Sueños (parte VIII)

—¡No debiste hacer eso, Otelo! —La rubia lo confrontó furiosa—. Si te lo conté fue para desahogarme, no para que fueras a reclamar nada a Lían. ¡Qué humillante!

 —Lo siento, es que me dio mucha rabia que sufrieras por él —se excusó cabizbajo.

 —No entiendo tu comportamiento, Otelo. Lían es tu amigo también y no está obligado a sentir lo mismo que yo.

 —Es un idiota, eres perfecta. No entiendo cómo pudo rechazarte —dijo con ojos brillosos y sostuvo sus manos. Estaba decidido, dejaría su cobardía y le confesaría sus sentimientos.

***

Un mes después...

Diana se acercó a Xiang en el almuerzo que por suerte le tocó a la misma hora.

 —Bien, me dirás qué sucedió. No soporto verte tan triste, t&uacu

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