Seguía escuchando su conversación y la verdad era que me tenía conmovida.—Aún no estoy preparado, primero debía salir del fango, ser digno de esa mirada, así me dijo el padre y concuerdo con eso. —Se rascó el cuero cabelludo—. Si el señor Dios quiere algo de mí, aún no sé qué es…—Te puso un ultimátum. —dijo Simón, vi el movimiento de cabeza de Roland.—A lo mejor, y como dijo el ángel. Él de arriba es tan inteligente que sabe cómo captar mi atención, yo creo en muy pocas personas, en mi selecto grupo de guardaespaldas en el que incluyo a Inés y en la mujer que estremeció mi existencia, esa que es tu mejor amiga. —señaló a mi amigo.Me tapé la cara, quería ocultar las lágrimas. ¿Por qué llegó a los brazos de Beatriz? ¿Qué fue lo que lo llevó a ella? A esa estúpida zorra y perdóname Dios, no puedo llamarla de una forma diferente. Cebolla detuvo el auto en una gasolinera.«Hola, Hermosa, como te he contado en días pasados, en la madrugada, no podía dormir y salí en el carro, no sé si f
Ahora tenía tantas ganas de llegar a verlo. Amaba a este hombre.—Con mucho gusto señorita. —Al decirlo Miguel pisó más el acelerador.«Como voy a hacer para no enloquecerme por ti… no sé cómo hacer, para no amarte… para no pensarte a cada segundo… No sé cómo hacer para que mi corazón lata como antes. En esto me has convertido, Vida.» Terminé de escuchar los mensajes, unos más largos que otros, entramos a Bogotá sobre las cinco de la tarde y Miguel llamó a Simón, por la ruta que tomó, íbamos para el apartamento o la casa de él. Llegamos al apartamento, Simón nos esperaba en la entrada del condominio.—Señorita, subió a buscar unas pertenencias.—No tengo llaves. —Simón me entregó una copia, a este hombre no se le escapa nada.—Señorita…—Tranquilízate, hazte a la idea que me cuidarás como la señora Sandoval.Era la primera vez que le vi un gesto de sensibilidad, los ojos se le humedecieron.—Será un placer cuidarla. No le diga que sigue siendo señorita, él debe aprender un poco a dar
Me costaba creer que Verónica volvía a ser mía, sus labios son adictivos. La miraba de vez en cuando de camino a la casa. Inés estará feliz, y el par de sapos que me seguían y debería estar enojado con ellos, pero en el fondo les agradezco lo hecho, la rabia que tenía por dentro era conmigo mismo.Era culpable el que ya no sea virgen, la quiero a ella y jamás le diré que si me afecta el que yo no sea el primero. La miro y sigue igual, su mirada de inocencia está ahí. Volvió conmigo, era lo único importante.Si hubiera seguido los consejos de todos cuando me dijeron que la buscara y le contara la verdad, de haberlo hecho a lo mejor ya sería mi esposa y yo me hubiera inscrito en su historia. —aferré las manos al volante.Ella me miró luego la desvió, debe imaginarse lo que estoy pensando. La tomé de la mano, se me habían olvidado las pequeñas cosas agradables de ella y que siguen iguales.—¿Pasa algo?Negué, jamás debe saberlo, eres víctima de tu propio invento hijueputa, a enfrentar la
Ya imagino el monto. La señora me miraba algo escamosa. Luego habló.—Depende de lo laborioso que lo quiera el cliente. —Se acomodó sus gafas, otra vez.—Perdí media hora, solo dígame que cuesta hacer un vestido estilo Elfa, blanco.Verónica me miró a lo mejor no le gusta que yo escoja el estilo, debe verse preciosa en un traje de ese estilo y con ese cuerpazo.—Así de sencillo, con mi toque de elegancia cobraría quince millones.—Le pago cuarenta y cinco millones —los ojos parecieron gigantes detrás de los lentes—. Lo necesito en diez días. ¿Puede? —Por un traje tan sencillo…Verónica trató de contener la risa, no está enojada conmigo, ¡victoria! El segundo punto resuelto.» Señor…—¿Necesita más?—No, no, no, por el amor de Dios, así está bien y no aceptaré esa cantidad, con la mitad es suficiente. No dormiré por días… niña debo tomarte las medidas.—Bueno ¿con el secretario me entiendo para el pago del dinero?—Es cincuenta y cincuenta. —sonrieron las dos mujeres.—Hasta aquí inte
Nunca imaginé una situación de estas, y menos que me tocaría vivirla a mí, ni siquiera conociendo la vida de mi futuro esposo, pensé que llegaría a experimentarla. Siempre he mirado en las noticias el secuestro de tal persona y me parecía una situación fuera de contexto, jamás lo albergué como una realidad. Siempre he estado ajena a una realidad eminente en el país en el que vivo. No le he hecho nada a nadie, siempre me he dicho; jamás me tocará a mí. Sentía pesar por el prójimo, pero nunca lo interioricé hasta hoy. Fui arrastrada del cabello por toda una casa y fui lanzada en una habitación sin ventanas y muy oscura, ni las manos podía verme.Por más que he tratado de abrir los ojos no lograba ver nada, recibí un fuerte golpe en la cabeza, y dolía mucho, amarré la bufanda en la cabeza. Tenía plena seguridad de salir de aquí, Roland debía estar revolucionando la ciudad. Dios por favor dale serenidad para sobrellevar la situación.Desde mi atentado no había visto morir gente cómo hace
Fue hermoso escucharlo referirse a sus amigos de ese modo. Nunca lo había notado, sin embargo, su círculo más cercano era una hermandad. Respetaban la jerarquía, pero eran un bloque de te metes con uno y lo haces con todos.—Eso es mucho que decir para ti.—Sí, como tú eres mi novia, serás mi mujer, mi esposa y algo más. —Ya me estaba durmiendo otra vez.—Falta tu amiga y amante a esa lista. —volvió a reír—. Mañana no me des más pastillas para dormir, por favor. —suspiró, me besó y se aferró más a mi cuerpo.—Perdóname por ver lo que realmente soy. —Lo abracé más fuerte—Eres mi ángel guerrero. —Me abrazó más fuerte y me quedé dormida.El despertador sonó y quedé sentada por el susto. ¡A quién se le ocurrió poner ese timbre tan horrible! El sol entraba iluminando la habitación al mirar la mesa de noche, no pude evitar reírme, había tres frascos de pastillas y cada una al lado de un despertador «de veras que eres increíble Roland», me tomé la que me correspondía y al lado había una peq
El matrimonio sería a las diez de la mañana, mi estilista no demora en aparecerse según la información suministrada por Inés, a las seis de la tarde, me arreglarán las manos y los pies, además me pondrán extensiones que harán ver mi cabello hasta el inicio de mi trasero, estoy muy nerviosa.Mi familia nos esperaba, mi hermano me abrazó al verme llegar, mi padre también hizo lo mismo, se dio cuenta del golpe.—¿Qué te pasó en la cabeza? —Me mordí el labio.—Me caí. —Mi padre enarcó una de sus cejas.—La secuestraron. —miré a Roland, no era momento para agrandar más la brecha existente entre ellos, mi hermano miró a Roland no con rabia, esperaba una explicación—. Duró una hora y media raptada, la encontré.—¿Y tú mataste a los secuestradores? —preguntó papá.—Eso lo hice yo.Intervino Simón, mi padre tenía la cara roja por la ira y Santiago lo abrazó.—Gracias, viejo. —miré a Luz Marina, esperaba que mi padre explotara.—Esa es la vida que llevarás, ¡te felicito!—Don Fausto… —Comenzó a
La celebración de nuestro matrimonio se había organizado para que fuera hasta altas horas de la noche y el que deseara quedarse lo podía hacer. El brindis, las fotos, el vals, y cada ritual de un gran matrimonio se cumplieron. A Inés, a Simón y el resto de esos célebres amigos del capo se les notaba la felicidad, sé que adoran a mi Roland como madre, hermano y amigo.Nos sirvieron el almuerzo, mi esposo no dejaba de jugar con mi anillo de matrimonio y no dejaba de mirarse el suyo, permanecí callada, después de comer le pediré que me acompañe a la habitación para darle mi regalo, no se nos ha quitado la sonrisa, me siento muy feliz. —Acompáñame amor. —Me levanté de la mesa.—Pero…—Acompáñame, no puedo entregarte mi regalo aquí —sonrió.—Está bien.Lo más disimulado que pudimos nos retiramos, tomados de mano y entramos a la habitación, él comenzó a estar receloso, miró la cama que tenía el ramo con el que me casé. Cerré la puerta con seguro.—Amor, ¿puedes ayudarme a quitarme el vest