Capítulo 368
Al ver aquella escena, se escucharon exclamaciones por toda la orilla.

—¡Dios mío, este joven también es un maestro!

—Sí, todos estábamos equivocados. Pensábamos que solo era una persona común.

—¡Parece que realmente es el señor González!

—¡Quién lo hubiera imaginado! ¡El famoso señor González de Crestavalle es tan joven!

Todos estaban asombrados, mirando a Juan de pie sobre la superficie del lago, con sus cabezas llenas de total confusión y asombro.

Los que estaban cerca de Tiberio, como Anabel y los demás, estaban igualmente estupefactos.

Parecía que la realidad les había gastado una broma monumental.

Damaris, con la mente en blanco, miraba a Juan con incredulidad: —¿Juan? ¿Es posible que él sea realmente el señor González?

Tiberio, respirando hondo, con los ojos llenos de un fervor indescriptible, declaró palabra por palabra: —¡Él es el señor González!

Al escuchar esto, de repente Vicente cayó al suelo, temblando de terror.

¿Ese chico es en verdad el señor González?

¿Cómo es posible
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