Me senté en el sillón de la sala de espera, al frente mío una vez más vi el anciano que se sentó ayer al lado de Raúl. No dejaba de moverme. Por mi culpa tendrá una horrible cicatriz en su bello cuerpo.—¿Por qué le pasan cosas a ella?Hablé en voz alta, me movía a delante y atrás en el mueble. Como si me meciera.—Confía en Dios.Habló el anciano, lo miré con ganas de matarlo. Qué sentido tenía escuchar a todo el mundo, mencionar al ser más malvado del universo. No se habían dado cuenta de que era lo más mezquino que la iglesia se ha podido inventar.» Todo tiene un propósito.—Pues que se olvide de tomar a mi novia como conejillo de indias. A ella su Dios me la deje a un lado, si necesita algo que me lo pida, pero a ella ¡qué no la toque!El anciano sonrió, era la misma sonrisa de Verónica, esa expresión evitó el partirle la cara.—Me sorprende la inteligencia de mi Señor.—Mire… como se llame, usted parece haberse entregado a la destrucción mental del mundo, y ese es el fanatismo d
Todo era surrealista, parecía estar en un lugar desconocido. —Ven conmigo hijo.La voz del anciano tenía más firmeza que la mía, eso fue lo único que solo habló, tal vez fue el estado de somnolencia, dejé de resistirme, Rata me soltó sin bajar la guardia. Me acerqué a don Fausto.—Por favor no la desconecte.Supliqué. Las enfermeras atendían a Cebolla y a Santiago.—No sé mi hija que vio en ti.Quise contestarle que yo tampoco lo sabía, pero algo estaba logrando desde mi pecho.» No dejaré a mi niña consumirse en ese estado.—Pagaré todo, si es por dinero…—No conoces nada que no sea dinero, ¿cierto? ¿Quieres calmar tus remordimientos con mi hija? —don Fausto me miraba con enojo. Tal vez parezca un loco.—Es hora de caminar Roland. —intervino el viejo de nuevo. —¡Yo tampoco sé por qué Verónica me ama!, pero algo está haciendo conmigo, por favor no la desconecte.—Mi tiempo se agota. —¡ese señor es irritante!—¡Ya voy! —Le grité al viejo—. Por favor… —Le supliqué a mi suegro.—Mañan
No podía creer lo que me había pasado, ¿Se me apareció un ángel? Era un puto demonio, ¿cómo se me aparece un ángel?—¡Si Simón!, pero solo lo veía yo.Lo último lo susurré, miré al altar, se sentía una paz en ese lugar, una paz… desde niño no la sentía, volví a experimentarla al lado de Verónica. ¿Qué ocurría?» ¿Ya se fue don Fausto?—Sí. —Su mirada era desconcertante.—No te preocupes Rata, estaré bien, hace años no entraba a una iglesia.—Jamás lo he visto ingresar a una.—Cuando tenía seis años, recuerdo que mi… iba cada ocho días, al abandonarme jamás volví. —Le di una palmada en la espalda—. ¡Se me apareció un ángel Rata!, toda la semana he hablado con mi ángel de la guarda. —sonreí con nervios—. ¿Crees que estoy loco?—La verdad es que sí, tal vez esquizofrénico, no comes bien, a duras penas has dormido y no te has arreglado.—Necesito ver a Verónica, si mañana muere…Se vino una ola de sentimiento y exploté en ese instante, Rata me abrazó. Era la primera vez que me veía llorar
Necesitaba hablar, al menos intentar sacar este dolor y rencor guardado desde niño.—Solo espero que en esta ocasión me hayas escuchado. No he sido bueno, y todo lo hice por rabia. Mi madre me enseñó a amarte, el problema es que me pusiste un sacrificio muy alto, no lo superé, en mi defensa era un niño para entenderlo. Con el tiempo la ira ganó, fui alejándome, comencé a profanar e incumplir tus mandamientos.» A todos me los llevé por delante y desde la llegada de Verónica lo reconocí a conciencia y no me enorgullece. Ahora siento avergüenza de tanto daño. No sé si mis pecados los puedas perdonar señor Dios. Tampoco comprendo lo que quiere de mí, me sorprende por qué aún usted me mantiene con vida.» Dicen que siempre tienes tus razones. Pero no te metas con ella. ¡Y te lo digo en serio! Si la enviaste para llamar mi atención, lo has logrado. Yo no tengo nada bueno en la vida. —El anciano no habló de dejarla, solo que ofrendara lo más deseado, por eso no he podido hacerle el amor, aú
Al despertar, la habitación era diferente, no había tantos aparatos como en la mañana. Recordé el llanto de Roland, lloraba y pedía que me despertara. Mi padre y hermano leían sentados en el gran sillón al costado derecho del cuarto. Santi con un libro en la mano, papá con el periódico. Roland, por el contrario, con su portátil entretenido, sumergido quién sabe en qué.Los miré por un rato, no recuerdo nada hasta la madrugada de hoy cuando lo escuché llorando, jamás pensé que saldría de la máscara de hierro. Un hombre como él, tan seguro de sí mismo, tan implacable en sus decisiones y verlo mostrar un poco de debilidad fue el mejor recibimiento. No sé qué le hice, sin embargo, él había calado en mi alma de una forma enfermiza, inexplicable. Me moví un poco y ellos reaccionaron al tiempo.—¡Hija! —habló papá y al mismo tiempo…—¡Vero!Santiago tomó mi mano, tenía el rostro desencajado, los ojos hundidos y la nariz vendada. El golpe fue duro.—¡Verónica!Miré a mi novio, volvió a ser el
Mi amigo me miraba con algo de pesar por mi actual situación.—Mi papá lo odia.Me miró con lástima, se encogió de hombros. Abrió la puerta, Cebolla ingresó con una silla de ruedas. Comencé a negar, no me sentaré en una cosa de esas.—Lo siento Vero, no te dejan salir de la clínica si no lo haces sentada en esa silla. —alcé las manos hacia arriba.No solo fue salir de la clínica, también el transporte. Fui llevada en ambulancia hasta el apartamento… mi apartamento. Fue incómodo, el enfermero fue tajante porque yo no podía tener agitación. Debía realizar ciertos ejercicios para los pulmones, y poco a poco volverán a su ritmo habitual. Sentí mucha molestia por no llegar a mi antiguo apartamento. Ahora estaba en el que era mío. El enfermero me llevó a la recepción del lujoso condominio, mi novio esperaba muy serio. No le dije nada cuando la silla pasó de manos. Amaba a este hombre con todas mis fuerzas, pero se le olvidaban los tratos. Al mirarme entendió el malestar, pero era un perfec
Trata de entender un poco, no juzgues Verónica ni te pongan en el plan de menospreciarte. Mira todo desde otros puntos de vista.—Es bueno saberlo. —Le di un codazo a Roland, sonrió y se alejó un poco—. Entonces no es necesario continuar con una enfermera.—No es necesario la verdad.El doctor lo miró, luego se encogió de hombros, metió sus manos en los bolsillos del pantalón, sus ojos me miraron con tristeza. ¿Qué rondará por su cabeza?—Gracias por todo doctor.Mi novio lo acompañó hasta la puerta. Fui a la cocina para preparar la cena, lo vi sentarse al otro lado de la barra, me analizaba desde ese punto, los nervios se apoderaron de mí. Preparé crepes, puse los platos en la barra.—¿Qué te pasa Verónica?Entendió las miradas de mi parte mientras cocinaba, él realizaba, no sé qué cosa en su computador.—A mí nada… ¿Y a ti?Negó, cerró el portátil, cogió los cubiertos y comenzó a comer. Suspiré, al parecer no me dirá nada. Cenamos en silencio, se mostró incómodo, le pasa algo. Mient
Puse los platos de comida. Comenzó a llover. Me levanté de la mesa, le abrí la puerta de la terraza a D’Artagnan quien entró y corrió a meterse en mi habitación, cada vez que llueve se pone muy nervioso y se calma debajo de mi cama. Si comienza a tronar, no habrá poder humano que lo saque de su refugio. Roland sonrió al verlo salir precipitado a esconderse. —Vaya, ¡qué gran cuidador tienes! —A pesar de los nervios, me reí ante su comentario—. Te quedó muy rica la comida. —Debo ser honesta, la preparó Raúl, mientras yo me arreglaba para ti. Sonrió forzosamente, y el dolor volvió. Me obligué a comer, al terminar tomó el vino y sirvió una copa para cada uno. Mientras se tomaba el vino miraba su reloj, le acaricié el dorso de su mano. —Le quedó muy rico. Debes hablar, siempre te ha gustado la honestidad y aclarar las cosas cuando van mal en cualquier faceta de tu vida. ¿A qué le tienes miedo? ¿A qué le temes? —Necesito hablar contigo antes de que te vayas Roland. Me levanté, fui ha