Epilogo. Kisha Ivanova. Este era el día más feliz de mi vida, bueno el segundo día más feliz, me encontraba vestida de blanco parada en un hermoso altar construido a bace de flores y madera blanca. Mi vestido era una cosa sencilla y corta, de tul y encaje. Nos encontrábamos en una playa celeste como el cielo más despejado, la arena blanquecina se colaba en mis pies descalzos. Y allí, al principio de un corto pasillo, se acercaba el flanqueado por tres pequeñas cabelleras negras que correteaban sonriendo. Ignatiev llego a mi lado con una sonrisa enorme agarrándome la mano, con nuestros hijos de dos años revoloteando a nuestro alrededor. Nunca iba a sentirme tan feliz como en aquel momento en el que di el sí. La fiesta siguió hasta que la noche toco la tierra y luego se fue como un suspiro dándole paso a un nuevo día. Me encontraba sentada en la arena, mirando a mis tres angelitos plácidamente dormidos en la falda de sus abuelos, uno para cada uno, uno para todos. Lágrimas de fe
Agradecimientos. No sé si haya alguien del otro lado leyendo estas palabras, en casi de que si, son todas para ti. Gracias a ustedes, los que leen, es que esta obra fue capaz de ser y llegar a su fin. De todo corazón les digo gracias a los que me acompañaron hasta aquì y a los que se quedaron por el camino. Para un escritor un libro es como un hijo al que le dedicamos tiempo, amor, tristeza y hasta rabia, no saben lo que significa culminarlo. Quedarse con ese saborcito de que fue capaz de llegar a su fin. Muchas gracias por leer. Atentamente: Miss Peregrine.
Capítulo primero.Kisha estaba vacía, vacía de cualquier emoción.Después de todo se había encargado de robarle hasta el más pequeño vestigio de inocencia, lamentablemente demasiado brutal como para dejar cicatrices tanto físicas como psicológicas.Lanzó un suspiro al aire, intentando no pensar en un pasado que no le traía nada más que dolor y miedos que aún latía en su interior.Observó, entre la bruma del puerto, la pequeña construcción de madera que albergaba a su presa de la noche.—Me encargaré de los guardias, esperen mi señal para poder entrar.Sus hombres asintieron con la cabeza antes de verla perderse en medio de la bruma.....Al ingresar a la casa, con los guardias ya muertos, Kisha se encontró con una mujer trepada al regazo del viejo Tolstoi. Sin ser vista avanzó hacia ellos, tirando del cabello de la mujer hasta dejarla desparramada frente a ella.Tomó el arma en su costado, apuntando directo a la cabeza.Muy en el fondo de su podrido corazón sintió pena por la muchacha
Ignatiev.Se había marchado por tres años, el día en que se despidió de Kisha había dejado a una dulce niña de dieciséis años llorando desconsoladamente, ahora no podía reconocer en absoluto a la mujer que tenía frente a él, observandolo sin un mísero sentimiento en aquellos ojos.El tiempo no había hecho más que embellecerla, ya no era una niña se había convertido en toda una mujer capaz de quitarte el aire tanto por su sensualidad, como por esa aura densa y oscura que la envolvía.—Odio las sorpresas.Fueron las únicas palabras que salieron de aquellos carnosos labios antes de marcharse.Ignatiev quedó paralizado en su lugar. Se había imaginado mil veces aquel reencuentro, en ninguno de ellos se apreciaba este final.Espero un reguero de lágrimas en aquel rostro dulce que recordaba con tanto anhelo, un abrazo cálido, quizás una bofetada por irse, no esa indiferencia que se clavó en su pecho como un puñal caliente, haciéndolo sentir dolor.La sala se vació en menos de cinco minutos,
Kisha.No podía creer que él hubiera vuelto, después de tres años de abandono, después de lo que ella había sufrido y él no estuvo ahí para protegerla. Volvió, con aquella sonrisa que lograba derretir a la Kisha de 16 años que dejó sin mirar atrás. Furia la recorría, rememorando la sonrisa que le dedicó creyendo que al volver se encontraría con una mujer dulce entre nubes de algodón.Que se jodiera, la niña dulce ya no existía, simplemente se encontraban los vestigios de una mujer a la que le habían arrancado todo.Despertó temprano, como era costumbre, tomó una ducha sintiendo como la casa entera aún dormía.Cuando estuvo vestida bajo las escaleras con rapidez dirigiéndose a la cocina, tenía que ir al casino, supervisar los movimientos, contactar a algunos de sus espías para que le contaran cual había sido la reacción de Lombardi al recibir su hermoso presente de carne.Estaba sonriendo con sadismo cuando llegó al umbral de la cocina, parándose de golpe.Dentro ya se encontraban tres
Ignatiev.Tenía una mezcla de sentimientos en su interior, nunca había sido bueno para manejar emociones. En ocasiones creía que no había nacido con el don de sentir, ella siempre había sido la excepción a la regla.Ahora no sabía cómo actuar, la duda y sospecha comiéndole las entrañas.Siempre pensó que al regresar al fin podría formalizar lo suyo, ya no sería la niña de dieciséis años queriendo su cariño constantemente, sería una mujer de veinte deseosa por unirse a él, entregarle su amor.Que equivocado estaba.Se había encontrado con una mujer castigada por algo demasiado grande que escapa de su maldito entendimiento.Suspiro, con una mano en el volante y la otra en un cigarrillo a medio consumir.En menos de diez minutos ya se encontraba en la puerta de la mansión, subiendo los escalones de dos en dos. No le prestó atención a nadie, ni siquiera sabía si alguien se había cruzado en su camino, simplemente siguió rumbo al despacho donde sabía que se encontraba su padre.Entró sin to
Capìtulo 0.5Kisha.Se encontraba en el club controlando los libros de contabilidad cuando Ignatiev entró a la oficina.—¿Realmente no te han enseñado a tocar?No levantó la vista de los números que pasaban frente a sus ojos, no hasta que él no respondió a su pregunta.Lo observó con fijeza, a medida que analizaba las emociones en sus ojos màs frunció el ceño, hasta que cerró el libro de golpe apretando los puños con fuerza a sus lados.—Te lo han contado.— Se levantó de la silla con lentitud. — No te ha bastado mi negativa como para ir corriendo a chismosear con mi padre.Apoyó su cadera en el escritorio, cruzándose de brazos en una posición defensiva. Sentía rabia y vergüenza de que fuera conocedor de lo rota que estaba por dentro. La mirada de Ignatiev cambió, reflejando pena, lástima. Sentimientos que odiaba con todo su ser, odiaba que la gente la mirara de aquella forma. Lo habían hecho por mucho tiempo, su padre aún lo hacía cuando creía que ella no lo veía.—Cambia esa puta mi
Capítulo 0.6Antes del atardecer ya estaba todo listo para su incursión, Sasha había elegido diez de sus mejores hombres además de Ignatiev y Dimitrios.Ya en el Jet privado Kisha no pudo hacer nada más que rodar los ojos ante la competencia de meadas que se estaba desarrollando a su alrededor, tenía a cada uno sentado a sus lados. Las miradas de soslayo no pasaron desapercibidas para ella.Mucho menos cuando Dimitrios tomó un mechón de su cabello colocándolo detrás de su oreja, acariciando su pómulo en el proceso.Sintió como Ignatiev se tensaba a su lado, la mirada que le dirigió estaba cargada de frialdad. Después de todo, aquel hombre podía tocarla sin ponerla a temblar al momento, presa del pánico.Con una sacudida de cabeza cortó el contacto, mirándolo con furia.—Resuelvan su maldita disputa antes de llegar, no quiero niños maduros en mi grupo. Si van a competir con quien mea más lejos, los mandaré con una patada en las bolas de nuevo a Moscú.Se levantó con brusquedad sin espe