Creo que he hecho muchas cosas estúpidas en mi vida, es decir, cualquier persona ha hecho cosas estúpidas, pero cuando veo a mi mejor amigo salir con una bolsa de pañales, un biberón y algunas fórmulas, por primera vez me siento incómoda con algo que he hecho.
—No tenías que comparar tantas cosas –murmuro cuando entra al auto.
—Va a necesitar algo que ponerse y que comer cuando la entregues. Es más de lo que algunas personas llevan, pero me parece un mínimo de respeto por un ser humano.
Acomodo las cosas en el asiento trasero del auto. He tenido que moverme aquí para empezar a cambiarla. Habría ido yo a comprar todo, pero él no quería quedarse con la niña, así que no tuve más opción que aceptar que él se encargara.
—No sé por qué te refieres a ella como adulta –murmuro, intentando iniciar algún tipo de conversación, el que sea.
—Porque es una persona. En menor escala, pero persona al fin y al cabo.
No está molesto, pero sí un tanto incómodo, así que decido que iniciar una conversación ahora no es la mejor de las ideas. No solo porque todas sus respuestas serán cortantes, sino porque puedo provocar que se enoje lo suficiente como para querer estar un tiempo lejos y ahora lo necesito más que nunca.
Le quito el pañal a la bebé colocando la bolsa de la farmacia debajo para asegurarme de no manchar el asiento. Durante los minutos que mi amigo estuvo afuera, conseguí calmarla cuando le quité el pañal y limpié tanto como pude de su pequeño trasero, pero continúa soltando pequeños lloriqueos y sé que en menos de nada empezará a llorar de nuevo.
No quiero pensar en nada más que en el ahora. Me trago las «gracias» hacia mi amigo por haber traído toallitas húmedas y talco. No creo que le siente bien, tanto un agradecimiento como algún tipo de recordatorio acerca de lo que ocurre.
La bebé empieza a llorar de nuevo. No tan fuerte como hace un rato, pero sí lo bastante alto como para que sea incómodo escucharla. Me toma casi nada prepararle la fórmula, gracias a los incontables cursos de internet y los muchos programas que he visto en H&H.
Sí, no tengo hijos, pero eso no es excusa para no saber cómo atender a un bebé.
Cuando la tengo limpia y se ha terminado todo del biberón, le coloco con cuidado la cabeza sobre mi hombro y le paso la mano por la espalda, en busca de que expulse los gases.
No me doy cuenta de lo inclinada que esta mi cabeza en su dirección hasta que me veo en el espejo retrovisor, aunque también termino encontrándome con la mirada de mi amigo.
No me dice nada y aparta la mirada cuando el semáforo se pone en verde, cosa que no había notado.
Siento que mis mejillas, por alguna extraña razón, se ruborizan. Algo entre pena y miedo empiezan a adueñarse de mí y solo soy capaz de seguir pasando la mano por la espalda de la bebé.
—¿Quieres que te deje en algún lugar? –me pregunta.
Respiro hondo, sabiendo que ha dejado clara su opinión acerca de lo que debo hacer y, tiene completo sentido para mí, pero no hay por qué apresurarse con algunas cosas.
—Llévame a casa –digo. Sus ojos vuelven a conectarse con los míos a través del espejo retrovisor, pero no me permito cambiar de opinión—. Necesito un baño.
Puede ser una excusa patética, pero queda clara la insinuación acerca de que no me refiero a mí, por lo menos, no solo a mí y aunque parece no muy feliz con eso, hace lo que le pido.
Casi puedo sentir su incomodidad desde aquí. No le agrada en lo más mínimo que continúe con mis brazos envueltos alrededor de la pequeña, pero no puedo evitarlo. Siento que, si la suelto, ambas perderemos una parte importante de nuestro interior.
Cuando llego a casa, me cuesta un poco tomar los pañales y mis carpetas sin pedirle ayuda a Kyle y aunque no se la pido, se acerca a ayudarme. No me niego porque sé que no soy capaz de encargarme de todo sola o por lo menos no en un solo viaje y sin soltar a la bebé, así que dejo que lleve todo, excepto a la niña.
Después de haberle cambiado el pañal y alimentarla terminó durmiéndose, lo que me tranquiliza y me torna un tanto impaciente por igual. Es decir, me siento muy bien porque se sienta cómoda, pero su piel está un poco pegajosa a causa del sudor y no es para menos después de haber pasado Dios sabe cuánto tiempo sola en aquella… aquella caja. Un escalofrío me recorre el cuerpo solo de pensarlo.
Cuando entro en la casa, Kyle está dejando mi bolso y todo lo demás encima de la mesa.
—¿Necesitas algo más?
Me gustaría decir que su pregunta es desinteresada, que solo la hace porque es mi amigo y se preocupa por mí, pero no es el caso, sé que lo que espera es que le diga que he «recuperado la cordura» y que haré exactamente lo que me ha recomendado.
—No —contesto mirándolo a los ojos—, ya me has ayudado mucho.
No le gusta mi respuesta. Lo sé por la manera en que respira hondo y se lleva las manos a las caderas.Siempre me ha apoyado en todas y cada una de las locuras que quisiera cometer, me ha aconsejado desde que lo conozco y ha estado ahí en cada momento que lo he necesitado, por eso entiendo que quiera protegerme de lo que considera una estupidez, pero también debe saber que algunas cosas solo… suceden. Sin importar cuánto aconsejes a alguien al final es esa persona hará lo que le plazca.—¿Estás segura de esto? –pregunta en voz baja, pero levanta las manos antes de que pueda siquiera abrir la boca—. Mejor no me contestes ahora –suspira—. Mañana nos veremos y me dirás… me dirás lo que piensas de esto. Solo piensa la situación y comunícame tu decisión. Sabes que puedes contar conmigo en lo que sea que necesites, ¿verdad?Las lágrimas llegan a mis ojos, pero no me permito derramarlas.—Lo sé, gracias por eso.Da un leve asentimiento y sé que no quiere marcharse, pero tampoco es como que t
Cuando el auto se detiene, siento mis piernas volverse de gelatina. Era mucho más fácil pensar en enfrentarse a la gente del hospital cuando estaba en la seguridad del auto y el hospital no estaba a la vista. Ahora que estamos en el parqueo me quedo mirando la puerta de emergencias como si en cualquier momento fuer a salir alguien y a arrancarme la bebé de mis brazos. —No podemos quedarnos aquí todo el día, hay que entrar —la voz de Kyle me provoca un escalofrío que no puedo ignorar. Todo dentro de mí se encuentra en una lucha espantosa. Sus anteriores palabras entran en mí con brusquedad, como si todo lo malo que quise ignorar mientras sostenía a la bebé, desapareciera. —Tengo miedo –digo en voz baja. —No debes preocuparte. Sí, será duro, pero… —¿Y si no me dejan explicarme? –pregunto abrazando a la bebé más cerca de mi pecho—. ¿Qué pasa si me ven llegar y de inmediato deciden que soy culpable y llaman a la policía y…? Lo siento colocar una mano sobre mi rodilla y de inmediato m
—Tranquila –susurra Kyle a mi lado mientras coloca una mano sobre mi hombro.—Creen… creen que yo…—No importa lo que crean –me interrumpe—. Importa lo que digas y cómo lo digas. Tú y yo sabemos lo que ocurrió y eso es más que suficiente.Cómo quisiera que sus palabras fueran un verdadero alivio. Intento respirar hondo y tranquilizarme. Si algo es cierto, es que no es el primer instinto de nadie permitir que una extraña se quede con un bebé que dijo haberse encontrado en la carretera. Ahora que tengo la mente un poco más despejada —o tan despejada como se puede tener cuando estás en un hospital y a punto de ser enjuiciada por la ley—, es que actué como alguien que acaba de robarse algo y su primer instinto es esconderlo. En este momento no puedo culparlos por pensar mal de mí porque mi conducta no fue precisamente lo que se espera de alguien en mi situación, pero que Dios me libre si tuve alguna otra intensión que no fuera proteger a esa niña.De acuerdo, ahora puede que esté sobre pe
—Una vez más, ¿puede decirme lo que ocurrió?Respiro hondo mientras me preparo para contar la historia por tercera vez. Al principio creí que no me darían la oportunidad de explicarme y que solo me darían una patada en el trasero y me pedirían que no volviera, pero dejan que me explique, mucho.He preguntado dos veces por el estado de la bebé y lo único que son capaces de decirme es que necesitan evaluar bien la situación. Las lágrimas llegan a mis ojos cuando la encargada de servicios sociales se sienta frente a mí y me pide contarle la historia otra vez.En el momento en que me ve llorar, pide que nos dejen solas. Me da un pañuelo que le agradezco e intento tranquilizarme. Señala una esquina de la sala y alcanzo a ver una cámara que, como el cableado está a fuera, parece ser bastante reciente.—Te he estado observando cada vez que repetías la historia —me dice y no estoy muy segura de cómo tomármelo. Extiende su mano por encima de la mesa y me sonríe—. Te creo. ¿Quieres contarme ace
—¿Estás bien? –la pregunta de Kyle me hace sentir mal conmigo misma.—Necesito hablarte de algo serio –digo en voz baja y rápida. Él coloca las manos sobre mis hombros, como si eso lo ayudara a prestarme más atención.—Te escucho.—Cometí una estupidez, no solo por lo que dije, sino que terminé involucrándote, y ahora no estoy muy segura de cómo puedo salir de aquí, pero sí sé que te necesito, y si no puedes ayudarme entonces habré arruinado todo por nada, y de verdad quiero que esto funcione, porque siento que ya me enamoré de…—Shirley –me sostiene por los hombros mientras mantiene la mirada fija en mis ojos—. Necesito que te concentres, no estoy entendiendo nada de lo que estás hablando.Mi cabeza se mueve de arriba abajo. Apenas puedo procesar sus palabras, pero algo en mi subconsciente me dice que debo callarme y pensar. Sus manos se mueven suavemente por mis hombros, recordándome que está aquí, que ambos lo estamos, que en este momento es solo mi mejor amigo, no mi jefe, y que n
Nadie espera una buena noticia después de un «quiero hablar contigo», en especial si se toma en cuenta mi situación, pero echarme a correr en este momento sería sospechoso, así que no tengo más opción que estar quieta y escuchar lo que tenga para decirme.Con la cabeza un poco más fría y después de haber pensado en las palabras de Kyle, soy consciente de que las cosas están un poco sombrías en este momento. Entiendo que a todas luces parece que cometí un crimen, que es fácil creer que he llevado a cabo un secuestro, cuando la verdad es que todas mis intenciones y motivos eran solo salvar a una pequeña que había sido abandonada, pero a la ley no le importan mucho las intenciones.He escuchado demasiadas veces lo que la gente opina de lo que he hecho y sé que es tiempo de dejar de actuar con el corazón y empezar a usar más la cabeza. Pero en este momento, con la mano de Kyle sobre mi hombro, y esta mujer frente a mí, mi corazón toma de nuevo el control, haciéndome creer que un «tenemos
Siete años antes… Me tiemblan las manos mientras tengo la prueba de embarazo entre ellas. La paciencia se me agota a cada minuto que pasa, esperando el resultado el resultado que no llega. Tanner está del otro lado de la puerta. No sé si nervioso a causa del miedo o de la emoción, pero sea como sea, el resultado es algo que puede cambiar nuestras vidas para siempre. Los condones y las pastillas anticonceptivas no son infalibles, y aunque hemos estado teniendo sexo por todo un año sin el menor riesgo a la vista, no significa que este momento nunca pudiera llegar. La minúscula presencia de mi periodo también es algo que me ayudaba a pensar que esto no iría a más, pero por el cómo me he estado sintiendo últimamente… no lo sé, una prueba no le hace daño a nadie. Respiro hondo cuando el temporizador llega a su fin, y con cuidado le doy la vuelta al aparato en mi mano, observando la pantalla en la que… solo hay una línea. No hay bebé. No sé exactamente cómo sentirme, pero me lavo las
Actualidad…Cuando termino de vestirme y me miro en el espejo, intento recordarme que todo lo que habría podido salir mal ya lo hizo.Ayer fui de nuevo a buscar plaza en una universidad y al parecer, la mancha sigue intacta.Sé que debería dejarlo estar, centrarme en otra cosa, pero no puedo. Solo pienso una y otra vez en las cosas que pude haber hecho diferente, en qué habría pasado si hablaba sin permiso y exponía mi caso, si hubiera ido a los noticieros a contar la injusticia, pero siempre llego a la misma conclusión: no habría podido hacerlo.Respiro hondo mientras intento sonreír. Un pequeño ejercicio que hago todas las mañanas porque me recuerda que soy la única capaz de poner una sonrisa en mi rostro y por lo tanto de quitarla.Me recuerdo que podría estar peor, que podría estar viviendo en la calle y me recuerdo, sobre todo, que pronto estaré tomando las riendas de mi vida y que nadie podrá quitarme eso, porque no lo permitiré.Estoy a punto de salir de casa, pero escucho mi c