Capítulo 371
Fuera del Lago Espejo, un todoterreno se detuvo al lado del camino.

—Marta, ya llegamos al Lago Espejo— dijo atento el conductor mientras bajaba y abría la puerta trasera.

Marta de inmediato descendió del vehículo, observando con desconcierto a su alrededor, y con gratitud, dijo: —Gracias a todos, ya pueden regresar. A partir de aquí, buscaré a Juan por mi cuenta.

—Marta, sería mejor que nos quedáramos contigo. Pelayo nos pidió que nos aseguráramos de protegerte en todo momento— insistió de nuevo el conductor.

—No, no hace falta. Agradezco muchísimo su preocupación, pero ya les he causado demasiadas molestias— respondió Marta, sacudiendo con timidez la cabeza.

Había salido desde Ciudad del Alba, y si no fuera por la protección de esas personas, no sabía cómo habría llegado hasta allí.

Al fin y al cabo, ellos no tenían ninguna obligación con ella. Que la hubieran ayudado hasta ese punto ya era mucho pedir. La verdad, no quería seguir siendo una carga.

—Está bien, Marta, pero por favor,
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