Digno de tener hijos (II)

- Pero es difícil. Creo que tendré que irme a vivir con mi hermano a Alemania.

- E... ¿Sabe de tu plan de mudarte con él?

- No. Pero Diógenes nunca me negaría ayuda. Como Salma, siempre ha sido sensato.

- ¿No te imaginas dónde pueden estar los diarios de Salma, que seguramente se llevaron Anya y Daltro?

- No tengo la menor idea.

- ¿Dónde está el bebé?

- Debe estar por ahí.

- ¿Por ahí? Él es... ¿No es tu pariente? ¿No te preocupas por él?

- María, no podemos ocuparnos de todo en esta vida. Apenas puedo cuidar de mí misma... ¿Cómo esperas que me haga cargo de un niño que ni siquiera es mío?

- Es sólo... Un bebé.

- No es mi responsabilidad. Ni tuya.

- ¿Dónde está la familia de este niño?

- Sé tanto como tú. ¿Y quieres saber más? No voy a preguntar. A veces, cuanta menos información tengamos, mejor.

- Sandro... Dime una cosa: ¿Salma era una buena hermana?

- Sí. Era la mayor. Era la única persona que se preocupaba por mí... ...y de mis otros hermanos que ya habían nacido en esa época. Lueg
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