No podía controlarme, sentí miedo, aunque no se lo demostré. No era normal en mí ilusionarme tan rápido con alguien.
—Vero, ¡deja de llorar!, por favor.
Me consolaba Lorena al lado de la cama. Desde anoche que salimos corriendo del hotel; Ella pagó mi tiquete, yo no tenía ni un peso, una vez subimos al avión no he parado de llorar en silencio
» ¿Te acostaste con él y te dejó tirada como es su costumbre?
Negué e incrusté mi cabeza en la almohada. Tenía tanta pena conmigo misma. Me convertí en una niña tonta y estúpida.
» ¡Ya no sé qué más hacer!, te dejo sola, cuándo quieras hablar, llámame.
En ese momento D’Artagnan ladró e insistía en que le prestara atención. Lo ayudé a subir a la cama, me acurruqué con él y fue
Se quedó callado por un momento y esperé a que hablara para saber que iba a decir.—Las dos cosas hermana.—Ten cuidado y habla primero con ella.—¿Por qué la odias? Además, soy mayor que tú.—Me importa un comino, no la odio, pero si debes de saber en qué te metes Santiago Vásquez.—Papá llega dos días después, no puede dejar la finca tantos días. Estamos corriendo con la cosecha, más tu graduación lo tienen de muy buen humor. Tiene plata para todo y según él no tiene nada, como la pobre viejecita.Sonreí, a Santi le ha tocado la parte más dura de la muerte de mamá. Ayudarlo con la finca, aunque en el pueblo él sea uno de los solteros más codiciados, debe de tener a más de una metida en su cama.—Me alegra que vengas, ¿llegas el fin de sema
Me puse roja al escucharlo decir esa palabra, pero que ganan con ese modo de expresarse.—¡No hables así! —Lo reprendí, soltó una carcajada.—Ya mamá, no se encuentra con nosotros, ¡no vengas con esos sermones!—¡Habla lo que quieras cuando no esté presente, delante de mí te comportas como debe ser! —alzó las manos en señal dé entendí el mensaje.—¿Cómo se llama? —había una malicia en su rostro—. ¿Ya te acostaste con él, Vero?—¡No!Soltó la carcajada, trajeron nuestro pedido, me tomé un sorbo largo de jugo, necesitaba darles tiempo a mis ideas y buscar la forma más correcta para empezar hablar.» Es complicado.—Eres buena resumiendo y sintetizando un libro de mil páginas, no creo que te quede grande hacer u
Pasamos la tarde del jueves en meditación, relajación e hidratación de la piel, depilación completa y también recibimos masajes capilares. Estábamos en uno de los mejores centros de estética de la ciudad. Un lujo que hasta hoy pagué yo, siempre era Lorena la que invitaba, dejé separada la cita del arreglo de las uñas para mañana y el sábado para el cepillado del cabello y maquillaje. Santiago nos llamó para informar que habia llegado. —¿Qué tanto se hicieron? —Lo fulminamos con la mirada—. Las veo iguales a como entraron. —¡Idiota! —soltó una carcajada y le picó el ojo a Lorena. —¿A qué horas llega papá? —Ya está en el apartamento. No hablé más, la conversación fue entre ellos. Llegamos a casa de noche, mi padre salió a recibirnos, fui corriendo a los brazos, como si fuera una niña de cinco años. Me besó la frente. —Qué linda estás mi ángel. Los ojos de mi padre era lo único que teníamos Santi y yo, el resto éramos muy parecidos a mamá. —Don Fausto ¿cómo ha estado? Lorena se l
El gritó del señor Fausto fue abrumante. La música ya había terminado, Simón les pagó. Mi novio sonrió al darse cuenta de que él fue el tema de conversación con mi hermano.—Gracias por cuidar de ella. —Se dieron la mano, papá estaba pálido.—¿Te hicieron algo mi ángel? —negué para tranquilizarlo.—Solo un par de cortadas.Papá miró a Roland con otros ojos, ahora no era el intruso sino el héroe.—Joven, gracias por lo que hizo. —No apartaba la mirada de mí—. Y tú, ¿no pensabas decírmelo? Luego hablamos, por otro lado, ya es tarde y Vero es una mujer decente, mañana puede visitarla, ya es hora de dormir.—Por supuesto. —dijo.¡Qué pena! Roland contenía las ganas de reírse. Santiago si soltó u
Miré al oportunista con los ojos casi cerrados por la rabia, sentí el rostro rojo.—Señor Fausto. Se lo había regalado de cumpleaños y me lo devolvió —al menos omitió el que le lancé las llaves en la cara—. Espero para su grado no obtenga la misma negativa, ya que aceptó ser mi novia.Se le notaba las ganas de reírse mientras que yo botaba chispas y mi padre era el juez, estaba conociendo una etapa diferente de él.—Vero…—¡Mejor no digas nada papá! —Lo señalé.—¿Vas a devolvérmelo?Detestaba encontrarme contra la pared, el señor Fausto me miraba a la espera de dicha respuesta. Roland extendió las llaves para que yo las tomara. Demoré un poco, pero al final las tomé más por el hecho de tener como transportarme para ir a su casa o hasta su finc
Esperaba mi respuesta, le sonreí.—No me cabe la menor duda. —devoró mi boca, besaba increíble.—En mi baño tienes el ganador, después del desayuno subes para ver si atiné.—¿En tu baño?Sonrió de una forma tan bella como un niño sonriendo por ser descubierto deseando algo.—Sí, será nuestro baño dentro de poco.¿Nuestro?, se me formaron miles de mariposas en el estómago.—¿Vamos en serio? —se detuvo y negó levemente.—Perdóname, no pienses en matrimonio ni nada de esas vainas estúpidas, Verónica. —Las mariposas desaparecieron en cuestión de segundos—. Solo…—Ya no sigas que la vas a terminar embarrando, debo acostumbrarme a tu estilo; lo que haces con la mano y lo destruyes con los pies.
La reunión se había acabado pasada las tres de la mañana, estaba muerta de cansancio por haber bailado tanto. Roland puede que tenga razón, caeré antes y mi necesidad por él aumentaba cada vez más con cada beso. No me conocía, lo ocurrido en el baño a nadie se lo había permitido, y para vergüenza mía me gustó. ¡Qué!, ¡me encanto! Era demasiado pronto y carecía de fuerza de voluntad ante ese tema de decirle que no. No en ese sentido, la sensación de mi cuerpo… ¿Me humedecía con solo recordarlo?, debía controlarlo, hacerle entender qué el amor y el sentimiento era más importante, en su entorno tal vez puede ser muy común, pero en el mío no. Y ya no soy una niña, tenía veintiún años, ¡eres una vieja! El meollo era que no quería ser una más en su vida, deseaba ser la única en su vida. Quería ser su todo. Dios ayúdame… De tanto pensar me quedé dormida, me despertó el celular. Al mirar la hora eran pasadas las ocho de la mañana. Era un número desconocido, sonreí al imaginarme quien podría
Me encontraba muy molesta.—No soy nada fácil comprando ropa, me mido siempre varios vestidos, así que no presiones.—La reunión es a las tres de la tarde. —miré el reloj, era mediodía apenas.—Que psicorrígido eres.Arqueó una ceja, entramos a la camioneta, me refresqué con el aire acondicionado, se detuvo al frente de una boutique y como Pedro por su casa dio órdenes de estilos de vestidos los cuales deseaba verme puesto. No dije nada, esperé a que terminara. Las vendedoras le sonreían y coqueteaban, a mí la sangre comenzaba a subírseme a la cabeza.—¿Cuál de todos le gusta?Dijo la peli teñida dirigiéndose a mi novio, me crucé de brazos.—Me gustan estos tres.Comentó Roland, miré alrededor, había un lindo vestido de rayas naranjas, también había otro con un degradé rosa muy bonito.—¡No me gusta ninguno!Exclamé con brusquedad mirando primero a la vendedora y luego a Roland, solo bastó verlo para darme a entender que jamás participarle en el papel de muñequita de papel y menos a e