Me desperté con dolor de espalda, al darme cuenta de que había hecho de las piernas de Theo una almohada durante la noche. Lo observé dormir sentado, apoyado en la pared, ligeramente hacia la derecha. Su pelo oscuro estaba un poco revuelto y su camiseta blanca ajustada mostraba cada músculo de su cuerpo perfecto.Habían sido muchos años de estar completamente loca por aquel hombre. Y allí estaba, a mi lado, pasando penurias y sometiéndose a dormir toda una noche sentado, sólo para estar en mi compañía.A veces me parecía surrealista. Sería mucho más sencillo si se lo contara a mi padre y él lo solucionara todo de una forma práctica: pagándome para que no me molestara y para que, tal vez, nunca supiera lo que el Hernández hacía o exigía a los Casanova a cambio de mi tranquilidad.Pero ya era hora de acabar con aquello: con el chantaje, con la idea de salir siempre bien parados a costa de los demás. Tenían que darse cuenta de que era mejor tenerme lejos, con los Casanovas, que cerca, si
- Tienes que probarlo para estar seguro de que no te gusta. Está bueno. - Ella sonrió y guiñó un ojo.- Gracias, pero no. - Theo se mostró firme y serio.- Tu curiosidad por probar cosas nuevas debería extenderse también a las mujeres... Sé que te gustan las mujeres mayores. - Se mordió el labio y luego se tragó el cigarrillo de un modo que parecía sensual.- Pero no tanto. - Theo no se contuvo.Entrecerró los ojos y, antes de que pudiera decir nada, oímos un ruido horrible procedente de la parte de atrás y yo me levanté de un salto, agarrándome a Theo.- ¿Qué...? ¿Es eso? - pregunté con voz débil, sintiendo que el corazón de Theo se aceleraba tanto como el mío.- Sandro y Daltro están probando miras en la parte trasera de la casa. - Explicó ella, sentándose de nuevo, un poco preocupada.- ¿Con armas? ¿Esto es disparar? - preguntó Theo.- Sí", se encogió de hombros.Cogí la mano de Theo:- Vámonos...Mientras caminábamos por el pasillo y las chicas nos seguían, les advertí:- Id a vue
Theo tiró el arma y corrimos hacia Anya, que gritaba en medio de la maleza como un animal herido.Vi la sangre en su pie descalzo, con unas gotas en el esparadrapo que le cubría la pierna.- ¡Que me jodan! ¡Le he dado! - gritó Theo desesperado, levantando a Anya y llevándosela hacia la casa.Corrí tras él, aterrorizada al ver su pie completamente inmóvil, goteando sangre por el camino. En cuanto llegamos a la casa, me señaló dónde estaba su habitación, que se encontraba en un pequeño portal junto al salón, alejada de los demás dormitorios del estrecho pasillo.El lugar apestaba y las paredes beige estaban oscurecidas por el humo de los cigarrillos. Había una diminuta ventana sin cristal, que apenas dejaba salir el aire de la habitación. La cama era una de matrimonio mediana, más pequeña que a las que estaba acostumbrado. El armario tenía dos puertas y mis dos maletas estaban abiertas en el suelo, con ropa esparcida por todas partes.Sandro y Daltro aparecieron poco después. No parecía
- ¡Estoy hablando de tus putas nietas! - grité.- Yo no soy su madre. Yo crié a mis hijas.- Muy mal, por cierto.- Pequeña zorra descarada. - vociferó, incapaz de levantarse de la cama.- Eres responsable de las niñas.- No, no soy responsable de ellas. Estás muy equivocada.- ¿Entonces quién lo es?- Si no tienen un padre y una madre, nadie es responsable. Las dejo vivir aquí porque tengo un corazón muy blando.- ¿Tienes un corazón blando? - Me reí burlonamente, incrédula ante su cinismo.- Estas chicas siempre andan por ahí... Pronto aparecen. No hay razón para ponerse así de nerviosa, María. - Se puso de lado y volvió a dormirse.Corrí a la habitación de Sandro y llamé. Abrió la puerta, sólo llevaba unos pantalones cortos holgados y el pecho desnudo. Tenía el pelo revuelto.- Tú... ¿Estabas dormido?- Intentando... - Afirmó, mirándome aún sosteniendo la puerta.- Las chicas se han ido.- Aparecerán pronto.- Sandro, podría haberles pasado algo grave.- ¿Como qué? - se rió - ¡Reláj
Aquella noche las chicas dieron vueltas en sus colchones en el suelo, en un sueño completamente agitado, seguramente debido a los muchos dulces que habían comido y a la emoción de su día perfecto. Escuché los nombres de Ben y Anon durante horas, y me ponía enferma. Estaban maravillados por todo lo que habían vivido en tan solo unas horas.Cada vez que se removían, yo me despertaba. Y con cada uno de ellos, mi mente pensaba sin parar. Y surgían más y más planes, en todos los cuales Anya y Daltro eran castigados.Al día siguiente, dejé que las chicas prepararan la comida, como solían hacer antes de que yo llegara a casa. Anya, completamente desconfiada, se negó a comer lo que habían preparado.Al día siguiente, aunque la comida tenía un aspecto maravilloso, la olió y siguió sin atreverse a probarla. Sólo aceptó comer un poco al cuarto día.En cuanto se metió un bocado en la boca, pensé que lo alabaría, pues se le iluminó el semblante, seguramente por el buen sabor de lo que habían prepa
- Pero es difícil. Creo que tendré que irme a vivir con mi hermano a Alemania.- E... ¿Sabe de tu plan de mudarte con él?- No. Pero Diógenes nunca me negaría ayuda. Como Salma, siempre ha sido sensato.- ¿No te imaginas dónde pueden estar los diarios de Salma, que seguramente se llevaron Anya y Daltro?- No tengo la menor idea.- ¿Dónde está el bebé?- Debe estar por ahí.- ¿Por ahí? Él es... ¿No es tu pariente? ¿No te preocupas por él?- María, no podemos ocuparnos de todo en esta vida. Apenas puedo cuidar de mí misma... ¿Cómo esperas que me haga cargo de un niño que ni siquiera es mío?- Es sólo... Un bebé.- No es mi responsabilidad. Ni tuya.- ¿Dónde está la familia de este niño?- Sé tanto como tú. ¿Y quieres saber más? No voy a preguntar. A veces, cuanta menos información tengamos, mejor.- Sandro... Dime una cosa: ¿Salma era una buena hermana?- Sí. Era la mayor. Era la única persona que se preocupaba por mí... ...y de mis otros hermanos que ya habían nacido en esa época. Lueg
- Un loco plan cruzó por mi mente. Sabes cuando sólo tienes una salida y decides ir a por todas o nada?- Theo me dijo que no fue Robin quien provocó la paliza que me dieron.- Fueron ellos... - Miré la casa - Daltro, para ser más específico. Es el que dirige la "banda de Hernández".- El día que vino a mi casa supe que ocultaba algo. Pensé en decírselo a Theo.- Se lo dije a Robin.- ¿Por qué a Robin? - arrugó la frente, pensativo.- No estaba planeado. La primera vez que vine me quedé sin batería y me llamó... No tuve más remedio. Robin acabó llevándome lejos de este lugar. Y pensé que, como no tenía relación directa conmigo, no lo atacarían para chantajearme.- Pero fue atacado. Y acusó a mi padre.- Porque lo acusó de algo que no hizo. Por eso le pregunté tantas veces si realmente había visto a Robin cuando sucedió todo. Y aunque no lo viste, terminaste culpándolo.- Y usted, aún sabiendo que no fue él, no dijo la verdad.- No tuve elección, Dimi.- Acusamos a Robin injustamente.
Esta vez Daltro tuvo que llevar a su madre al médico. Dimi, por su parte, desapareció inmediatamente ante mi sugerencia. Le dejé claro que no debía preocuparse, ya que no había tenido intención de hacerle daño.Cuando Daltro regresó con su madre, yo estaba en el salón con las niñas y el bebé. Anya estaba apoyada en su hijo y tenía un enorme vendaje sobre el ojo. Lo bueno fue que cuando me miró, quizá sólo me asusté a medias.- ¡Pirata! - La señaló el bebé.- ¡Hablas, joder! - le fulminé con la mirada.- ¡Joder! - repitió-.- ¿Ahora vas a enseñarle a mi nieto a decir palabrotas? - gritó Anya, dando un portazo- Coge tus trastos y lárgate de esta casa ahora mismo.- No -me enfrenté a ella-.- ¡Fuera de aquí! Esta es mi casa. No albergaré a una mujer peligrosa como tú. Llevas años intentando matarme. Pero recuerda que después de mí, tendrás que deshacerte de tu tío. Y eso será lo peor, idiota. - Me señaló con el dedo.- No me iré. Tendrás que obligarme a salir de aquí.- Bueno, lo haré...