Capítulo 44
—¡Si no quieren morir, aléjense de inmediato! —gritó un joven con traje, y con una expresión siniestra, señalando un rincón muy cercano.

En un instante, todos comenzaron a empujarse y a amontonarse directo hacia el rincón, muy temerosos de verse involucrados.

Marta permaneció inmóvil, dejándose arrastrar en ese momento por la multitud, con sus ojos llenos de lágrimas mirando fijamente a Juan.

¿Acaso, tú eres tú, Pierdrita?

Mordió sus labios con fuerza, deseando acercarse y quitarle la máscara de bronce a Juan.

—Presidenta, vámonos rápido— Rosa, al ver que Marta no se movía, la agarró con fuerza y la llevó hacia el rincón.

Rafael lanzó una mirada fría a Juan y luego dio una orden: —¡Captúrenlo!

En un breve momento, más de diez hombres corpulentos se lanzaron ferozmente hacia Juan sin decir una sola palabra.

Eran feroces matones entrenados todos por los Pérez durante años, asesinos sin escrúpulo alguno con manos manchadas de sangre.

Se movían a gran velocidad, y en un abrir y cerrar de o
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