Se sentó en la cama, alzó una de sus cejas y desvió la mirada sonriendo un poco. Me acerqué al nochero, tomé el reloj. Lo hice con la intención de quedar a pocos centímetros de ella e instantáneamente mi verga se levantó aún más. No me moví, ella a duras penas respiraba. Al ver que no movió un solo dedo, respiré profundo, resignado una vez más a irme en blanco, no pasaría nada.Abroché el reloj. Sin embargo, en ese instante surgió lo que yo llamaría un milagro. Verónica besó mi verga y está en el alto grado de necesidad, reaccionó poniéndose más dura. Mi respiración comenzó a alterarse. ¡Qué mierda era esto! ¿Acaso no era normal que me hicieran sexo oral?La miré, sentada frente a mí, como siempre he soñado, dudó o tal vez se enfrentaba a ella misma en sí, seguía o no. Quería tomarla del cabello y pegarla para que succionara, deseaba que se tragara lo que tenía reprimido por su culpa.No me moví, dejé que ella lo hiciera, su rostro se tornó rojo por lo realizado. No obstante, la noche
Esperaba su respuesta, se veía bastante incómodo. Bajó la mirada. —No Patrón. Todo sobre ruedas. Es… Miró a Rata, este se cruzó de brazos alzando una de sus cejas, gesto de autoridad o le dices o te jodo, la expresión de mi amigo era de inconformidad o tal vez un poco de vergüenza. —Por un tema… Salgo con Raúl, el mejor amigo de la señorita —bajó la mirada y estaba rojo—. Comprendo si no soy apto para mantenerme a su lado. No sé qué cara puse, supongo de «¿qué m****a es esto?», me atarugué con el agua. Cebolla afirmó y dio media vuelta. —¿A dónde m****a vas? —No me miró, algo le incomodaba—. El hecho de que el palo lo metas de reversa no te ha afectado para bajar a quién se te ha encomendado y mucho menos se te ha arrugado el valor al protegerme. Me sorprendiste, hemos disfrutado en muchas fiestas y te gustaban las mujeres. —Y me gustan, patrón. Pero… es algo distinto. —escuché la carcajada de Rata—. Gracias, supongo que el cambio de mentalidad se debe a la señorita. —No me met
Continuó hablando con su amiga y ese favor que le pedían.—Lorena, tú sabes moverte muy bien, sin embargo, no sé cómo bailan tus amigas. —Se bajó al verme que salí del auto—. No tengo problemas en ayudarles con la coreografía, acompaño a Roland hacer algo y le pido que me lleve, por ahora miren qué canciones quieren bailar.Habló algo muy bajo, no escuché muy bien, se sonrojó, me dio la impresión de que le comentaba algo referente a lo de esta mañana.» Hablamos más tarde. En un par de hora nos vemos.—¿Qué pasa?Me miró y se encogió de hombros, observó a su alrededor, sus ojos poco a poco se fueron abriendo.—Wow. —sonreí, al menos le parece lindo—. Es increíble. —Era bello verla con esa sonrisa—. ¿Tú lo hiciste?—Mi firma —contesté.—No, Roland, el lugar tiene tu firma.—¡Ah! ¿Tengo firma? —Me tomó de la mano, estaba frío, no quería hacerla enojar.—¿Qué hacemos aquí?—La dueña de unos de los apartamentos vendrá hoy a mirar si le gustó lo que hicimos, y Marlon comentó que lo había d
Me obligué a trabajar, puse a Rata a y Cebolla a correr con informes de las muchas empresas que tengo, de las negociaciones lícitas e ilícitas bajo mi mando. No se atrevían a hablarme, entré más pasaba el tiempo, más incertidumbre tenía dentro de mí.Verónica no me había llamado, ¿para qué llamarla?, no tenía ánimos para que saliera con alguna de sus estúpidas filosofías de «ponte en mi lugar» —Cebolla escribía por celular con alguien—. Al mirarlo se percató.—Lo siento Patrón, me escribió Raúl. —extendió su celular.—¿Crees que si estuvieras hablando con algún número no identificado estarías ahí sentado?Habló el jefe de seguridad, mi personal estaba estrictamente vigilado, nada se le pasaba a Rata en cuanto a la inteligencia.—Estamos trabajando —Fue mi comentario.—Cebolla, déjame con el Patrón un momento.—¿Acabas de desautorizar una de mis órdenes? Debía entregarme el informe.Simón miró a Cebolla, quien se levantó encogiéndose de hombros.—No me pongan a escoger, qué gonorrea de
Fue una súplica y el corazón parecía a punto de salirse de pecho, era una maldita escoria, desde pequeño me lo restregaron en la cara, nunca había tenido miedo de nada, y ahora estaba a punto de cagarme en los pantalones, ¿por esperar la respuesta de una mujer?Ella no habló, afirmó. Sus ojos brillaron, me lancé a besarla, la alcé, sus piernas se enrollaron alrededor de mi cintura. Cerré con el pie la puerta de la calle y la llevé hasta su habitación sin soltar un segundo sus labios. La dejé en la cama, no quería rozar mi verga, solo necesitaba abrazarla.Me quité la camiseta, el pantalón, ella se metió debajo de las cobijas, al imitarla, la cama estaba tibia. La abracé, enroscó sus pies con los míos, como lo había hecho en días pasados desde que se quedó en la casa. Incrusté la cabeza en la espesura de su delicioso cabello.—De todas formas, el apartamento es hermoso.Comentó, le di un beso en el cabello sonriendo, nuestro enemigo en discordia.—Es tuyo, Verónica —susurré, los ojos m
Llegué a la casa con una sonrisa que no pude borrármela por más caras de asombro por parte del personal que me cuida. El recibimiento de Cebolla fue muy explícito.—Al menos hoy no nos dejarán trabajando sin alimentarnos. —fingí seriedad—. Lo siento Patrón. —bajó la mirada.—Patrón. —llamó Rata—. En el despacho dejé la encomienda, debe probársela. Es agradable verte esa cara, pensaba si venías igual al día de ayer te daría una paliza.—¡No jodan!Contesté, fui al despacho. Al ingresar, en el escritorio se encontraba un maletín, lo abrí y ahí reposaba la fortuna invertida en un traje antibalas.—Debes ponerte esto.Me entregó un bóxer y un enterizo delgado, el interior tenía un velcro en donde estarían mis bolas. Me quité la ropa para remplazar por la entregada, el enterizo tenía el hueco para que mis bolas estuvieran libres.» El enterizo llega hasta el cuello y a un lado tienes la capucha.Me la puse, se veía muy nítido a través de la malla, me vi en el espejo del baño del despacho,
Los hombres se quedaron callados ante mi orden.—¿Pasa algo?¿Me temes? Sonreí, arqueé una ceja. Mejor no preguntes una mierda, porque vas para el matadero.—¿Debería pasar algo? —Le respondí, negó con premura—. Necesito hablar con mi gente.—Sí señor.—¡Señoras y señores! —No sé quién hablaba por el micrófono—. Tenemos una presentación, los invitamos a que miren a dichas ricuras.Recordé la mañana del ensayo con las putas, deben ser ellas. Debió de ser alguna de ellas quien le comentó lo del cumpleaños. Cuando enfoqué a Rata su rostro estaba muy rojo. Algo pasó, caminé en su dirección. La gente se fue acercando a la tarima, seis viejas estaban de espalda… ¡Seis!, Verónica dirigía a cinco…—Patrón…La música sonó, la canción de Enrique Iglesias comenzó, la gente soltó silbidos de euforia. Al enfocar la tarima mi novia marcaba la pauta del grupo de baile. Me dieron ganas de bajarla. La razón me decía métela en un auto y mándala de regreso. Sin embargo, no fue eso lo que sentí. Ella me
Verónica lloraba, Rata la jalaba para meterla en el túnel de hojas, pero esos ojos era una súplica.—Rata…—No hay nada que hacer. —Ella no escuchaba la conversación.—El Negro.Lo llamé era uno de los hombres en el interior de la casa.—¡Patrón está mierda, está que arde!—Lo sé, sal de ahí, están matando a todo el mundo, si de camino ves a Lorena sácala por favor.La voz de El Negro se escuchaba agitada y los tiros seguían sin detenerse. Estábamos en una casaría.—Lo haré.—¡Pero sal tú gonorrea! —Le ordené—. Rata, el trayecto es de medio kilómetro y mientras estemos aquí no creo que nos vean. El peligro lo tendremos al salir. Debemos hacerlo, debemos perdernos.Verónica había salido descalza, sus pies le sangraban igual que el brazo izquierdo, fue ahí cuando me percaté de las enredaderas que eran con espinas. También tenían ramas partidas y se podían convertir en armas para ella, al llegar al final Rata se detuvo.—Patrón, debemos correr. —Me quité la máscara un momento.—Hermosa.