—¡No debiste hacer eso, Otelo! —La rubia lo confrontó furiosa—. Si te lo conté fue para desahogarme, no para que fueras a reclamar nada a Lían. ¡Qué humillante!
—Lo siento, es que me dio mucha rabia que sufrieras por él —se excusó cabizbajo.
—No entiendo tu comportamiento, Otelo. Lían es tu amigo también y no está obligado a sentir lo mismo que yo.
—Es un idiota, eres perfecta. No entiendo cómo pudo rechazarte —dijo con ojos brillosos y sostuvo sus manos. Estaba decidido, dejaría su cobardía y le confesaría sus sentimientos.
***
Un mes después...Diana se acercó a Xiang en el almuerzo que por suerte le tocó a la misma hora.
—Bien, me dirás qué sucedió. No soporto verte tan triste, t&uacu
Lían y Diana se sentaron bajo un gran árbol en un parque cercano a la tienda, las flores que él le compró yacían al lado de ella, junto a la cajita donde estaban las muestras.—Ni siquiera las probaron —dijo cabizbaja y con ojos cristalizados—. Me dijeron que solo soy una empleada que está allí para asistir a los clientes y limpiar mesas, que no me crea tanto. —Las lágrimas mojaron sus mejillas. Lían puso su mano sobre la de ella y la miró con ternura.—¡Son unos idiotas! ¿Que se creen ellos? Tus postres son mucho mejor, eres profesional y te preparaste para ello. Solo son unos inflados que no aprecian algo diferente ni que están dispuestos a renovar, además de ser unos clasistas superficiales.—Son muy buenos y por algo tienen su fama. —Diana hipó—. Yo... fui muy presuntuosa al creer que pod&ia
—¡Lo sabía! ¡Ese tipo no era de fiar! —Nikaus caminaba de un lado a otro con nerviosismo.—¿Qué tipo? —Lars indagó alarmado. Todos se habían reunido en el Dojo de Jing, puesto que sospechaban del asesino que siempre se les escabullía.—Nancy empezó a salir con un hombre, nunca me quiso decir de quién se trataba; bueno, ella y yo nos dejamos de hablar por eso... —Nikaus respondió nervioso.—¡No! Mi dulce niña no puede estar en manos de un asesino, ella no sabe defenderse. ¡Debí enseñarla! Pero claro, la tonta de su madre siempre se negó, ahora ella está en peligro y no sabemos dónde ni con quién. —Lars se lamentó con los ojos llorosos.—La encontraremos, Lars. —Jing aseguró.—Eso es
DianaRespiro varias veces, pues mi nivel de estrés ha subido últimamente con tanta demanda. A nuestro segundo año de poner el restaurante de comidas dulces en Zafiro, ya tenemos sucursal en Met. Inspecciono por última vez el lugar y suspiro satisfecha. Ha sido un arduo trabajo, pérdida de sueño, días sin tener tiempo ni para comer, mucho estrés y viajes inesperados; hemos tenido que sacrificar muchas cosas, pero ha valido la pena. Cierro la puerta, saludo a los guardias y miro por todos lados. Creí que Lían ya estaba aquí; hago una mueca y frunzo el ceño.—¡Para qué me dice que ya llegó si no es cierto! —espeto con enojo, tal vez exagero, pero recuerden que tengo mucho estrés. —Hola, chica preciosa. ¿Por qué tan solita? ¿Quieres que te haga compañía?S&iacut
Lucero verde—¡Diana! —Dimitri la llamaba desde el taller, mas no obtuvo respuesta. Su esposa entróy lo abrazó desde atrás; él se volteó quedando frente a ella, sostuvo su rostro y la besó en los labios con pasión. Amaba a esa mujer con locura. Ella se quedó embelesada con sus orbes grises que nunca perdieron su misterio.—Diana fue a visitar a sus tíos —dijo coqueta. Atrapó sus labios juguetona, pero él la apartó y arrugó el rostro.—Últimamente está visitando mucho a "sus tíos". —Hizo ademanes de comillas y el disgusto se expresaba en su rostro.Los Harrison no eran familiares, sin embargo, se volvieron cercanos a ellos después de la gran batalla que se libró para la restauración de Lucero verde; por tal razón t
La noche estaba más oscura de lo regular y el tono verde azulado intenso había cambiado a uno casi negro con una luna (luz testigo para ellos) anaranjada y muy brillante. La brisa estaba un poco violenta y una sensación de que algo sucedía en el ambiente se podía palpar.—¡Es el momento! El guardián de Destello está en la montaña de Estrella Verde junto a los hijos del guardián heredero. —Un chico alto y delgado, de cabellera rubia y abundante; vestido completamente de negro, con ropa y camisa de cuero ceñidas al cuerpo, dijo con una sonrisa retorcida.—Es nuestra oportunidad de atacar. Aquí no están sus padres ni el poderoso guardián de este mundo —añadió una chica rubia idéntica a él. Ella estaba vestida de la misma manera y su cabello estaba peinado en una larga trenza.—Entonces, vamos tr
La mañana estaba brillante con un cielo despejado y el sol anaranjado. Los cantos de los pájaros, la brisa fresca y el olor del café daban las mejores sensaciones a una mañana perfecta, hasta que...—¡Dimitri! —Ana lo llamó espantada y él saltó de la cama con gran preocupación. Corrió hacia donde se escuchaba su grito y la miró con reclamo al no ver rastro de algo que justificara la manera en que lo llamó.—¡Explícate! —Le dedicó esa mirada intensa que la estremecía.—¿Por qué me miras como si estuviera loca? —Ella reclamó y luego apuntó a través de la puerta—. Diana no durmió en la casa.—¡Qué tonterías dices! —Dejó de hablar cuando observó la habitación, entró con si
Destello—¡Lían! —Leela despertó de golpe, sudorosa y con temblores. Jing se acercó espantado y tomó sus manos heladas. Él ya se había levantado y, como ella se había acostado de madrugada, no quiso despertarla.—Cálmate, amor, fue una pesadilla. —Jing trataba de tranquilizarla, puesto que ella había estallado en llanto.—Jing, debo ver a mi hijo... tengo un mal presentimiento —dijo con voz ronca mientras Jing secaba sus lágrimas.—Lo veremos pronto, Tigresa. Él está bien, solo estás nerviosa porque es su primera misión solo.—No, Jing, siento algo feo en mi pecho. Tengo la sensación de que no lo volveré a ver. —Ella se recostó sobre su torso sin poder evitar llorar con de
—¿Estás dormida? —Lían estaba recostado sobre la puerta de la habitación de Diana mientras daba pequeños golpecitos. Ella no había salido de allí desde el mediodía y ya estaba anocheciendo.—¿Necesitas algo? —La voz apagada de la muchacha se escuchó desde el otro lado de la puerta.—Ah... —Rascó su cabeza—. No, solo quería saber si estás bien... ¿Tienes hambre?La puerta se abrió y una Diana con los ojos hinchados y nariz roja lo recibió.—Veré que puedo preparar —respondió con la voz ronca y Lían la miró desconcertado.—Espera, no te llamé para eso... no, yo te preparé un sándwich, es lo más que puedo hacer en la cocina. —Sonrió. Ella lo miró avergonzada.&mdas