Sin duda algo pasa, todos soltaron una carcajada, miré a Vero y afirmó. Hay mi querida cebollita, no tienes idea de lo que esta pequeña te la va a montar. Quiero que me digas a quien enterramos. Dios, quien sabe a qué huesos le estamos rezando, conociéndolos hasta le llevamos flores a los restos de una vaca.Clari salía de la habitación de Shirly y era evidente que la encontró llorando, Carlina, Arinka y Patricia eran las meseras. Yo no he hecho nada, la verdad no me siento nada bien, Gladis me trajo una bebida.—Toma, mi suegra me dijo que esto te ayudará un poco para el mareo y las náuseas.—Gracias.—¿Lo notaste? —Se sentó a mi lado, afirmé—. Fue evidente que se hablaban con alguien. La señora Josefina siempre me ha dicho que la actitud de ellos les ha parecido muy sospechosa.Verónica se sentó a mi lado y Luisa también se sentó al lado de su cuñada. Lupe estaba bajando de la ventana a Demetrio. La vimos llamar a Dante y este afirmó. Luego se sentó cerca.—Solo tendré dos hijos, am
Lo veo dormir, sonreí ante el comportamiento de mi Güerito, pero debe de aprender a no ser tan grosero. La verdad es que estaba muerta de celos por su interés en Shirly, pero cuando Vero, Luisa y Diana me contaron que ellas también estaban enojadas con sus esposos, por lo mismo me pareció raro, luego me contaron sus sospechas.De estos hombres se puede esperar lo que sea, lo que sea y no me extraña que Roland al ver la negativa de Shirly de dejarlo conectado gestionó todo para fingir su muerte y si cuidan a la mujer de Churrusco es porque él despertó. Salí de la cama, hoy seguiré torturando a mi marido.Me bañé, del closet saqué uno de los pantis nuevos, los que me trajo de España y me ha pedido que me ponga el de paticos, así que lo torturaré. Me lo puse, comencé a caminar por la habitación. Al mirar a la cama él me devoraba con la mirada y su miembro lo tenía como carpa de circo debajo de las sábanas. Sin apartar la mirada me puse el vestido.—¿A dónde vas?—A estar con mis papás. E
Escucho de nuevo el mensaje de voz que nos dejó Vero en el chat de mujeres que tenemos y no doy crédito. A mí ya se me metió en la cabeza y si ato cabos… creo más bien que hicieron todo para esconder la evidencia. ¡Son muy capaz estos hombres! Pero no seré yo quien alborote el avispero, seguiré como si nada, pero tomaré en cuenta cada cosa que haga Gustavo fuera de su órbita.Salí de la habitación, en el primer piso estaba Jacobo jugando con Patricia y Enrique, la risa de mi bebé era contagiosa. Al llegar a la sala mi hijo menor corrió a mi encuentro, lo alcé y llené de besos. Queremos otro hijo, pero no tendremos el desespero de quedar embarazados, si no se da, no importa, ya tenemos dos y Gus tiene su hijo propio. Sonó la bocina de una camioneta.—¡Ya vinieron por mí!Pato se levantó del piso, tomó su maleta. Mi suegra y yo salimos a saludar a Alfredo y a despedirnos de mi cuñada.—¡Suegrita!La señora Josefina hizo un amague de; deja de ser zalamero, pero estaba sonriente, ella ado
—Ahora están muy alterados, es normal por lo que están realizando. —decidí respirar—. Pasen el día de hoy para pensar, me pueden llamar para informar cualquier decisión.—Gracias, doctora.Inés estaba callada. Volvimos a la sala de espera en silencio, ahora faltaba que nos llamaran para el otro turno de la toma de las muestras del cerebro.—Clari, respeta mi decisión, no quiero mortificar más a mis muchachos, ellos ahora necesitan concentración y yo no quiero ser una carga más.—No te voy a segundar en esto. Te daré esta semana, el próximo lunes, si no les has dicho a todos yo lo haré, eso sí, a las chicas les digo en la tarde.—Solo pídeles que no les digan nada a sus maridos. Tienes razón en decir que debo decirles, pero no ahora.Se le quebró la voz y yo con lo llorona que soy me puse a llorar también, de todas sus nueras convidó a la que o le daría fuerzas, yo me pongo a la par a llorar con ella.Nos llamaron, ingresó a su chequeo, mi celular sonó y era Roland.—Hola, Clari.—Hola
El cuarto de Inés siempre, en la casa en la que yo viva era como un mini apartamento, un área del primer piso lo acondiciono para que siempre esté cómoda. Ingresamos a lo que era su propiedad, hay una sala pequeña, un comedor de cuatro puestos, un baño externo y el principal en su habitación. Tocamos a la puerta.—¡Adelante!Victoria tenía a la abuela con todos sus juguetes de medicina, ella tenía en su cuello el estetoscopio rosado. Inés estaba feliz.—Me dijeron que tienes dolor de cabeza. —afirmó.—Sí, pero eso fue recién llegué del médico, ahora mi doctora particular ya me curó. —Victoria sonrió y vino a saludarme.—Hola, papito.—¿Ya hicieron las tareas?Los dos afirmaron. En ese momento llegó Verónica, su rostro era de preocupación, miró a mi vieja y luego compuso su actitud.—Me dijeron que llegaste con dolor de cabeza.—Pero ya se lo quité mami. —Los tres adultos nos reímos.—Si no hay nada de que preocuparse, les informo que nos vamos a Saint John, la capital de las islas Ant
Mi celular sonó y era videollamada de mi esposo.—Lobito, no ha pasado ni media hora, acabamos de bajar las maletas de la camioneta de Arnold.—Solo quería saber si llegaron bien al aeropuerto. —Tenía a mi hijo metido en su canguro. —Si amor, ya Arnold salió a buscarlos para irse a Blanco.—Mira a mamá.Mi bebé de cuatro meses hizo caritas. Cada día que pasa, le agradezco a la divina providencia el que Kevin llegara a mi vida, dos seres dañados por diferentes circunstancias y ser consciente de la magia del amor como restaura, Cristofer era la prueba de ellos, amo tanto mi hogar.—Te amo, voy a saludar a las chicas.Llegamos al lugar donde esperaban el resto. No tengo idea a ciencia cierta qué fue lo que pasó y por qué estamos aquí. Por lo que haya sido, voy a conocer una de las islas más bellas del Caribe.—Hola, Vero. —saludé a cada una.—Ya debemos ingresar. ¿Cómo lo tomó Kevin?—Tranquilo, así no me diga nada, sé que no está muy contento, inspeccionó lo que traje, pero no me hizo
—¿Me creen si les digo que no debimos dejar ir a nuestras mujeres? Desde esta mañana que la vi subir en el carro de Verónica… no sé qué sentí.—No me jodas ahora con eso, Gustavo.Comenté, pero yo también sentí lo mismo y por eso pedí el permiso a Any por si tenía que salir si llega el caso. En ese momento sonó un boquitoquis.—¡Lomando dos amando a papá!Todos miramos a Arnold, quién muy serio sacaba el aparato y le respondía a Demetrio.—Comando uno, ¿qué necesitas hijo?Todos soltamos una carcajada, no por burlarme, a mí me dio nostalgia al recordar que hace más de un año no juego eso con mis hijos. Gregorio también mostró sus encías con tres dientecitos al verme reír, cargaba al niño, que lo llevo metido en su canguro.La conversación continuó entre padre e hijo mientras llegábamos al ascensor, por lo que entendí; Demetrio decía que él no le dañó la muñeca a Dayana, dijo que ese juguete ya estaba dañado. Arnold solo suspiró y habló con su hija, la calmó diciéndole que él le compra
El puto hijo de Medrano era la gonorrea que quiere jodernos a través de nuestras mujeres. A ese carajito aún le falta mierda encima para alcanzar nuestro nivel de pilas de mierda. No sabe con quién se estaba metiendo. Esto era vil venganza. Pero no se van a meter con mi Pequeña. Tocan a Diana y los pongo a hervir en aceite.No vamos a dejarlas solas, ya nos preparábamos con el equipo. Cada uno en su bolso mete lo que cree conveniente en su especialidad. Churrusco quedará siendo nuestros ojos desde el satélite y para lo que necesitemos, no ha dejado de abrazar a su hijo que ahora estaba dormido en sus brazos.No sé si fueron ideas mías, pero desde que está con Grego, su motricidad se ve mucho mejor, creo que es el miedo a que se le caiga su hijo lo que ha evitado el no torcer tanto las manos, ahora las domina a la perfección. Rino tomó su maletín médico.—Patrón, ¿llevaremos los trajes? —miramos a Roland, en esta ocasión viaja con nosotros.—No. No podemos dejar entre ver que somos los