Capítulo 208
Todos miraron sorprendidos y vieron a Ciro de pie junto a la barandilla del segundo piso.

—¡Es Ciro!

Los presentes quedaron sorprendidos.

Ciro, con un cigarro encendido, miraba hacia abajo a Juan con desprecio y dijo: —Idiota, nunca pensé que vendrías solo a matarme.

—¿Acaso no sabes que, entre todos los de la familia Ortiz, soy el que tiene más hombres bajo mi mando y el más difícil de tratar?

—¿Debería decir que eres un completo ignorante o que te sobrevaloras?

En ese preciso momento, Ciro miró despectivamente la máscara de bronce en la cara de Juan, y de repente sus ojos se llenaron de una mirada sedienta de sangre.

¡Así que era él! ¡Un remanente del Ángel Guardián!

Ciro se sintió algo sorprendido y emocionado al mismo tiempo.

¡Idiota, justo cuando estaba preocupado por no poder encontrarte, vienes tú solo a buscar la muerte que te pasa!

¡Ja, ja, ja!

Juan levantó un poco la mirada hacia Ciro en el segundo piso, y sus ojos, ocultos bajo la máscara, parecían arder en llamas furiosas:
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