Me desperté al escuchar voces en la sala del apartamento. Roland nos había dejado a eso de la media noche y quedamos en almorzar juntos, la idea era recuperar los días separados. La puerta de la habitación se abrió y ahí entraba él. Ese hombre era perfecto, se veía tan bello, tan sensual, debía decir la verdad, se veía muy varonil, demasiado sexy, muy comestible. Lo mejor de todo era mío, lo tenía para mí. Tal vez peco por presumir, pero sé que él estaba conmigo.
—Buenos días. —sonrió con esa típica malicia, Dios ese hombre humedecía mi entrepierna—. Deja de verme de ese modo, «señorita Verónica» —trató de contener la risa.
—No todos los días un atractivo hombre me despierta.
—Falta poco para que sea obligatorio. —sonreí al comprender que se re
Arrugué la frente. ¿No era la primera vez? Eso lo dijo con otra intención, su mirada fue pícara.—Lo de tu hacienda la vez aquella… ¿Fue intencional?—Eso no lo sabrás. Y no te dejo encerrada, Vida. Bloqueé la entrada del personal, tú puedes salir e ingresar cuando quieras. —Me tomó de la mano—. Ven, te mostraré el resto de la finca, ¿quieres comer algo?—No tengo hambre.El corazón lo tenía en la mano, Roland me miró de reojo, sentí el corazón a galope. ¿Por qué estaba tan nerviosa? Lo que iba a pasar era lo deseado desde que lo conozco, ahora no te pongas tonta, Verónica. Recorrimos el lugar y en cada estación nos besábamos y las caricias se ponían más calientes, los roses sutiles de su mano en mis senos, me gustaba eso, en cada rinc&oacut
Sus ojos eran un lamento, y me arrepentí tanto por mi actitud.—Me asusté —susurré—. Pensé que ibas a ser más sutil. —hablé en un susurro.—¡Verónica! —gritó—. Tengo casi dos meses sin tener sexo y cuando voy a hacerlo con la mujer con la que he soñado desde el primer día, ¡¿cómo quieres que este?! Te deseo de una manera enfermiza. Quiero abrirte de piernas y lubricar con mi lengua tu vagina hasta escuchar tus palabras implorando que te penetre, y deseo hacerlo hasta el fondo las veces necesarias para descargar mi leche en ti.Se levantó, mi corazón bombeó más fuerte, habló tan específico, fue pareció obsceno y al mismo tiempo excitante, mi vientre vibró al escucharlo. No me había movido de lugar, él comenzó a caminar por la sala.» &ique
Dejé a Verónica en su apartamento y nos dirigimos a la casa, de mi parte, completamente frustrado. Cebolla nos había recogido en el aeropuerto. Rata me miraba de reojo, no demora en preguntarme, a estos dos hombres que considero mis amigos no era mucho lo que nos hemos ocultado.Si me pregunta, ¿qué le diré? Ahora quedé peor, más engarrotado y con un puto dolor en mis bolas que ya no soporto. La puta abstinencia me volverá loco, era imposible todo el tiempo transcurrido y nada de nada. Cebolla conducía a gran velocidad por la avenida, Rata seguía mirando, quiere saber lo que pasó a noche con Verónica.—El clima se ve agradable. —Lo miré, ¿desde cuándo le importa el clima?, fui ignorado y siguió hablando—. Sí, está agradable para descansar. ¿No te parece Cebolla?—¿Cuál es el puto interés en el clima?Disparé de una, me encontraba irritado, me llevaría al mundo por delante. Pasé calmado por Verónica, pensé que al tenerla lejos lograría calmarme, pero no. No me gustó separarme de ella,
Se sentó en la cama, alzó una de sus cejas y desvió la mirada sonriendo un poco. Me acerqué al nochero, tomé el reloj. Lo hice con la intención de quedar a pocos centímetros de ella e instantáneamente mi verga se levantó aún más. No me moví, ella a duras penas respiraba. Al ver que no movió un solo dedo, respiré profundo, resignado una vez más a irme en blanco, no pasaría nada.Abroché el reloj. Sin embargo, en ese instante surgió lo que yo llamaría un milagro. Verónica besó mi verga y está en el alto grado de necesidad, reaccionó poniéndose más dura. Mi respiración comenzó a alterarse. ¡Qué mierda era esto! ¿Acaso no era normal que me hicieran sexo oral?La miré, sentada frente a mí, como siempre he soñado, dudó o tal vez se enfrentaba a ella misma en sí, seguía o no. Quería tomarla del cabello y pegarla para que succionara, deseaba que se tragara lo que tenía reprimido por su culpa.No me moví, dejé que ella lo hiciera, su rostro se tornó rojo por lo realizado. No obstante, la noche
Esperaba su respuesta, se veía bastante incómodo. Bajó la mirada. —No Patrón. Todo sobre ruedas. Es… Miró a Rata, este se cruzó de brazos alzando una de sus cejas, gesto de autoridad o le dices o te jodo, la expresión de mi amigo era de inconformidad o tal vez un poco de vergüenza. —Por un tema… Salgo con Raúl, el mejor amigo de la señorita —bajó la mirada y estaba rojo—. Comprendo si no soy apto para mantenerme a su lado. No sé qué cara puse, supongo de «¿qué m****a es esto?», me atarugué con el agua. Cebolla afirmó y dio media vuelta. —¿A dónde m****a vas? —No me miró, algo le incomodaba—. El hecho de que el palo lo metas de reversa no te ha afectado para bajar a quién se te ha encomendado y mucho menos se te ha arrugado el valor al protegerme. Me sorprendiste, hemos disfrutado en muchas fiestas y te gustaban las mujeres. —Y me gustan, patrón. Pero… es algo distinto. —escuché la carcajada de Rata—. Gracias, supongo que el cambio de mentalidad se debe a la señorita. —No me met
Continuó hablando con su amiga y ese favor que le pedían.—Lorena, tú sabes moverte muy bien, sin embargo, no sé cómo bailan tus amigas. —Se bajó al verme que salí del auto—. No tengo problemas en ayudarles con la coreografía, acompaño a Roland hacer algo y le pido que me lleve, por ahora miren qué canciones quieren bailar.Habló algo muy bajo, no escuché muy bien, se sonrojó, me dio la impresión de que le comentaba algo referente a lo de esta mañana.» Hablamos más tarde. En un par de hora nos vemos.—¿Qué pasa?Me miró y se encogió de hombros, observó a su alrededor, sus ojos poco a poco se fueron abriendo.—Wow. —sonreí, al menos le parece lindo—. Es increíble. —Era bello verla con esa sonrisa—. ¿Tú lo hiciste?—Mi firma —contesté.—No, Roland, el lugar tiene tu firma.—¡Ah! ¿Tengo firma? —Me tomó de la mano, estaba frío, no quería hacerla enojar.—¿Qué hacemos aquí?—La dueña de unos de los apartamentos vendrá hoy a mirar si le gustó lo que hicimos, y Marlon comentó que lo había d
Me obligué a trabajar, puse a Rata a y Cebolla a correr con informes de las muchas empresas que tengo, de las negociaciones lícitas e ilícitas bajo mi mando. No se atrevían a hablarme, entré más pasaba el tiempo, más incertidumbre tenía dentro de mí.Verónica no me había llamado, ¿para qué llamarla?, no tenía ánimos para que saliera con alguna de sus estúpidas filosofías de «ponte en mi lugar» —Cebolla escribía por celular con alguien—. Al mirarlo se percató.—Lo siento Patrón, me escribió Raúl. —extendió su celular.—¿Crees que si estuvieras hablando con algún número no identificado estarías ahí sentado?Habló el jefe de seguridad, mi personal estaba estrictamente vigilado, nada se le pasaba a Rata en cuanto a la inteligencia.—Estamos trabajando —Fue mi comentario.—Cebolla, déjame con el Patrón un momento.—¿Acabas de desautorizar una de mis órdenes? Debía entregarme el informe.Simón miró a Cebolla, quien se levantó encogiéndose de hombros.—No me pongan a escoger, qué gonorrea de
Fue una súplica y el corazón parecía a punto de salirse de pecho, era una maldita escoria, desde pequeño me lo restregaron en la cara, nunca había tenido miedo de nada, y ahora estaba a punto de cagarme en los pantalones, ¿por esperar la respuesta de una mujer?Ella no habló, afirmó. Sus ojos brillaron, me lancé a besarla, la alcé, sus piernas se enrollaron alrededor de mi cintura. Cerré con el pie la puerta de la calle y la llevé hasta su habitación sin soltar un segundo sus labios. La dejé en la cama, no quería rozar mi verga, solo necesitaba abrazarla.Me quité la camiseta, el pantalón, ella se metió debajo de las cobijas, al imitarla, la cama estaba tibia. La abracé, enroscó sus pies con los míos, como lo había hecho en días pasados desde que se quedó en la casa. Incrusté la cabeza en la espesura de su delicioso cabello.—De todas formas, el apartamento es hermoso.Comentó, le di un beso en el cabello sonriendo, nuestro enemigo en discordia.—Es tuyo, Verónica —susurré, los ojos m