál es tu beneficio?- De momento, no mucho. Quiero llegar a la clase media y no sólo a la alta, como hace Giordano.- ¿Ha pensado en conquistar Noriah Norte y escribir definitivamente el nombre de Simplicity en el mundo del maquillaje y la cosmética?- Sí. Pero todavía soy muy nueva en todo esto. Necesito prepararme mejor.Salimos de la empresa y fuimos a su coche. Me senté a su lado en la parte delantera y me puse el cinturón:- Theo, ¿de verdad quieres mi ayuda?- No soy licenciada en empresariales, cielo. Hago lo que puedo, pero no se me da bien. Soy ingeniero químico, dirijo una empresa por mi cuenta.- ¿Por qué no me pediste ayuda antes?- I... No quería molestarte.
Theo volvió y se sentó en el banco, apoyando la cabeza en la tapicería y evitando mirarme. Me di cuenta cuando se aflojó un poco la corbata y parecía tenso.- I... Pensé que ya lo había hecho... Incontables veces. - Seguía mirando al frente.- No... Nunca había besado. Llegué un poco tarde a esto.- Pedí ayuda... Porque pensé...- Si hubiera sabido qué hacer, no habría clavado mis dientes en los tuyos... - No pude evitar reírme.A pesar de la tensión, Theo empezó a reírse también.- I... Sólo espero haber podido ayudarte de alguna manera. Y que tú hayas... Ensayado, repetido y perfeccionado. - Sonreí.- Sí, profesor. Creo que he aprobado esta lección.- Creo que tendré que hacer el examen y dar mi nota final.Sus ojos se abrieron de par en par en mi
- Ella va todos los días... Y vuelve por la tarde.- ¿Va a trabajar o vuelve a casa?- Un poco de cada. No trabaja todos los días. Sólo la llaman cuando hay una sesión de fotos.- ¿Así que prácticamente vivís juntos?- Yo no lo veo así... Al menos no hasta ahora, con tu pregunta.- ¿Vas a casarte con ella?- I... no lo sé. Es algo reciente.- ¿Y cuando no sea tan reciente? ¿Pedirás su mano?- I... No sé... - Se llevó las manos a la cabeza, confuso.- Lo siento, Theo. No pretendía presionarte.- Era ella la que tenía que haber presionado, no tú, María Lua.- No lo volveré a hacer, te lo prometo. Pero a cambio, quiero que me digas cuándo piensas pedir su mano.- ¿Por qué? Porque quiero estar lejos ese día.Porque qui
Nunca he sido el tipo de persona que huye de una pelea y prefiero llorar en mi habitación. Me sequé rápidamente las lágrimas y le puse la correa a Gato. Salí del dormitorio y me dirigí al salón, dándome cuenta de que los dos estaban discutiendo.Pararon en cuanto me vieron. Mis ojos se dirigieron a las partes íntimas de Theo y me di cuenta de que tenía el botón del pantalón abierto y la cremallera a medio bajar... O no había tenido tiempo de bajarla del todo... O para subirla, una vez que había bajado lo suficiente.No había forma de disimular aquella mirada de curiosidad por saber qué había pasado realmente en aquella habitación entre ellos dos. preguntó Málica, ahora menos dulce y amable:- ¿Has deshecho la maleta? ¿O todavía esperas que lo haga? Ya es hora de que te des cuenta de que Theo y yo estamos
- Claro que lo juraba.Recordé lo mucho que le gustaba a Theo que Malica cocinara:- ¿Podría tu mujer enseñarme a hacer este pollo? Puedo pagar, ¡por supuesto!- No tienes por qué pagar. - Volvió a reírse. - A Madalena le encantaría enseñarle.- ¿Podemos concertar una cita entonces?- Tan pronto como quiera. Trabajo en días alternos. Hago turnos de 24 horas.- ¿Trabaja 24 horas seguidas? Eso es... Eso es horrible. Lo siento mucho. Deberías denunciarlo. Puedo ayudarte a hacerlo. Puede que no lo entiendas muy bien, Greg, pero lo que te están haciendo se llama "trabajo esclavo". Lo siento y te ayudaré, te lo prometo.Se rió:- No es trabajo esclavo. Me gusta lo que hago y aquí me pagan bien. Trabajo un día y descanso dos.- No es justo, Greg.El gran gato saltó, puso sus patas en
Abrí los ojos con la sensación de no haberlos cerrado en ningún momento de aquella noche. El golpe de la cama contra la pared duró poco y si Theo se corría tan rápido nunca me satisfaría como mujer. Siempre pensé que era débil, ya que ni siquiera sabía besar. Desde luego follaba como un idiota, besando y diciendo cosas bonitas al oído, haciendo que cualquier mujer perdiera la erección, con lo dulce y apasionado que debía ser. Por suerte me gustaban los hombres que decían obscenidades y me hacían correrme varias veces en una noche, y que sí hacían que la cama se golpeara contra la pared, pero durante horas en lugar de minutos.Siempre pensé que Dimitry estaba más bueno... Y bueno en la cama. E... Que realmente me gustaba.Ni siquiera recuerdo a qué hora me dormí. Pero Big Cat estaba feliz a mi lado, tanto que me lamió la boca. Sonreí y le dije:- Reza para que consigamos un vuelo pronto, Gatita. Ni siquiera sé si aceptan perros en los vuelos normales. Y no quiero tener que volver a ped
- No... No lo has sido. De hecho, has sido todo menos dura. Me pregunto si puedes... Ser duro. Después de todo... Han pasado menos de diez minutos. Me pregunto si... ¿No podrías levantarte? - Arqueé una ceja provocativa.- No vales nada, rayito de sol.- ¡"Estás lejos de ser mi sol"! ¿Recuerdas esa frase? Seguro que no, porque la dijiste y no me hiciste caso. ¿Crees que no tengo sentimientos? ¿Que aquí no late un corazón? - Me toqué el pecho. - Estoy harto de que me trates así.Theo se frotó la cara nerviosamente. Luego me agarró por los hombros y se acercó tanto que nuestras narices casi se tocaban. Nuestras miradas se quedaron fijas el uno en el otro y entonces preguntó:- ¿Qué quieres de mí? - Su voz era débil y casi suave. - Que... ¿Enloquecer?No dije nada. Cerré los ojos y apreté los labios, rezando interiormente a Dios para que me contuviera. La punta de su nariz tocó por fin la mía y lo sentí, tan cerca como no habíamos estado en mucho tiempo. Las manos de Theo recorrieron mi
Lo siguiente que recuerdo es que me estaba duchando por segunda vez en menos de una hora. Gran Gato me observaba a través de la ventana de cristal, pareciendo comprender lo que me estaba ocurriendo.Abrí la puerta de cristal y le invité a entrar:- Eh, Gran Gato, ¿te apetece una ducha?Me ignoró por completo, volvió la cara e hizo ademán de marcharse. Corrí y lo cogí de la correa, encerrándolo conmigo. Le quité el collar y lo metí en el agua caliente. Al principio se resistió. Pero luego se dio cuenta de que un baño no era tan malo. Sobre todo si lo bañaba con champús y cremas acondicionadoras de calidad.- Este champú hace que el pelo rubio sea menos amarillo y le da brillo... - Me pasé el líquido viscoso por el pelo y ya hacía unas burbujas enormes. - Nuestros colores son parecidos... La diferencia es que el m&iacut