Capítulo 68 - Estar de regreso en casa

Me estiré en la cama, desde las tres de la mañana escuché a mi padre caminar por la casa, en menos de una hora debía levantarme, ayudo a ordeñar las vacas. D’Artagnarn se subió a la cama, dormía conmigo al pie de ella, acomodé su cambuche de cobijas y no había poder humano que lo sacara de la recámara, en el fondo no quería separarme del único recuerdo que me quedaba de Roland.

La primera semana fue dura. El señor Fausto estaba feliz porque me alejé de esa «mala influencia», el problema era mi corazón, ese sentía lo contrario, no he puesto de acuerdo a la razón y al corazón, este último lo ha justificado hasta más no poder.

Mi orgullo se ha jactado en que vendrá a buscarme, pero no fue así. La segunda semana mi altivez bajó y comencé a llorar al darme cuenta de que él no me amaba. No lloraba delante de ellos, lo hacía cuando galopo o en los momentos cuando estoy trabajando. Trato de sonreír, aunque sabían que lo hacía por cortesía.

Los golpes en la puerta me sacaron un quejido, la vid
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