Capítulo 107
—Tu abuelo está muy mal, necesito tratarlo de inmediato.

Juan insertó rápidamente la aguja de plata en la garganta de Antonio mientras secretamente canalizaba una gran energía en su cuerpo para mantenerlo con vida.

—¡Estás desquiciado!

Marta se adelantó en ese momento y lo empujó con fuerza, gritando con rabia: —¿Qué sabes tú de curar? Si le pasa algo grave a mi abuelo, nunca te lo perdonaré.

—Vete, lárgate ahora mismo, no quiero verte más.

Juan sonrió y, sin decir más, se dio la vuelta y salió apresurado de la mansión de los Díaz.

—Abuelo, ¿cómo te sientes? No me asustes— Marta se inclinó con dolor sobre la cama, angustiada al ver a Antonio desmayado de nuevo.

En ese momento, el médico personal de Antonio finalmente llegó con su equipo.

Después de examinar meticulosamente a Antonio, el anciano médico dijo sorprendido: —¿Qué raro? Todos los órganos de Antonio estaban fallando, pero ahora hay una gran energía misteriosa manteniéndolo con vida.

—Doctor, ¿hay alguna esperanza para mi abue
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