Capítulo 365
Al ver que Juan se atrevía a cuestionarlo, Vicente, furioso y avergonzado, exclamó: —¿Por qué dices que no soy discípulo de señor González? ¿Acaso lo eres tú?

—Claro que no— respondió con firmeza Juan, sacudiendo la cabeza.

Vicente se burló con frialdad: —Ahí lo tienes. Eres solo una persona común, ¿qué derecho tienes para ponerme en duda?

—Y, además ¿acaso tengo que explicarte quién es mi maestro?

Vicente adoptó una actitud indignada, lo que hizo que Tiberio y Anabel volvieran a creer en él un poco más.

Juan parecía querer seguir hablando, pero Anabel lo interrumpió con un tono sombrío y autoritario: —¡Cállate! ¿Quién te dio permiso para hablar aquí?

Al instante, Anabel hizo una reverencia ante Vicente, llena de gratitud, y dijo: —Señor, agradecemos que su maestro nos haya salvado la vida. La Orden del Dragón Celestial está en deuda con él.

Tiberio, dudando por un instante, imitó un ligero gesto, inclinándose ante Vicente con las manos juntas.

Aún no estaba convencido de que Vicente f
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