Capítulo 98
La cabeza de Guillermo no explotó en ningún momento ni se hizo añicos.

En cambio, Juan la había empujado con tal fuerza que la incrustó en su pecho de una sola bofetada.

Su cuerpo sin cabeza cayó pesadamente hacia atrás, quedando inmóvil.

Todos quedaron completamente petrificados.

¿Un maestro de artes marciales, derribado de un golpe, con la cabeza incrustada en el pecho?

—¿Cómo es esto posible?

La sonrisa en el rostro de Julio se desvaneció al instante, y comenzó a gritar desesperadamente.

El rostro de Óscar se contrajo, y sus manos temblaron incontrolables detrás de su espalda.

Pedro, con los ojos desorbitados, parecía haber visto un fantasma, su cara llena por completo de incredulidad.

Mientras tanto, Guillermo, lleno de dolor y furia, gritó: —¡Hermano!

De repente, se oyó una imponente voz de retirada, y dos figuras se lanzaron rápidamente hacia la puerta de la mansión.

—¡Dios mío, están huyendo!

La gente quedó boquiabierta.

Por supuesto, los dos hermanos restantes iban a huir. Desd
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