Capítulo 206
—Entonces, parece que ese hombre de mediana edad era el presidente después de todo.

Rosa contuvo la respiración por un momento, luego soltó una sarcástica carcajada: —Hum, Juan había dicho antes que él era el presidente, pero esto resultó ser una completa mentira. Menos mal que no le creímos.

En ese instante, su desprecio y aversión hacia Juan aumentaron aún más.

De repente, cayó la noche.

En la azotea de Quantum Innovations, Juan se encontraba junto a la barandilla, encendiendo muy tranquilo un cigarrillo.

Mientras el fuego titilaba, su rostro se iluminaba de manera clara y definida.

Cuando el cigarrillo se consumió por completo, Juan habló con una indiferencia escalofriante: —Es el segundo día, ¿y todavía nadie de la familia Ortiz ha ido a arrodillarse y pedir perdón frente a la tumba del viejo director?

—No, Señor, hasta el momento ningún miembro de la familia Ortiz ha ido— respondió Luis, inclinándose con gran humildad detrás de él.

—¡Parece que no he matado lo suficiente!

Juan alz
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