Capìtulo 3.7 Kisha. Estuvieron varias horas perdidas en el centro comercial, aquel lugar era de dimensiònes extratosfericas, cualquier persona podría perderse dentro. Kisha estaba encantada con la cultura de aquel lugar, las personas paseaban siempre con una sonrisa en el rostro, parando en los locales de comidas riendo a carcajadas, hablando en voz alta con tal soltura y juventud que logrò encantarla. —¿Què deseas comer?. Se encontraban a rebosar de bolsas, llenas de ropa. —Antes de frenar quiero pasar por un local de telefonía, he visto uno en el segundo piso. Sarah le frunció el ceño. —¿Qué quieres comprar?. —Un teléfono móvil, deje el mìo en Moscú. También necesito una nueva laptop. Necesitaba tener un teléfono, era la única forma de mantenerse medianamente conectada con su país. Se conformaba simplemente con ver las fotos de su familia de manos de la prensa. —¿No podrán rastrearse?. Kisha comenzó a caminar, rumbo al local que había visto anteriormente. Sarah se mantuvo
Capìtulo 3.8 Kisha. Le tomó varias horas acomodar cada prenda en aquel Closet, se había negado a que las empleadas la ayudaran. Despùes de todo tenía una tarjeta Sim que esconder, se convenció que solo la había comprado para casos de emergencia, sin embargo, cuando el teléfono cogió batería lo quitó de la corriente. Trancando la puerta de su habitaciòn se encerró en el cuarto de baño, colocando y configurando la tarjeta móvil en el teléfono. Lo primero que hizo cuando se conectó a la red fue buscar el nombre de Ignatiev, solo había fotos de unos días antes donde se lo veía entrando a la gala del casino. Observó su rostro duro, la locura que nadie màs había notado en sus ojos, su familia y ella eran los únicos conocedores de la razón de su enojo. Acarició la foto del móvil, no pudiendo evitar las lágrimas que se deslizaron por sus mejillas. Deseaba que las cosas hubiesen sido diferentes, estar a su lado, que viera como su vientre crecía poco a poco. Odiaba la distancia que los s
Capìtulo 3.9 Ignatiev. El sol comenzaba a salir cuando Ignatiev se dirigio nuevamente a la mansión, dejó el coche en el aparcamiento observando a los guardias que custodiaban la entrada. Habían doblado la vigilancia, a cada momento los miembros de la familia tenían a tres hombres detrás. El paradero de Lombardi seguía siendo incierto, sin embargo, Ignatiev pensaba que la huida de Kisha tenía algo que ver con todo aquello, la mujer misteriosa, sin identidad podría ser tranquilamente una aliada del italiano. Cuando entró a la casa se dirigió automáticamente al comedor donde su familia se había reunido para desayunar, temprano como todos los demás días. —Buenos días, Ignatiev. Nikkita fue quien lo saludó, tenía una sonrisa en la cara la cual decayó al observar su expresión. —¿Qué sucede?. Fue su padre quien habló, clavó su mirada en el odiando cada moretón y corte que adornaba su rostro. No le había pedido disculpas, se prometió que aquel mismo día hablaría con él. Se sentó a
Capìtulo 4.0 Kisha. Ya se encontraba nuevamente en la casa, en su habitaciòn, mirando las estrellas en el balcón. Sintió unas ganas inmensas de prender un cigarrillo, sentada en aquel cómodo sofá, con la cabeza alzada hacia el cielo. Aguanto las ganas, sus pensamientos viajando nuevamente a su paìs. Por màs hermoso que fuera aquel lugar, no se comparaba con el amor de su familia, con sus días fríos y las noches en el casino. Extrañaba toda su vida y tenía miedo de tomar una decisión precipitada. Negó con la cabeza intentando disipar los pensamientos que no le servían de nada, levantándose de la silla se dirigió a la baranda del balcón. Al lado había otro similar al suyo, perteneciente a la habitaciò contigua. —¿No puedes dormir ojos de cielo?. Un grito quedó atorado en su garganta al sentir la voz resonando a su lado. Dirigió la mirada hacia allí encontrándose con la silueta parcialmente visible de Georgia, una brasa brillaba en medio de la oscuridad, perteneciente al cigarri
Capìtulo 4.1Kisha.Cargaba una nueve milímetros en el bolso, con las suficientes balas como para matar a un maldito ejército.Planeaba acabar con la vida de un par de personas, pero no aùn.Rodeando la casa se dirigió al patio trasero, recordando las escaleras de incendios al lado del balcón. Deseo que cierto imbécil no estuviera espiando.Camino despacio, aferrando con fuerza los tubos de hierro mientras escalaba. Entró a su habitación sin hacer el mínimo ruido, dejando el bolso bien escondido debajo de la cama, al igual que el teléfono móvil en la almohada.Volvió a bajar por donde había subido, rodeando la casa, disponiéndose a entrar por la puerta principal.Respiro un par de veces colocando la mano en la manija.Que comience el Show.Abriò fingiendo no poder con su propio cuerpo, adentrándose en los pisos de marmol.Al instante unas manos firmes la aferraron sacudiéndola.—¿Dónde demonios estabas?.Cerró los ojos, fingiendo debilidad. Intentando no actuar ante el tono cargado de
Capìtulo 4.2 Ignatiev. Hacía unas horas se había dormido, envuelto en las sabanas de Kisha, sintiéndose cobijado por su olor. Estaba en un sueño profundo cuando alguien entró por la puerta con fuerza, azotándola contra la pared. Se levantó de golpe, apuntando el lugar con el arma que siempre guardaba debajo de la almohada. Preso del sueño y la oscuridad no pudo fijar la mirada. –Soy yo, Ignatiev. Enfoco la mirada en un Dimitrios en pijama, alzando las manos, con la mirada puesta en la nueve milímetros que lo apuntaba. –¿Qué pasa?. Bajo el arma, aclarándose los orbes. –Ven a la sala, ahora. Se levantó con rapidez, importando muy poco si se encontraba en boxer. Bajo las escaleras con rapidez, dirigiéndose a la sala, encontrándose con toda la familia allì presente, sentados alrededor de una mesa. Dimitros se encontraba en el centro tecleando en una portátil. –¿Qué pasa?. –Siéntate. Fue Sasha quien habló, señalando uno de los sofás desocupados. Todos se encontraban adormila
Capìtulo 4.3Kisha.No podía apuntar bien, el viento golpeaba su mano, el auto hacia zigzag en el pavimento haciéndola balancearse.—¡Mantente recto!.Grito por encima del sonido, intentando fijar el arma. Tenían una camioneta negra a menos de ciento cincuenta metros de distancia, si lograba darle podría causar una reacción en cadena. Si la camioneta volcaba podría golpear a las demás, era una gran oportunidad.—¡Eso intento!.La voz de Georgio le llegó distorsionada, tuvo unos segundos de estabilidad en los que apretó sus piernas en torno a la puerta colocando ambas manos en el arma, apuntó sintiendo como el tiempo se volvía lento a su alrededor, cada latido de su corazòn siendo escuchado por sus oídos.Fijo el arma hacia el asiento del conductor y disparo.La bala viajaba con velocidad, escuchó el estruendo del parabrisas al romperse y luego un volantazo que hizo girar a la camioneta. Observó fijamente como esta volcaba haciendo que otras impactaran contra la carrocería destrozada.
Capìtulo 4.4Ignatiev.Íbamos lo más rápido que podíamos, siguiendo la señal del transmisor del coche. Kisha estaba escapando con alguièn, no sabia con quien.—Algo ha pasado. — Todas las miradas se dirigieron a Dimitrios. — Se han parado en medio de la ruta.Señaló con un dedo el mapa, donde el punto rojizo que antes se movía con velocidad, ahora permanecía quieto.Comenzó a sentirse preocupado, demasiado preocupado como para poder respirar.—¿Qué ha pasado?.Sasha se colocó a su lado, observando el computador en las piernas de Dimitrios.—No lo sé, simplemente frenaron. Comenzó a mover los dedos con rapidez en las teclas, intentando mantener el equilibrio con el ajetreo del avión.—¿Qué haces?.—Intentando hackear el automóvil, meterme en las cámaras frontales y traseras para averiguar qué demonios sucede.Números inentendibles fueron viajando por el computador, Dimitrios movía los dedos a una velocidad anormal.—Iré a preguntarle al piloto cuánto falta para llegar a ese lugar.Ma