Capítulo 29 - Me enseñaste algo

El gritó del señor Fausto fue abrumante. La música ya había terminado, Simón les pagó. Mi novio sonrió al darse cuenta de que él fue el tema de conversación con mi hermano.

—Gracias por cuidar de ella. —Se dieron la mano, papá estaba pálido.

—¿Te hicieron algo mi ángel? —negué para tranquilizarlo.

—Solo un par de cortadas.

Papá miró a Roland con otros ojos, ahora no era el intruso sino el héroe.

—Joven, gracias por lo que hizo. —No apartaba la mirada de mí—. Y tú, ¿no pensabas decírmelo? Luego hablamos, por otro lado, ya es tarde y Vero es una mujer decente, mañana puede visitarla, ya es hora de dormir.

—Por supuesto. —dijo.

¡Qué pena! Roland contenía las ganas de reírse. Santiago si soltó u

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