—Roland.—Dime.—Me hubiera gustado tener un papá como tú. No creo que les dé más ganas de hacer travesuras.—Podrán hacerlas, solo que deben de tener la capacidad de entender que si las hacen y trae consecuencias tendrán que asumirlas, aquí estaré como padre. Pero jamás intercederé para sacarlos del mierdero.—¿Esa es la moraleja?—¿Cuál?—Si hacen el mal y se van a la cárcel, tú los visitarás, pero no los sacarás.—Exactamente. Si es culpable pagan, si son inocentes los defiendo a capa y espada.—Ya te mando el nombre de los medicamentos.—¡Papi! ¿Ya está limpio?Vi tanto cansancio en sus ojitos, Enrique estaba muerto, Dante esperaba mi aprobación. Al llegar le faltó un pedacito, lo señalé, su mirada quebrada me acongojo un poco, pero no puedo demostrarle nada, el menor cerró los ojos y fue el mayor quien terminó.» Descansa, yo lo hago.Volvió a tomar el trapo, sin fuerza en sus brazos lo exprimió y limpió lo que faltaba. Al terminar me suplicaba con los ojos húmedos.—Ya quedaron
Aníbal me quiere dejar sin tímpano, ¡no puedo hablar para callarlo!, y se desata el infierno si desactivo el audio a sabiendas de que fue él quien me mandó apenas la vio llorando, tenemos una cámara en ese árbol, y yo tuve el turno nocturno, trabajando en el siguiente operativo. Abrace a Shirly mientras se calmaba.—¿Sabes si Luisa ya salió para mi casa?—No demora en hacerlo, una vez llegue al rancho, ella sale, no nos gusta dejar a los niños solos.—¡¡Preeeguntaleeee!! —gritó Aníbal y otra vez se resintió mi oído.—Shirly… —Se detuvo, ya caminaba en dirección a su camioneta—. No quiero ser entrometido, pero… ¿Quién es Cristian?La vi sonreír, «mala vaina, las mujeres cuando sonríen es porque le agrada el tipo». Churrusco comenzó a insultar.—Es un compañero, también es viudo y me agrada hablar mucho con él.Se armó Troya, se abrió el infierno para Aníbal, ahora va a tocar amarrarlo a la cama para que no se le presente a su mujer hoy en la noche.—¡Vaya!, perooo ¡que liiinda la saals
—¡Espera ahí! Quita esos pensamientos Luisa. Que uno esté molesto puede que le interese, pero que Miguel, Simón, Roland y Arnold hasta el momento lo estén no es normal. Acabo de presenciar el reclamo de Arnold a Lupe, le decía que no estemos aconsejando a Shirly a que busque marido. Perdóname, pero nuestros maridos no dan puntada sin dedal, esto no es normal. —dije mirando a la detective. Lo hicimos por un rato.—Ustedes creen… —miré a Diana quien habló.—No digamos nada hasta no estar seguras. Pero esos grandes gurúes de la inteligencia se les fueron las luces hoy, por alguna razón no pensaron... ¿Cuál es el interés en que Shirly no tenga marido?—Será… posible… —volví a mirar a Luisa.—Mi marido es experto en hacer creer que la gente muere. —Las dos se taparon la boca.—Debemos hablar al respecto sin meter a Shirly en la reunión y a Inés. —dijo Diana. Solo es cuestión de atar cabos, esto no se hace.—Si ellos hicieron eso, ¡por Dios santo que le corto los servicios a Roland por medi
Sin duda algo pasa, todos soltaron una carcajada, miré a Vero y afirmó. Hay mi querida cebollita, no tienes idea de lo que esta pequeña te la va a montar. Quiero que me digas a quien enterramos. Dios, quien sabe a qué huesos le estamos rezando, conociéndolos hasta le llevamos flores a los restos de una vaca.Clari salía de la habitación de Shirly y era evidente que la encontró llorando, Carlina, Arinka y Patricia eran las meseras. Yo no he hecho nada, la verdad no me siento nada bien, Gladis me trajo una bebida.—Toma, mi suegra me dijo que esto te ayudará un poco para el mareo y las náuseas.—Gracias.—¿Lo notaste? —Se sentó a mi lado, afirmé—. Fue evidente que se hablaban con alguien. La señora Josefina siempre me ha dicho que la actitud de ellos les ha parecido muy sospechosa.Verónica se sentó a mi lado y Luisa también se sentó al lado de su cuñada. Lupe estaba bajando de la ventana a Demetrio. La vimos llamar a Dante y este afirmó. Luego se sentó cerca.—Solo tendré dos hijos, am
Lo veo dormir, sonreí ante el comportamiento de mi Güerito, pero debe de aprender a no ser tan grosero. La verdad es que estaba muerta de celos por su interés en Shirly, pero cuando Vero, Luisa y Diana me contaron que ellas también estaban enojadas con sus esposos, por lo mismo me pareció raro, luego me contaron sus sospechas.De estos hombres se puede esperar lo que sea, lo que sea y no me extraña que Roland al ver la negativa de Shirly de dejarlo conectado gestionó todo para fingir su muerte y si cuidan a la mujer de Churrusco es porque él despertó. Salí de la cama, hoy seguiré torturando a mi marido.Me bañé, del closet saqué uno de los pantis nuevos, los que me trajo de España y me ha pedido que me ponga el de paticos, así que lo torturaré. Me lo puse, comencé a caminar por la habitación. Al mirar a la cama él me devoraba con la mirada y su miembro lo tenía como carpa de circo debajo de las sábanas. Sin apartar la mirada me puse el vestido.—¿A dónde vas?—A estar con mis papás. E
Escucho de nuevo el mensaje de voz que nos dejó Vero en el chat de mujeres que tenemos y no doy crédito. A mí ya se me metió en la cabeza y si ato cabos… creo más bien que hicieron todo para esconder la evidencia. ¡Son muy capaz estos hombres! Pero no seré yo quien alborote el avispero, seguiré como si nada, pero tomaré en cuenta cada cosa que haga Gustavo fuera de su órbita.Salí de la habitación, en el primer piso estaba Jacobo jugando con Patricia y Enrique, la risa de mi bebé era contagiosa. Al llegar a la sala mi hijo menor corrió a mi encuentro, lo alcé y llené de besos. Queremos otro hijo, pero no tendremos el desespero de quedar embarazados, si no se da, no importa, ya tenemos dos y Gus tiene su hijo propio. Sonó la bocina de una camioneta.—¡Ya vinieron por mí!Pato se levantó del piso, tomó su maleta. Mi suegra y yo salimos a saludar a Alfredo y a despedirnos de mi cuñada.—¡Suegrita!La señora Josefina hizo un amague de; deja de ser zalamero, pero estaba sonriente, ella ado
—Ahora están muy alterados, es normal por lo que están realizando. —decidí respirar—. Pasen el día de hoy para pensar, me pueden llamar para informar cualquier decisión.—Gracias, doctora.Inés estaba callada. Volvimos a la sala de espera en silencio, ahora faltaba que nos llamaran para el otro turno de la toma de las muestras del cerebro.—Clari, respeta mi decisión, no quiero mortificar más a mis muchachos, ellos ahora necesitan concentración y yo no quiero ser una carga más.—No te voy a segundar en esto. Te daré esta semana, el próximo lunes, si no les has dicho a todos yo lo haré, eso sí, a las chicas les digo en la tarde.—Solo pídeles que no les digan nada a sus maridos. Tienes razón en decir que debo decirles, pero no ahora.Se le quebró la voz y yo con lo llorona que soy me puse a llorar también, de todas sus nueras convidó a la que o le daría fuerzas, yo me pongo a la par a llorar con ella.Nos llamaron, ingresó a su chequeo, mi celular sonó y era Roland.—Hola, Clari.—Hola
El cuarto de Inés siempre, en la casa en la que yo viva era como un mini apartamento, un área del primer piso lo acondiciono para que siempre esté cómoda. Ingresamos a lo que era su propiedad, hay una sala pequeña, un comedor de cuatro puestos, un baño externo y el principal en su habitación. Tocamos a la puerta.—¡Adelante!Victoria tenía a la abuela con todos sus juguetes de medicina, ella tenía en su cuello el estetoscopio rosado. Inés estaba feliz.—Me dijeron que tienes dolor de cabeza. —afirmó.—Sí, pero eso fue recién llegué del médico, ahora mi doctora particular ya me curó. —Victoria sonrió y vino a saludarme.—Hola, papito.—¿Ya hicieron las tareas?Los dos afirmaron. En ese momento llegó Verónica, su rostro era de preocupación, miró a mi vieja y luego compuso su actitud.—Me dijeron que llegaste con dolor de cabeza.—Pero ya se lo quité mami. —Los tres adultos nos reímos.—Si no hay nada de que preocuparse, les informo que nos vamos a Saint John, la capital de las islas Ant