Capítulo 104
—Elena, no te preocupes, prometo que te curaré.

Juan miraba a Elena durmiendo y, con la voz entrecortada, añadió con amor: —Cuando llegue ese preciso momento, encontraremos a las siete hermanas y nos encargaremos de cuidarte en tu vejez.

Esa noche, la masacre ocurrida en los aposentos de la familia Pérez conmocionó a todo Crestavalle, quienes estaban aterrorizados por el dantesco suceso.

Todos se preguntaban quién era ese hombre con la máscara de bronce.

Sofía también recibió órdenes superiores de capturar al verdadero culpable en el plazo de un mes para calmar gradualmente los ánimos de la opinión pública.

Mientras tanto, en una selva tropical en el extranjero.

Una enorme tigresa de Bengala, de más de quinientos kilos, fijaba con fiereza su mirada en un hombre vestido de negro a diez metros de distancia.

La tigresa, sintiendo el peligro eminente del hombre, adoptó una postura de ataque y rugió ferozmente.

El hombre, con las manos en la espalda y una amplia sonrisa en los labios, dijo:
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