Después de almorzar nos dirigimos cada uno a su habitación, debíamos arreglarnos para la reunión de las tres. Verónica entrará conmigo, se sentará a mi lado. Sé que debía planear estrategias, ¡pero no!, ando con el recuerdo de esa niña en mi cabeza por lo güevon que quedé, era increíble para un ser como yo. Planeé, el acostarme con ella y me acobardé al último momento.
¿Qué debe estar pensando? Mi verga por obvias razones se había resentido. ¿Me quedó grande metérselo? ¡A la mierda!, abrí la puerta y ella se quitaba el top, quedó en vestido de baño.
—¡Roland!, me asustaste.
No dije nada, he deseado tanto su cuerpo desde esa mañana que la vi, me parece imposible que haya pasado más de un mes y yo no la haya hecho mía.
—Perdona, es solo&
Al enfrentar esos ojos entendí lo miserable que fui, nunca había experimentado algo similar. La decepcioné, hice algo imperdonable y ahora era juzgado con severidad. Me gritaba que le diera una explicación, jamás las he dado y en este momento quería dársela.Va a conocer quién era. Un narcotraficante en la cúspide porque se ha pasado por encima de un centenar de personas, había robado, matado, deseado, codiciado, no he dejado un puto mandamiento libre. Cometí todos los pecados y en especial no cría en un tal Dios. Jamás me había puesto a analizar lo que hacía, hasta que esos lindos ojos color miel me lo preguntaron sin hablar.—Nunca estuve de acuerdo con eso, y esa es la razón por la cual Miguel Salgado se encuentra muerto.Me refugié en los ojos de Rata y Miguel, ellos comprendieron. ¡Qué se acabe la maldita reunión, rápido! Debo explicarle mejor a Verónica. Los minutos pasaron, se acordaron las rutas para los primeros embarques a Estados Unidos y España.No volvió a mirarme, se lim
Regresé a mi habitación, me serví un vaso de whisky y luché conmigo mismo para no ingresar al cuarto continúo, era mejor que Verónica llore y saque su decepción. ¿Qué le iba a decir si la traté como una mierda? Estrellé el vaso contra la pared, me acerqué al bar a servirme otro. Tomé el celular y llamé a Simón.—Sí, dime —escuché el jadeo.—Disculpa, termina y después hablamos.Colgué y terminé de beber el trago. Me tomé dos vasos más de whisky en tiempo récord hasta que llegó Simón.—¿Cuántos llevas? —Me analizaba desde la entrada del balcón—. Te ves jodido Roland y creo que necesitas a un amigo.—La besé. —enarcó una ceja, él sabía quién fue la última mujer que me b
No podía controlarme, sentí miedo, aunque no se lo demostré. No era normal en mí ilusionarme tan rápido con alguien.—Vero, ¡deja de llorar!, por favor.Me consolaba Lorena al lado de la cama. Desde anoche que salimos corriendo del hotel; Ella pagó mi tiquete, yo no tenía ni un peso, una vez subimos al avión no he parado de llorar en silencio» ¿Te acostaste con él y te dejó tirada como es su costumbre?Negué e incrusté mi cabeza en la almohada. Tenía tanta pena conmigo misma. Me convertí en una niña tonta y estúpida.» ¡Ya no sé qué más hacer!, te dejo sola, cuándo quieras hablar, llámame.En ese momento D’Artagnan ladró e insistía en que le prestara atención. Lo ayudé a subir a la cama, me acurruqué con él y fue
Se quedó callado por un momento y esperé a que hablara para saber que iba a decir.—Las dos cosas hermana.—Ten cuidado y habla primero con ella.—¿Por qué la odias? Además, soy mayor que tú.—Me importa un comino, no la odio, pero si debes de saber en qué te metes Santiago Vásquez.—Papá llega dos días después, no puede dejar la finca tantos días. Estamos corriendo con la cosecha, más tu graduación lo tienen de muy buen humor. Tiene plata para todo y según él no tiene nada, como la pobre viejecita.Sonreí, a Santi le ha tocado la parte más dura de la muerte de mamá. Ayudarlo con la finca, aunque en el pueblo él sea uno de los solteros más codiciados, debe de tener a más de una metida en su cama.—Me alegra que vengas, ¿llegas el fin de sema
Me puse roja al escucharlo decir esa palabra, pero que ganan con ese modo de expresarse.—¡No hables así! —Lo reprendí, soltó una carcajada.—Ya mamá, no se encuentra con nosotros, ¡no vengas con esos sermones!—¡Habla lo que quieras cuando no esté presente, delante de mí te comportas como debe ser! —alzó las manos en señal dé entendí el mensaje.—¿Cómo se llama? —había una malicia en su rostro—. ¿Ya te acostaste con él, Vero?—¡No!Soltó la carcajada, trajeron nuestro pedido, me tomé un sorbo largo de jugo, necesitaba darles tiempo a mis ideas y buscar la forma más correcta para empezar hablar.» Es complicado.—Eres buena resumiendo y sintetizando un libro de mil páginas, no creo que te quede grande hacer u
Pasamos la tarde del jueves en meditación, relajación e hidratación de la piel, depilación completa y también recibimos masajes capilares. Estábamos en uno de los mejores centros de estética de la ciudad. Un lujo que hasta hoy pagué yo, siempre era Lorena la que invitaba, dejé separada la cita del arreglo de las uñas para mañana y el sábado para el cepillado del cabello y maquillaje. Santiago nos llamó para informar que habia llegado. —¿Qué tanto se hicieron? —Lo fulminamos con la mirada—. Las veo iguales a como entraron. —¡Idiota! —soltó una carcajada y le picó el ojo a Lorena. —¿A qué horas llega papá? —Ya está en el apartamento. No hablé más, la conversación fue entre ellos. Llegamos a casa de noche, mi padre salió a recibirnos, fui corriendo a los brazos, como si fuera una niña de cinco años. Me besó la frente. —Qué linda estás mi ángel. Los ojos de mi padre era lo único que teníamos Santi y yo, el resto éramos muy parecidos a mamá. —Don Fausto ¿cómo ha estado? Lorena se l
El gritó del señor Fausto fue abrumante. La música ya había terminado, Simón les pagó. Mi novio sonrió al darse cuenta de que él fue el tema de conversación con mi hermano.—Gracias por cuidar de ella. —Se dieron la mano, papá estaba pálido.—¿Te hicieron algo mi ángel? —negué para tranquilizarlo.—Solo un par de cortadas.Papá miró a Roland con otros ojos, ahora no era el intruso sino el héroe.—Joven, gracias por lo que hizo. —No apartaba la mirada de mí—. Y tú, ¿no pensabas decírmelo? Luego hablamos, por otro lado, ya es tarde y Vero es una mujer decente, mañana puede visitarla, ya es hora de dormir.—Por supuesto. —dijo.¡Qué pena! Roland contenía las ganas de reírse. Santiago si soltó u
Miré al oportunista con los ojos casi cerrados por la rabia, sentí el rostro rojo.—Señor Fausto. Se lo había regalado de cumpleaños y me lo devolvió —al menos omitió el que le lancé las llaves en la cara—. Espero para su grado no obtenga la misma negativa, ya que aceptó ser mi novia.Se le notaba las ganas de reírse mientras que yo botaba chispas y mi padre era el juez, estaba conociendo una etapa diferente de él.—Vero…—¡Mejor no digas nada papá! —Lo señalé.—¿Vas a devolvérmelo?Detestaba encontrarme contra la pared, el señor Fausto me miraba a la espera de dicha respuesta. Roland extendió las llaves para que yo las tomara. Demoré un poco, pero al final las tomé más por el hecho de tener como transportarme para ir a su casa o hasta su finc