Sin duda estaba alucinando. Debía de ser la confusión. Iba a sacarla de dudas, pero ella comenzó a hablar. Con insultos a mi madre.—Pregúntele a su madre si recuerda a Roland Sandoval. ¿Cómo te llamas?—No le interesa y, respete a mi madre, usted no la conoce. Además, ¿qué tan importante es ese tal Roland Sandoval?—Su madre le dirá que es su hermano al que dejaron abandonado, y respondiéndole a su pregunta. Él es el amor de mi vida. —Mi traicionero corazón volvió a galopar.—Entonces dígale a su esposo que nos visite, soy su vecino.Si está metida en esa película no seré yo quien la saque.—Mi marido está muerto.Me acerqué, ¿de verdad Verónica cree que soy otra persona? Alcé una de mis cejas y ella se perdió en mi gesto, era notorio lo nerviosa que estaba y yo tenía mi puta espina en el alma.—¿No era usted quien se besaba con un hombre ayer?Me acerqué tanto, fue palpable la energía entre nosotros, mi cuerpo reacciona como un imán hacia el suyo.—Si intenta besarme, tendrá la mism
No estaba loca, no lo estaba. —Todo el cuerpo temblaba, necesitaba irme a casa—. Ese hombre era idéntico a Roland, excepto por el cabello y esa barba de tres días, también era un poco más moreno, supongo que por el sol…¿Por qué mi marido compró tierras en este lugar? Seguro encontró a su madre y quería acercarse. El corazón se me encogió. Las lágrimas comenzaron a salir, las manos seguían con los temblores, estaba consumida en una tristeza por los anhelos frustrados de mi marido.Ahora comprendo todo el cambio que tuviste por dentro mi amor. Comencé a hiperventilar, todo comenzó a darme vueltas. A lo lejos vi el galope de un caballo, pero ya no me encontraba en mí. No podía con todo, escuché cómo me llamaron, mientras me desvanecía.—¡Señora Verónica!Ese era Miguel. Escuchaba voces, ¿fue un sueño? No, no, no, conocí al hermano de mi esposo…—Sigue sin reaccionar. —decía Inés.—¿Cómo supiste dónde se encontraba? —Esa era Diana.—Luisa llamó a saludar preguntando por la señora, me dij
Estaba preocupado con lo dicho por mi hermana. Esperaba una respuesta de mi parte.—Lo haré mañana.—Bien, Simón regresa con su gente a Bogotá después de esta noche, ellos llegaron en la tarde y por lo que le dijeron creo que no es bueno. Desde ahí no ha dejado de hacerme preguntas concernientes a tu plan, ha estado algo distante.—Si se enoja no lo hará por mucho tiempo, además tú solo obedecías órdenes mías, él comprenderá.—Eso espero. Ya quiero acabar con todo, no voy a usar lentes. Te llamo cuando termine.Ahora quedé peor, siempre termino jodiéndolo todo. No quería hacerlo, pero debía hacerlo. Saqué las llaves del sótano. Los cuatro ranchos se comunicaban por túneles que hice, hay un apartamento subterráneo que une las cuatro fincas, con capacidad para tener a más de cincuenta personas.Nadie sabía de la puerta invisible ubicada en el sótano de los cuatro ranchos, este lleva al apartamento. Desde ahí puedo tomar la dirección deseada, no puedo dejar los viejos hábitos, siempre de
Entré a la casa a las cinco de la mañana, había pasado por la clínica a ver cómo se encontraba mi gente, Churrusco se quedó hospitalizado y Cereza condujo desde la clínica, alegó que solo fue un rasguño su herida. La casa estaba quemada. Mojón y Rasca culo caminaba atrás de mí.Dijeron que no habían encontrado los perros ni vivos ni muertos. La biblioteca fue desocupada, —ellos no sabían de la existencia del sótano, era un secreto que mantenía Roland y lo compartía con sus dos hombres de más confianza. Pero eso ya no importaba, todos ellos siempre han sido parte del grupo jerárquico del capo, hace muchos años se ganaron nuestra confianza.Se extrañaron al verme, descender por una puerta que no existía, el interior se encontraba en perfectas condiciones, el fuego no lo tocó… aislaron este lugar, lo dejaron intacto, solo lo saquearon. Cerré mis ojos, mi mente como si fuera un canal de videos comenzó a llenarme de imágenes una tras otra.Cuatro celulares, él planeó su muerte, necesitaba
Esperaba la respuesta de mi pelinegra, ella me miraba, luego sonrió.—Dale un par de patadas de mi parte, no me gustó que se dejara llevar por los celos y por eso quemó la casa. —solté una carcajada.—Pelinegra. —La atraje de nuevo hacia mí—. Necesito que me des el otro teléfono que tu novio no tiene. —volvió a reír.—No se te escapa nada.—En dos días regreso. Mientras tanto le haces caso a esos dos hombres, desde ahora serán tus guardaespaldas.—Querrás decir dos gigantes.—Cuídate. —La besé—. En seis horas te llamaré. Roland se queda en la finca que colinda con El Renacer, ¿cierto? —afirmó.—Apenas ingreses a los terrenos de mi hermano, unos diez minutos de recorrido hay una carretera que se desvía a la izquierda, te encontrarás con ese desvió, tómalo y sigue de largo, continúa hasta que se acabe la carretera, te chocarás con Las Alondras.—Bien.Volví a besarla. Me despedí de todos y fui al lugar donde esperaba el piloto. Antes de subir llamé a Cebolla.—Rata…—Voy saliendo a San
Habían exclamado al mismo tiempo los dos. —Eso fue lo que hice. —trataba de normalizar mi respiración—. Solo necesitaba sus reacciones y sufrimientos los primeros días, no deseaba hacer sufrir a Verónica. Luego Luisa iba a decirte, pero se vino lo del intento de secuestro. —miré a Cebolla—. Por cierto, gracias, amigo. Por salvarla. A raíz de ese suceso preferimos callarnos, era indispensable mantenerlos a salvo. —¡Grandísima gonorrea! La señora Verónica no ha perdido nada, aún conserva esa memoria en su cuello con tu anillo. —quedé como se acostumbra a quedar los personajes de condorito ¡plop!— Debiste darme la información a mí, no tienes idea lo que pasó y ahora mismo Roland vas a tener que sincerarte con ella. No voy a tolerar otro sufrimiento más por tu ausencia. —¿A qué te refieres con «¿no tienes idea lo que pasó?» —Es algo que debe decirte la misma, señora Verónica. Se recostaron sobre uno de los palos del corral, Cebolla se limpiaba la sangre. Los empleados se retiraron. —
Verónica cayó de rodillas, hecha un mar de lágrimas y mi corazón se destrozó en mil pedazos, me acerqué a levantarla.—Vida no llores, me parte el alma verte de esa manera, ven.Ya había oscurecido, no podía caminar, temblaba, la cargué e ingresé a la cabaña, la dejé sentada en uno de los muebles, no decía nada, solo me miraba con rabia. Me senté en el otro mueble, esperé a que asimilara la situación.» Verónica, por favor, Hermosa háblame.—Eres un ¡maldito manipulador! ¡Un mentiroso de mierda! ¡Un insensible descarado!Comenzó a gritar, aunque era injusto, la dejé que se desahogara, me agrada escucharla decir malas palabras, siempre era tan pulcra para hablar.» ¡Solo piensas en ti! ¡Egoísta!Y como un huracán se vino contra mí propinándome golpes tras golpes, hoy fue el día de convertirme en saco de boxeo. Le tomé las manos para que dejara de pegarme.—¡Escúchame! —Se soltó alejándose un poco.—¡No quiero oírte!, eres un mentiroso, ¡jugaste con mi cordura idiota!, yo casi…—¿Casi q
—Lo siento. En esa clínica había un espacio para pasear en las mañanas o en las tardes. Vi que un enfermero siempre sacaba a un anciano y le rasuraba la barba, con los días me hice amiga de ellos, en un descuido tomé una cuchilla. La escondí por tres días para no despertar sospechas, una noche me encerré en el baño y me corté las venas, casi no salgo de esa.Ahora era yo el que temblaba descontroladamente, «mis actos trajeron consecuencia». Eso fue lo que dijo Rata. «Hermano, no sé qué pasó o que los unió, pero ellos anteponen a Verónica ante cualquier cosa». Pude haberla perdido, Señor Dios, Gracias por no quitármela.—¿Por qué lo hiciste? Eres una mujer con una convicción en el Señor Dios…—Quería estar a tu lado, aún no tenías tiempo para redimir tus pecados y creo que el alma se va al cielo o al infierno. Por eso suponía que tú estabas en el infierno, mi única entrada a ese lugar es bajo un suicidio. No justifico lo que hice, sé que es un acto de cobardía de mi parte, pero entiénd