—No hijo, ahora llegarán mis otros bebés y debo rezar.—¡Eha! ¡Papi!Escucharlos, descontroló mi cordura, al girar, Sapillo entraba con mis dos hijos. Mi princesa estiraba los brazos al igual que Liam y como borrego enamorado corrí hacia ellos. Ya los tenía conmigo, ya volvían a estar en mis brazos. Sus bracitos rodearon mi cuello y no sabía que estaba sin alma hasta que los tuve aferrados a mí.—Yo si dije, eran muy bonitos estos niños para ser hijos de Simón. —dijo Sapillo.—¡Te escuché gonorrea! —Nos reímos.—No lo he visto don Roland, pero gracias por eso de darnos una segunda oportunidad.—Te debo una. —Le dije.—No. Dejémoslo en que estamos a media mano, aún quedo en deuda con usted. Ahora me voy porque creo que aquí se armará Troya.—Gracias.—¡Eha! —Liam le extendía los brazos a su abuela que lo recibió y llenó de besos.—Rino, el niño tiene el labio partido.Victoria comenzó a hablar en su idioma indescifrable, solo entendí que tete, hambe y ñola pum. No quiero pensar que eso
Volví a cargar. Su hermano se había sentado a su lado sin saber qué hacer, preso del dolor y el desespero. Volví a cargar, mientras lo hacía lo dejé a un lado, comencé la reanimación manual y respiración boca a boca, esperé a que cargara y volví a darle carga a ese corazón, sus signos volvieron. Y en ese instante grité, todo me temblaba, la mano de Rasca culo acunó el rostro de su hermana.—Volviste Pato. —Me miró, su mano la puso en mi mejilla—. Gracias, hermano.—Debemos llevarla al avión, no tengo camilla. —Yo voy a buscarla—. Su hermano corrió, los tiros seguían, las peleas también, pero yo no tenía mirada más que para ella. Me acerqué.—No vuelvas a darme un susto como este. —Le di un beso, su hermano venía corriendo, los tiros estaban cesando—. No vuelvas a desobedecerme Gran culo. Regáñame e insúltame cuando estés recuperada por el apodo que acabo de darte.Llegó Gustavo, la subimos en la camilla, acomodé las cosas, cargué mi morral y entre los dos corrimos al avión.—¡Carlina!
No quiero decir nada, paso de Aníbal a Patricia. Falta una hora para llegar a San Antonio, ya nos están esperando, helicóptero, ambulancias y los carros que Any nos envió. El Patrón ha pasado al pie de la camilla de su amigo, un hombre que he admirado por su tenacidad al ser el líder de un cartel y tener una segunda vida tan exitosa en las dos caras.Verlo con su rostro inexpresivo, pero sus ojos húmedos, conteniendo las ganas de llorar. Inés, por otro lado, se ha sentado al pie de la cabeza vendada de su hijo con su rosario, la he visto que termina de contar esas pepitas y vuelve a contarlas, la veo llorar.Soy un hombre de ciencia, me expreso de Él porque mi madre solía abogarle, crecí con eso, pero no soy devoto, no voy a misa, no practico ninguna religión, eso sí, respeto la fe en quién la tenga.Lo sorprendente era ver la faceta del Patrón siendo humano, hoy no era un jefe como lo he visto desde que lo conozco, ahora más que nunca me enorgullece pertenecer a este grupo de amigos
Ese, «por ahora», me sonó a no va a salvarse, no caí al piso porque Roland me sostuvo, escuché el llanto desgarrador de Karen y vi cómo Verónica la abrazaba.—Shirly él alardeaba con que eres una mujer fuerte, recuerda que llevas a su hijo dentro.Esas palabras de Roland no ayudaban, comencé a darle puño en el pecho y él los recibió todos, ¿Por qué nada me dura para siempre?, ya había encontrado a mi familia, ya tenía un lugar en la vida y ¿ahora me la arrebata? Comencé a gritar en una de esas me descompensé y todo se me puso negro.No sé qué tiempo había pasado cuando abrí mis ojos Verónica estaba sentada a un lado de la cama en la habitación que solía compartir con mi negro al quedarnos en El Renacer. Tenía una dextrosa, se escuchaba un latido en el fondo y al mirar vi a Alfredo sentado en un mueble dormido.—Qué bueno que despertaste. —Las lágrimas salieron—. Escucha, ese latido es tu hijo. —Una corriente de algo cálido me recorrió todo el cuerpo erizando mi piel—. Shirly, Aníbal s
Desperté al no sentir a Roland, salí de la cama, llegué a la habitación de Victoria, desde hace veinte días los separamos, la niña duerme en un cuarto de princesa encantada, obra de Roland y ella está feliz, si algo debo decir es que mi hija es demasiado femenina.La veo dormir, le di un beso y me fui a la habitación de los niños, los tres por ahora dormirán juntos, cuando les entregamos el cuarto tanto Dante como Enrique de la mano llevaron a Liam a la cama cuna del medio esa tarde Roland me abrazaba por la espalda mientras mirábamos cómo sus hermanos cuidan a su hermanito.Pueden pelear, porque lo hacen sobre todo Dante y Enrique, en ocasiones con Liam, cuando los tres se sientan en la palabra son testarudos, pero Victoria les da con lo que tenga en la mano y los aquieta.Le ha pegado con el oso, con la barbi y eso sí, los tres refunfuñando le hacen caso. Según Roland es la típica escena entre él y yo, donde según él siempre sale perdiendo. Los tres están profundos, la semana pasada
De manera sencilla se llevó a cabo la celebración de los bautizos de los niños, ahora Jacobo, Daniela, Demetrio y Dayana habían recibido su sacramento, Verónica y yo éramos los padrinos de Dayana Delgado. Habían pasado quince días desde el sepelio de Aníbal y el padre se regresaba mañana. Todos nos reunimos en mi rancho, esperábamos a que nos sirvieran el almuerzo. Kevin llegó con Carlina y le señalé su puesto en la mesa, me sonrió. Luego llegó Alfredo que se estaba quedando en mi casa y por varios meses permanecerá aquí hasta que decida casarse, no sé qué era lo que tiene con Patricia, era un tira y afloja, pero creo que él lo hace para sacar de casillas a la hermanita menor de Gustavo que por cierto estaba sentada al lado de Gladis, le señalé el puesto al lado de Patricia, quien le torció los ojos y él delante de todos la besó. —¡No te pases! —dijo Gustavo, dejaron de besarse. —Pensé que ya me habías aceptado. —Todos reímos. —¡Y te aceptó!, ¿no ves que no tienes una bala en tu c
El invierno en esta ocasión vino con toda, esta semana ha pasado lloviendo y la quebrada está a punto de desbordarse. Tenemos una hora de estar bajo agua, falta poco para terminar de levantar los muros de contención en concreto puro que estamos ubicando en las partes más vulnerables de una posible inundación. No hemos parado de trabajar en los últimos ocho días.—¡Patrón! Este es el último lote.Gritó Lara, todos metimos el hombro en esto, si se desborda la quebrada, varios terrenos se inundarán y tenemos mucho ganado. Los trabajadores de las ocho fincas nos unimos para ponerlos.—Escuchar eso me alegra.Comenté. Los caballos estaban a varios metros de nosotros, ochenta hombres fueron los que necesitamos para terminar los trabajos de ingeniería, todos los trabajadores recibirán un bono extra, se han comprometido de sol a agua para cumplir con el trabajo.De nuestro lado quedaremos protegidos, mientras que los predios del otro extremo de la quebrada no conocemos a los dueños, son tierr
Miré a Daniel.—En Aníbal. —Ellos comprendieron—. En nuestros hijos, en mi mujer, en los proyectos que tenemos, en las empresas. Estaba pensando en todo.—Las empresas están cubiertas, todo marcha bien. —miré a Rata.—Llámate a Zombi, dile que viaje lo más pronto posible. —Él y Arinka se radicaron en Colombia y trabajan para nosotros en el consorcio.—Si señor.—Muchachos, yo quiero ir a calentarme las bolas con mi mujer, nos vemos a las nueve, y estén con los ánimos dispuestos a trabajar. —dije.—¡Bueno, nos vemos en la noche! —habló Cereza.—¡Sí, ya dejemos de mojarnos el culo por gusto!Cada uno espueleó a su caballo y comenzamos el galope de regreso a nuestras casas. No veía la hora de estar en ella, bajo las sábanas de mi cama, con mi deliciosa mujer desnuda, chupándome la verga.A pesar del puto frío que tenía colado en los huesos de solo pensar en lo sabrosa que era Verónica, se levantó el pene. Apenas llegue era lo primero que voy a hacer, satisfacer mi deseo por mi mujer, es