Los labios de ambos se acoplan de una forma perfecta y sus lenguas empiezan a danzar desesperadas dentro de sus bocas, como si compitieran por cuál de los dos controlaba el momento. Noah aferró a Ale por sus caderas y la pegó contra su cuerpo, que empezaba a reaccionar en una parte específica de su anatomía, que ella sintió presionar en su bajo vientre. Enredó sus delgados dedos en los cortos cabellos de la nuca de Noah y jadeó con fuerza.El aire les faltó y con dificultad se alejaron, mientras intentaban controlar sus respiraciones erráticas. Ale mordió su labio, una acción que estaba desquiciando a Noah, cada vez que la veía, pues dejaba en evidencia ese lado sensual y salvaje que había conocido tenuemente una noche y que anhelaba volver a encontrar.Ale retrocedió dos pasos, pero Noah no le permitió alejarse más, volvió a tomarla por la cintura y la atrajo hacia él, dándole la vuelta contra el escritorio. Los glúteos de ella quedaron justo en el borde de la mesa, presionando su pie
Noah no lograba entender lo que le pasaba con Alessia, pero la mujer le atraía de una forma incontrolable y lo que más disfrutaba, era que mientras estaba con ella, los problemas se desvanecían a su alrededor.Ale era la única mujer con la que había estado después de la muerte de Andrea. Al principio, como era de esperarse, tras la muerte de su gran amor y madre de su hijo, estar con alguien más no era algo en lo que pensaba, por más que ella en su lecho de muerte se lo hubiera pedido, pues Andrea había tenido el tiempo suficiente para hacerse a la idea de que los dejaría solos y no deseaba que Noah, su hombre maravilloso se quedara sin una compañera de vida; sin embargo, solo hubo una petición y, se podría decir que fue una condición, con la que Noah estaría de acuerdo en ese momento junto a la camilla de Andrea y cada día después de eso: si alguna vez conocía a una mujer, tendría que ser alguien que quisiera a Charlie y se preocupara por su bienestar.La mente de Noah se perdió por
Ale miró el reloj sobre su mesa de noche y volvió a maldecir, ya era demasiado tarde para cancelar la cena, de hecho, era muy posible que Jean ya la estuviera esperando en el restaurante y sería una grosería no cumplir el compromiso que había adquirido más temprano. Ni hablar de Grace, no quería tener problemas con su amiga, pues seguro se molestaría donde dejara plantado a su cuñado.Sin mucho ánimo, pero sí con prisa, buscó un vestido bonito y cómodo, adecuado para el restaurante al que había sido invitada, unos tacones de 4cm, se desenredó el cabello y lo peinó suelto, de medio lado; y el maquillaje fue de lo más sencillo, un poco de base, mascara de pestañas y un labial rosa oscuro.Salió con prisa de su penthouse y bajó por el ascensor privado, directo al sótano donde su auto estaba parqueado. Volvió a mirar la hora y todo lo estaba haciendo en tiempo récord, solo faltaba que el tráfico estuviera suave, así su demora no sería tanta.Su celular volvió a sonar, anunciando otro mens
La casa no estaba lejos del restaurante, así que, en menos de veinte minutos ya estaban frente a esta. Jean se sentía apenado con Ale por haberlo llevado, pero ella insistió en más de una ocasión, que ese no era problema y que lo hacía con gusto.—¿Quieres verte con Grace? —le preguntó cuando se detuvo frente a la casa. Ale pareció pensarlo y después negó.—No, después hablaré con ella, ahora solo quiero llegar a descansar —confesó y él asintió.—Lo sé, ella puede ser un poco abrumadora cuando está emocionada —convino Jean y Ale le dio la razón con un asentimiento—. Será mejor que te vayas pronto o se dará cuenta de que estamos acá. Gracias por una velada agradable y por traerme. Nos vemos, bonita —se despidió Jean y le dio un beso en cada mejilla a Ale.—Ten buena noche, gracias por la deliciosa cena —se despidió Ale y apenas él se bajó del auto, ella se puso en marcha.A esa hora el tráfico estaba más pesado que horas antes, sin embargo, en menos de cuarenta minutos estaba de vuelta
Ale no podía borrar la sonrisa de su rostro ni controlar las lágrimas que bajaban por sus mejillas al ver la pequeña imagen en tonos negros y grises en sus manos.—¡Qué hermoso se ve! —exclamó—. Ese bebé será uno más de los consentidos de la tía Lessy —aseguró, arrancándole una risa a su hermano.—Todavía no lo puedo creer, es tan pequeño o pequeña… —susurró Paul, mirando la imagen de la ecografía en manos de su hermana.—¿Cómo se ha sentido Lina? ¿Muy feos los malestares? —preguntó Ale, no solo interesada en su joven cuñada, sino que también quería prepararse por si le tocaba algo similar.Los hermanos se enfrascaron en una conversación amena, mientras degustaban un trozo de carne con guarnición de vegetales y papas al vapor. Cuando terminaron se dieron cuenta de que la hora de almuerzo había pasado y era momento de volver a sus labores, pues era algo de nunca acabar en el Orion.Paul se despidió de su hermana junto al ascensor del lado del hotel y siguió hacia su oficina en el casin
Noah soltó las muñecas de Ale y se alejó un poco de ella, ocasionando que echara en falta su calor y tacto. Los dos se miraron de forma intensa, pero sin decir nada. La falta de palabras por parte de Noah la puso nerviosa, esperaba que le creyera, porque no le había mentido al respecto.—¿Me crees? —preguntó Ale. —Lo siento… —contestó Noah y un escalofrío recorrió la espalda de Ale al imaginar que todo se estaba arruinando en ese instante—. No sé lo que me pasó, sé que no tengo el derecho de hacerte reclamos de nada, pero leer esa nota fue demasiado incómodo —explicó él. Ale lo miraba atenta, sus palabras no le daban una claridad respecto a lo que pasaría entre ellos.—Noah, de verdad lamento no haberlo dicho, pero no le di importancia, salí porque me sentí obligada, no me arrepiento de haberlo hecho, porque Jean fue muy amable, la cena fue agradable y productiva… Él es un empresario con el que perfectamente el Orion podría hacer negocios —comentó y Noah sonrió levemente. —Eres obs
Ale se quedó mirando a su amiga, no sabía si contarle la verdad o la misma mentira que a Noah. Era consciente de que la forma en la que estaba llevando las cosas no era la mejor, pero tampoco deseaba esperar más tiempo, lo que tenía con Noah le gustaba y no quería que él se alejara cuando ella le propusiera embarazarla, es que, como fuera, eso no podía sonar bien de ninguna forma.—Por ahora ese es un sueño aplazado —contestó, intentando sonar lo más convincente posible—. Por el momento, quiero ver hasta dónde se pueden dar las cosas con Noah—eso no era mentira—, ya después miraré cómo se me va a cumplir el deseo de tener un bebé —concluyó.—Solo te quiero ver feliz, ¿está bien? —preguntó Grace con una sonrisa en su rostro.—Lo sé, gracias —contestó Ale y se acercó a besar la mejilla de su amiga—. Yo también te quiero ver feliz. ¿Sacaste la cita en la clínica de fertilidad?Grace empinó su copa de vino y casi la termina de un solo sorbo, para después asentir.—La próxima semana tenemos
Ale no le discutió, no tenía fuerzas y, honestamente, tampoco ganas, aunque se sentía un poco culpable por distraerlo de sus labores para cuidarla a ella enferma, se sentía que abusaba de su amabilidad. Noah la depositó sobre la cama con cuidado, quitó sus zapatos y la cubrió con la colcha.—Voy a buscarte algo para aliviar el dolor —dijo él, y sin esperar respuesta, salió de la habitación en busca de agua y el medicamento que seguramente estaría en camino.Ale cerró los ojos, dejando que la oscuridad la envolviera. Aunque el malestar seguía siendo fuerte, el solo hecho de tener a Noah cerca la hacía sentir más tranquila. Era como si su presencia tuviera el poder de calmar su cuerpo y mente, aunque fuera un poco.Noah fue hasta la cocina y empezó a abrir cajones, en búsqueda de los vasos, revisó la nevera y encontró una jarra llena de agua fría. Unos golpes en la puerta llamaron su atención y fue a abrir con prisa, antes de que Ale aumentara su malestar con el sonido. Volvió minutos