Capítulo 26

El frío traspasaba su piel como agujas y la sensación de estar en ningún lado era inquietante. Abrió los ojos cuando sintió tierra firme y miró desorbitada aquel lugar que le daba la impresión de haber visto antes. Se levantó examinando todo a su alrededor con lágrimas acumuladas en sus cuencas. Traspasó el portón blanco y trataba de poner a un lado las hebras que se movían con la fuerte brisa.  El cielo teñido de gris anunciaba lluvias y las hojas de los árboles eran movidas por el viento junto al polvo del suelo. Caminó por el solitario lugar que tenía una hilera de árboles, tanto a su derecha como a su izquierda; ella transitaba la calle de concreto sin rumbo fijo. Dejó de ver árboles; verde grama, tumbas blancas con flores, algunas frescas y otras secas, se presentaron en su campo de visión. Una señora vestida de negro llora

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