Luisa bajaba las escaleras con mis mocosas, la intercepté para ayudarla, tomé en brazos a Milena.—Gracias, amor. Andrea no se calma, sabes cómo se enoja si me demoro en alimentarla, no sabes la falta que me hará mi mamá, debemos pensar en contratar una niñera.—¿La señora Consuelo se regresó a su rancho?—No, amor. Anoche Inés la llamó, le suplicó que debía estar en casa de Roland. Anoche me quedé dormida y no hablamos.Era cierto, no quise levantarla, desde que nacieron las niñas Luisa no ha tenido descanso, si no son ellas, soy yo quien pide atención. Debo dejar de ser inconsciente, tener más consideración.—Luisa, perdóname.—¿Qué es lo que le está pasando a mi familia? ¿Ahora tú pides perdón?Su actitud cambió, nos sentamos en los muebles, Andrea dejó de llorar, apenas su madre empezó a alimentarla, verla tan entregada con mis hijas, me hacía amarla más.—Te amo Pelinegra, te ves preciosa amamantando a mi hija.—No le dijiste mocosa. —miró a Andrea—. Papá está avanzando princesa.
La situación entre nosotros desde lo que pasó sigue tensa y no por mi Pequeña, sino por mí.—¡Miguel!El grito de mi mujer me sacó de mis pensamientos, salí del despacho, hoy tenía junta virtual con Daniel, Gustavo y Arnold, debo mirar las cifras de la empresa de transporte. Corrí a sus gritos, estaba en la terraza con Isaac, me regaló esa hermosa sonrisa que me derretía, cruzamos la mirada, desde que la violé no lo hacía, al comprender la aparté y la vi negar.—Me asustaste, ¿por qué los gritos? —volvió a sonreír.—Quédate ahí. —puso al niño frente a ella—. ¿Mi amor tú le das la sorpresa a papá?Dejó al niño en el piso, mientras se arrodillaba, vi como mi hijo, con sus piernecitas temblorosas daba sus primeros pasos en mi dirección. Me arrodillé para esperarlo, lo vi tambalearse.—Vamos campeón.El pecho se me hinchó de alegría, cuando él se quedó quieto realizando una mueca de susto hasta conseguir el equilibrio, luego continuó caminando hasta llegar a mis brazos, los últimos pasos
Hay que entenderlo, era el niño del grupo. Voy a joderlo un rato. Diana estiró su mano, le abroché la pulsera. Sus ojos brillan de una manera diferente. Tomó su celular y vi que le enviaba mensaje a Verónica.—Arnold, una mexicana te manda saludos. —La mirada con los ojos pequeños de Diana me hizo reír.—Mi querido amigo, ¿cuál de tantas? —El rostro de Gustavo y Daniel negaron por lo que escuchaba.—Arnold lo hemos hablado. —intervino Gustavo.—Mi amigo, tú ya estás encaminado al mismo destino de mis superiores, Daniel ni se diga, ese desde hace años es harina de Clarisa.El mencionado se puso más rojo, tal vez seamos unos hombres rudos, pero ante nuestras mujeres ya se ha comprobado que somos unos blandengues.» Díganlo, me envidian, tú sigue portándote juicioso, haz avanzando terreno y sigues en periodo de prueba, al menos ya son amigos con demasiados derechos.El zapato de Gustavo salió volando de su puesto y aterrizó en la cara del niño del grupo, bueno no era albino, albino, ese
Desayunaba en el comedor improvisado en la terraza todos los días. Roland había reprogramado su jornada laboral; salía en la madrugada, regresaba para desayunar conmigo, se encargaba de llevarme al baño las veces necesarias, me bañaba y esa era la única intimidad que compartíamos.Me gustaba, ahora se sabía cuántos lunares tenía en mi cuerpo, me ayudaba a vestir, y me dejaba en el comedor donde desayunábamos en familia con mi padre, la señora Consuelo, o con quien estuviera visitándonos. Raúl al mes pasa unos días acompañándome.Su novio era quien se encargaba de cepillarme el cabello, arreglarme las uñas y era nada más y nada menos que Manolo el primo de Roland, se ve que son familia y adora a mi suegra, ella le dio la mano cuando la familia en Valledupar le dio la espalda. Una tarde que me habían dejado a solas con Raúl le pregunté sobre su relación y me llenó de tanta tranquilidad escucharlo tan centrado.—Amiga, comprendí que soy un gay alfa, mis fracasos eran porque me buscaba ot
—Voy a…Aceleré las caricias y se entregó por completo al placer, mi mano se llenó de su abundante descarga.» Es mejor que me hagas la paja tú. Debo cambiarme de ropa quedé hecho una mierda. —Me llenó el rostro de besos—. Gracias, Vida. Me imagino que quedaste peor, voy a preguntarle a la doctora lo que puedo hacerte y que no afecte a los bebés.—No vas a preguntar nada, no te preocupes, me gustó mucho darte placer.—Lo necesitaba.Se dirigió al baño, a los minutos salió con otra ropa, me ayudó a levantar e ingresé al baño. Durante el almuerzo mi padre ponía al tanto a Roland de los pormenores de Las Alondras, en esos términos habían quedado.Como demando tiempo de mi marido, papá tomó las riendas del rancho de la señora Consuelo, quien se había instalado en nuestra casa hasta que finalizara mi embarazo, en las tardes él realizaba sondeos en El Renacer, así liberaba de carga laboral a mi esposo.La mentira que le dije ayudó a que no lo odiara de nuevo, ahora el viejo Fausto lo ve con
Las niñas dormían gracias a Guadalupe, esa chica tiene un don para los niños, pasa en su moto de un rancho al otro cada tarde después de llegar de la preparatoria.—Nos vemos mañana, señora Luisa.—Lupe ven. —La chica llegó a mi lado y le entregué el cheque, ella comenzó a negar.—Yo no lo hago por dinero, señora Moreno, amo a los niños y ustedes ya me regalaron una moto para ir más rápido a la escuela y poder repartir mi tiempo entre los dos ranchos.—Y yo solo pago un servicio.—Con lo que me paga el señor Miguel es suficiente.—Bueno, ellos te pagan por cuidar a Isaac, imagínate yo, tengo dos y créeme al paso que van serán terremoto y replica.La joven sonrió, me di cuenta de que ya no era esa niña delgada que llegó hace más de un año, ahora su cuerpo era esbelto, en la universidad será una de las chicas más asediadas.» Es nuestro pago, guárdalo para la universidad. ¡Por cierto! ¿Qué vas a estudiar?—Mi papá quiere que estudie algo en lo que pueda ayudar a los patrones, en el fond
Terminaba de pintar los cuadritos de madera en los que les puse una letra y al armar la frase dice «Felicidades, serás papá otra vez», el regalo se lo entregaría Isaac, a esta hora se encierra en el despacho, no saldrá hasta el anochecer. Estoy feliz, más que eso, me siento realizada, aunque por momentos sigo sintiéndome que estoy en un sueño.Terminé, guardé las fichas en la caja, le puse un moño. Bajé las escaleras, escuché la moto de Lupe, se la regalamos entre Luisa y yo hace un par de semanas cuando comenzó a cuidar a las gemelas y para que no tardara tanto en transporte de su escuela al rancho.—Lo siento señora Diana, ¿puedo pasar a la cocina por un vaso con agua?Estaba colorada, su piel canela se había tornado de un tono rojizo, supuse que así me ponía yo cuando Miguel lanzaba sus olímpicos comentarios subidos de tono. Literalmente Lupe estaba colorada.—Claro, ¿te pasó algo?La seguí hasta la cocina. Se tomó dos vasos con agua y luego hizo una pataleta.—¡Es un pendejo! —alc
Dejé a Verónica dormida, le tomé un par de fotos, se ve preciosa extra barrigona, después de arreglarme bajé las escaleras, don Fausto me esperaba para ir a trabajar, he de reconocer que estos cinco meses a su lado han sido gratificantes de alguna manera, cada día lo veo más como un padre.Al principio me molestaba el que mirara a mi madre como tonto enamorado, pero al ver los cambios en mi señora bonita dejé a un lado mis celos idiotas y egoístas, mi mamá ha sufrido mucho, no sabe lo que era tener un hombre a su lado que se desvivía por cuidarla, honrarla y venerarla.Si yo tengo eso con Verónica, ¿por qué mi madre no puede tener lo mismo?, y si era mi suegro mejor.—Buenos días, don Fausto—Buenos días, hijo. ¿Cómo amaneció mi hija y mis nietos?—Ella muy nerviosa y ellos haciendo festín en su vientre. —Lo vi sonreír—. Lo noto diferente, se ve feliz. —Se puso nervioso.—Parezco un jovenzuelo, Roland…Alcé mi mano, nunca me falla la intuición, él y mi madre estuvieron haciendo cosas