Capítulo 3.3Ignatiev. Ya se encontraban todos en la mansión, habían pasado más de seis horas y no tenían noticias de Kisha, ni un puto rastro. No podía más de la incertidumbre, ella cargaba a su hijo dentro y el lo había arruinado todo. Tenia miedo de lo que pasaría, de perderla. Se lo merecía por imbécil. —¿Señor?. — Salió de sus pensamientos observando al hombre que traspasaba el umbral de la puerta. Dimitrios llevaba una Tablet en sus manos y una expresión preocupada en el rostro. — Me he metido en las cuentas bancarias de Kisha, hace cuatro horas a sacado un total de tres millones de dólares en efectivo. El corazón comenzó a latirle con rapidez dentro del pecho, aquella suma solo significaba una cosa. Se iría, armando su vida en otro lugar. —¿Has registrado la población flotante en el aeropuerto?. No pudo contener el temblor en su voz, todos los presentes en la habitación se encontraban con el corazón en un hilo. Dimitrios cambio su mirada hacia el, penetrándola con las r
Capítulo 3.4Kisha.Faltaban pocos minutos para que su vuelo saliera, ya se encontraban llamando por los megáfonos a los pasajeros.Ambas se levantaron de los asientos con sus maletas en mano cuando Kisha sintió un revuelo en la entrada del aeropuerto.El corazón se le detuvo unos segundos al observar aquellos hombres vestidos de negro, liderados por tres demonios que conocía muy bien.Las personas comenzaron a apartarse del camino de Sasha, Marck he Ignatiev, reconociendo el peligro en el porte elegante de cada uno de ellos.La estaban buscando, pero ella se subiría en un avión mucho antes de que pudieran encontrarla.—Muévete, tenemos que subir al avión antes de que nos vean.Empujo a Sarah, demasiado hechizada por los hombres que caminaban como si todo el mundo les perteneciera.Comenzaron a meterse entre el gentío, Kisha con los nervios a flor de piel, mientras empujaba a los pasajeros que comenzaban a formarse.Llegaron primeras a las mujeres recibiendo los boletos, ganándose una
Capìtulo 3.5Kisha.Jamás había tenido una experiencia tan cansadora como aquella, embarazada, somnolienta, hambrienta, con el trasero entumecido y un corazón roto.No podía pasarle nada más.Acababan de llegar a Santa Catarina, eran las doce del mediodía y el sol parecía azotar la tierra con todas sus ganas.Comenzaron a arrastrar las maletas fuera del aeropuerto, Kisha sudaba como nunca antes en su vida. No estaba acostumbrada al calor, solía pasar los veranos en Rusia envuelta en pantalones térmicos y chaquetas abrigadas, esto parecía el maldito infierno.—¿Cuándo harà frìo?.Observó a Sarah, sudando al igual que ella. Ya se había desecho de los abrigos, quedando en una camiseta de mangas cortas.Le dedico una sonrisa burlona, guiandola fuera del lugar.—Nunca, aquí es una zona tropical, siempre hace calor, las noches son cortas, los días largos y los hombres tan ardientes como el mismísimo sol.Kisha apenas sonrió, recordando al único hombre ardiente que quería en su vida. El hom
Capìtulo 3.6 Kisha. Su cuarto era la cosa más hermosa que nunca había tenido el placer de apreciar. Una cama King Size en medio de la habitaciòn amplia, baño privado con bañera, un vestidor enorme en el que podrían entrar diez personas. Y lo más hermoso un extenso balcón de cara al patio trasero, donde una brisa cálida entraba a raudales acariciando la piel. Se imaginó allì en las noches, observando la luna y las estrellas. Su corazón brincó de una felicidad que pronto fue opacada. Le encantaría estar allì con Ignatiev, compartir una noche mágica a la luz de unas estrellas que aùn no conocía. —¿Puedo pasar?. La voz de Sarah la sacó de sus pensamientos, sacudió la cabeza limpiándose unas lágrimas que no sabía cuando había salido de sus ojos. —Sì. Miro como la puerta se abría para darle paso a la doctora Miller, en sus manos había una pila de ropa pequeña. —Te he traído un par de cosas, son de mi mamá, espero que te queden. Kisha tomó las prendas en su mano, observando dos
Capìtulo 3.7 Kisha. Estuvieron varias horas perdidas en el centro comercial, aquel lugar era de dimensiònes extratosfericas, cualquier persona podría perderse dentro. Kisha estaba encantada con la cultura de aquel lugar, las personas paseaban siempre con una sonrisa en el rostro, parando en los locales de comidas riendo a carcajadas, hablando en voz alta con tal soltura y juventud que logrò encantarla. —¿Què deseas comer?. Se encontraban a rebosar de bolsas, llenas de ropa. —Antes de frenar quiero pasar por un local de telefonía, he visto uno en el segundo piso. Sarah le frunció el ceño. —¿Qué quieres comprar?. —Un teléfono móvil, deje el mìo en Moscú. También necesito una nueva laptop. Necesitaba tener un teléfono, era la única forma de mantenerse medianamente conectada con su país. Se conformaba simplemente con ver las fotos de su familia de manos de la prensa. —¿No podrán rastrearse?. Kisha comenzó a caminar, rumbo al local que había visto anteriormente. Sarah se mantuvo
Capìtulo 3.8 Kisha. Le tomó varias horas acomodar cada prenda en aquel Closet, se había negado a que las empleadas la ayudaran. Despùes de todo tenía una tarjeta Sim que esconder, se convenció que solo la había comprado para casos de emergencia, sin embargo, cuando el teléfono cogió batería lo quitó de la corriente. Trancando la puerta de su habitaciòn se encerró en el cuarto de baño, colocando y configurando la tarjeta móvil en el teléfono. Lo primero que hizo cuando se conectó a la red fue buscar el nombre de Ignatiev, solo había fotos de unos días antes donde se lo veía entrando a la gala del casino. Observó su rostro duro, la locura que nadie màs había notado en sus ojos, su familia y ella eran los únicos conocedores de la razón de su enojo. Acarició la foto del móvil, no pudiendo evitar las lágrimas que se deslizaron por sus mejillas. Deseaba que las cosas hubiesen sido diferentes, estar a su lado, que viera como su vientre crecía poco a poco. Odiaba la distancia que los s
Capìtulo 3.9 Ignatiev. El sol comenzaba a salir cuando Ignatiev se dirigio nuevamente a la mansión, dejó el coche en el aparcamiento observando a los guardias que custodiaban la entrada. Habían doblado la vigilancia, a cada momento los miembros de la familia tenían a tres hombres detrás. El paradero de Lombardi seguía siendo incierto, sin embargo, Ignatiev pensaba que la huida de Kisha tenía algo que ver con todo aquello, la mujer misteriosa, sin identidad podría ser tranquilamente una aliada del italiano. Cuando entró a la casa se dirigió automáticamente al comedor donde su familia se había reunido para desayunar, temprano como todos los demás días. —Buenos días, Ignatiev. Nikkita fue quien lo saludó, tenía una sonrisa en la cara la cual decayó al observar su expresión. —¿Qué sucede?. Fue su padre quien habló, clavó su mirada en el odiando cada moretón y corte que adornaba su rostro. No le había pedido disculpas, se prometió que aquel mismo día hablaría con él. Se sentó a
Capìtulo 4.0 Kisha. Ya se encontraba nuevamente en la casa, en su habitaciòn, mirando las estrellas en el balcón. Sintió unas ganas inmensas de prender un cigarrillo, sentada en aquel cómodo sofá, con la cabeza alzada hacia el cielo. Aguanto las ganas, sus pensamientos viajando nuevamente a su paìs. Por màs hermoso que fuera aquel lugar, no se comparaba con el amor de su familia, con sus días fríos y las noches en el casino. Extrañaba toda su vida y tenía miedo de tomar una decisión precipitada. Negó con la cabeza intentando disipar los pensamientos que no le servían de nada, levantándose de la silla se dirigió a la baranda del balcón. Al lado había otro similar al suyo, perteneciente a la habitaciò contigua. —¿No puedes dormir ojos de cielo?. Un grito quedó atorado en su garganta al sentir la voz resonando a su lado. Dirigió la mirada hacia allí encontrándose con la silueta parcialmente visible de Georgia, una brasa brillaba en medio de la oscuridad, perteneciente al cigarri