Actualidad…
Cuando termino de vestirme y me miro en el espejo, intento recordarme que todo lo que habría podido salir mal ya lo hizo.
Ayer fui de nuevo a buscar plaza en una universidad y al parecer, la mancha sigue intacta.
Sé que debería dejarlo estar, centrarme en otra cosa, pero no puedo. Solo pienso una y otra vez en las cosas que pude haber hecho diferente, en qué habría pasado si hablaba sin permiso y exponía mi caso, si hubiera ido a los noticieros a contar la injusticia, pero siempre llego a la misma conclusión: no habría podido hacerlo.
Respiro hondo mientras intento sonreír. Un pequeño ejercicio que hago todas las mañanas porque me recuerda que soy la única capaz de poner una sonrisa en mi rostro y por lo tanto de quitarla.
Me recuerdo que podría estar peor, que podría estar viviendo en la calle y me recuerdo, sobre todo, que pronto estaré tomando las riendas de mi vida y que nadie podrá quitarme eso, porque no lo permitiré.
Estoy a punto de salir de casa, pero escucho mi celular sonar. Siento la mano temblarme un poco cuando reconozco el número. Es de una de las cafeterías en las que he estado pidiendo trabajo. Reviso la hora para asegurarme que no perderé el autobús y contesto la llamada cuando descubro que no hay peligro.
—¿Hola? —contesto.
—¿Es usted Shirley? —pregunta el hombre al otro lado de la línea.
—Sí soy yo—contesto esbozando una sonrisa a pesar de que no puede verme.
—Tendríamos disponibilidad para hacerle una entrevista hoy a las diez de la mañana.
Mi sonrisa decae cuando escucho sus palabras.
—¿Hoy? —cuestiono—. Es que tengo un asunto muy importante que no puede ser pospuesto. ¿Le molestaría considerar…?
—Hoy es el único cupo que tenemos disponible, es la razón por la que hemos tardado tanto en contestarle —me informa.
Aprieto los labios en una línea fina y respiro hondo, despacio, para que no se escuche nada del otro lado.
—Le agradezco que se haya tomado el tiempo de llamarme. Espero que alguna otra oportunidad pueda surgir.
A pesar de que mi tono es calmado y que mis palabras incitan a continuar la conversación, lo escucho despedirse y ahí quedan mis esperanzas.
Necesito dinero. Después de que mi vida se cayera a pedazos, hice un plan. Me tomó tiempo, he de admitirlo, pero finalmente tengo uno.
No quería escuchar más sobre por qué no puedo estudiar en una universidad en este lugar, así que me inscribí en una academia española de manera virtual. O bueno, lo haré, en cuanto termine de ahorrar para pagar la matrícula.
Se supone que se debe hacer dos pagos en un plazo de seis meses, pero yo llevo dos años reuniendo para tener poco más de la mitad y en cuanto me inscriba no quiero inconvenientes, así que no me meteré en la boca del lobo sin tener nada que me respalde, sobre todo porque mi sueldo de un mes no cubre ni siquiera la tercera parte de la matrícula.
Decido que puedo seguir quejándome de mi miserable vida cuando esté en el trabajo, así que salgo de mi casa y me aseguro de cerrar con llave. Llego a la parada de autobús un minuto antes de que llegue y agradezco en silencio mi suerte.
La distancia de mi casa al trabajo no es mucha y puedo llegar caminando en caso de cualquier problema con el transporte, pero tener una racha de cosas buenas sucediendo en mi vida es algo que me ayuda a creer un poco en el destino y me ayuda a no sentirme tan miserable.
Respiro hondo cuando atravieso las puertas del edificio y aquí es cuando me repito de nuevo lo afortunada que soy por tener un trabajo, sobre todo uno como este.
O este en específico.
Sin tener título alguno, solo podía aspirar a los trabajos más sencillos y de la paga más baja, así que no me avergüenza decir que he recibido ayuda de algunos contactos —bueno, uno en específico— y que me siento afortunada por ello.
Alguien que no solo buscara ayudarme, sino que supiera que puedo ser capaz de hacer un buen trabajo aunque no cuente con un título universitario.
Apenas llego, me meto en la oficina de mi jefe y sonrío un poco al notar que no ha llegado. Faltan unos cinco minutos para las ocho de la mañana, así que me siento frente a su escritorio para esperarlo.
Pasan exactamente cuatro minutos antes de que la mejor persona de todo el mundo entre por la puerta.
—Se ve muy bien hoy, jefe –digo.
Él levanta la mirada mientras se quita la chaqueta y cuando me ve, me da una sonrisa, como si estuviera feliz de tenerme aquí.
—Tú también te ves muy bien hoy.
Y esta es una de las razones por las que no le dije nada cuando mi mundo se estaba cayendo a pedazos, porque él hace más que suficiente por mí sin conocer todo el dolor que hay en mi pecho. No quiero que lo conozca y que se sienta mal por no poder hacer nada para resolverlo.
Sabe que no puedo tener hijos, por supuesto que se lo conté. También sabe que no logré licenciarme, pero no sabe la razón de eso último y tampoco le he dicho que ambas cosas, mi expulsión y enterarme de que nunca podría tener hijos, sucedieron en un breve espacio de tiempo y que es la cosa que más me ha dolido en la vida.
—¿Tendremos mucho trabajo hoy? –pregunta.
—No demasiado. Solo se necesita que firmes unos cuantos documentos y en la tarde tenemos una reunión en Paraons Enterprises.
Lo escucho soltar una pequeña maldición en cuento termino de decir las palabras. Me esfuerzo por no sonreír. Odia ir a esa empresa porque, según dice, las personas que trabajan allí son unos imbéciles que creen que tienen más poder que todos los demás. Yo pienso que solo son ejecutivos, pero no lo digo en voz alta.
A las dos de la tarde abro la puerta del copiloto del auto de Kyle, mi mejor amigo y jefe y en cuanto me coloco el cinturón de seguridad, arranca.Por el camino no hablamos, pero no porque nos llevemos mal, sino porque esto es parte de la rutina de Kyle. En este momento, mientras su mirada está fija en la carretera y en nada más, se dedica a hacer un repaso mental de las personas que va a visitar y acerca de lo que les va a hablar. Es algo a lo que estoy acostumbrada y a lo que me he adaptado con el tiempo.Respiro hondo, tarareando canciones por lo bajo para asegurarme de no distraerlo.Cuando llegamos a la compañía, no sé por qué presiento que las cosas no saldrán estupendamente, pero intento no proyectar mis pensamientos hacia el exterior, aunque cuando salimos del auto y cruzo mi mirada con la de kyle, sé que está pensando lo mismo que yo.Tres horas después, le sonrío.—¿Ves? La reunión no salió tan mal como pensabas –le digo a Kyle evitando mencionar a propósito el hecho de que
«Vámonos».Las palabras de Kyle se repiten en mi mente demasiadas veces y cuando soy capaz de responder, la voz me tiembla. Soy incapaz de creer lo que está ocurriendo aunque lo tenga en frente.—No puedes estar hablando en serio.—¡¿Y qué pretendes hacer?!—Debemos… debemos llevarla.—No —ríe como en un acto reflejo para disimular que se está poniendo nervioso—. Escucha, no. Tengo una compañía que dirigir y yo… —lo veo pasarse las manos por el rostro y sé que esta situación lo supera. No es para menos. Yo también me siento impactada y un tanto asustada por esto, pero mi primera reacción no es huir—. Shirley…—¡¿No estás viendo lo mismo que yo?!—¡Por supuesto que lo estoy viendo! —grita mientras se lleva las manos a la cabeza—. Mira, tomaremos… eso y lo llevaremos al ¡no, no, no, no, no lo toques!—¡No voy a dejarla ahí! –me quejo.—Santo Dios, no sabes si está enferma o… o tiene una bomba dentro.—¡Es una bebé! –le grito con el ceño fruncido mientras me pongo de pie.—Sí, en una car
Creo que he hecho muchas cosas estúpidas en mi vida, es decir, cualquier persona ha hecho cosas estúpidas, pero cuando veo a mi mejor amigo salir con una bolsa de pañales, un biberón y algunas fórmulas, por primera vez me siento incómoda con algo que he hecho.—No tenías que comparar tantas cosas –murmuro cuando entra al auto.—Va a necesitar algo que ponerse y que comer cuando la entregues. Es más de lo que algunas personas llevan, pero me parece un mínimo de respeto por un ser humano.Acomodo las cosas en el asiento trasero del auto. He tenido que moverme aquí para empezar a cambiarla. Habría ido yo a comprar todo, pero él no quería quedarse con la niña, así que no tuve más opción que aceptar que él se encargara.—No sé por qué te refieres a ella como adulta –murmuro, intentando iniciar algún tipo de conversación, el que sea.—Porque es una persona. En menor escala, pero persona al fin y al cabo.No está molesto, pero sí un tanto incómodo, así que decido que iniciar una conversación
No le gusta mi respuesta. Lo sé por la manera en que respira hondo y se lleva las manos a las caderas.Siempre me ha apoyado en todas y cada una de las locuras que quisiera cometer, me ha aconsejado desde que lo conozco y ha estado ahí en cada momento que lo he necesitado, por eso entiendo que quiera protegerme de lo que considera una estupidez, pero también debe saber que algunas cosas solo… suceden. Sin importar cuánto aconsejes a alguien al final es esa persona hará lo que le plazca.—¿Estás segura de esto? –pregunta en voz baja, pero levanta las manos antes de que pueda siquiera abrir la boca—. Mejor no me contestes ahora –suspira—. Mañana nos veremos y me dirás… me dirás lo que piensas de esto. Solo piensa la situación y comunícame tu decisión. Sabes que puedes contar conmigo en lo que sea que necesites, ¿verdad?Las lágrimas llegan a mis ojos, pero no me permito derramarlas.—Lo sé, gracias por eso.Da un leve asentimiento y sé que no quiere marcharse, pero tampoco es como que t
Cuando el auto se detiene, siento mis piernas volverse de gelatina. Era mucho más fácil pensar en enfrentarse a la gente del hospital cuando estaba en la seguridad del auto y el hospital no estaba a la vista. Ahora que estamos en el parqueo me quedo mirando la puerta de emergencias como si en cualquier momento fuer a salir alguien y a arrancarme la bebé de mis brazos. —No podemos quedarnos aquí todo el día, hay que entrar —la voz de Kyle me provoca un escalofrío que no puedo ignorar. Todo dentro de mí se encuentra en una lucha espantosa. Sus anteriores palabras entran en mí con brusquedad, como si todo lo malo que quise ignorar mientras sostenía a la bebé, desapareciera. —Tengo miedo –digo en voz baja. —No debes preocuparte. Sí, será duro, pero… —¿Y si no me dejan explicarme? –pregunto abrazando a la bebé más cerca de mi pecho—. ¿Qué pasa si me ven llegar y de inmediato deciden que soy culpable y llaman a la policía y…? Lo siento colocar una mano sobre mi rodilla y de inmediato m
—Tranquila –susurra Kyle a mi lado mientras coloca una mano sobre mi hombro.—Creen… creen que yo…—No importa lo que crean –me interrumpe—. Importa lo que digas y cómo lo digas. Tú y yo sabemos lo que ocurrió y eso es más que suficiente.Cómo quisiera que sus palabras fueran un verdadero alivio. Intento respirar hondo y tranquilizarme. Si algo es cierto, es que no es el primer instinto de nadie permitir que una extraña se quede con un bebé que dijo haberse encontrado en la carretera. Ahora que tengo la mente un poco más despejada —o tan despejada como se puede tener cuando estás en un hospital y a punto de ser enjuiciada por la ley—, es que actué como alguien que acaba de robarse algo y su primer instinto es esconderlo. En este momento no puedo culparlos por pensar mal de mí porque mi conducta no fue precisamente lo que se espera de alguien en mi situación, pero que Dios me libre si tuve alguna otra intensión que no fuera proteger a esa niña.De acuerdo, ahora puede que esté sobre pe
—Una vez más, ¿puede decirme lo que ocurrió?Respiro hondo mientras me preparo para contar la historia por tercera vez. Al principio creí que no me darían la oportunidad de explicarme y que solo me darían una patada en el trasero y me pedirían que no volviera, pero dejan que me explique, mucho.He preguntado dos veces por el estado de la bebé y lo único que son capaces de decirme es que necesitan evaluar bien la situación. Las lágrimas llegan a mis ojos cuando la encargada de servicios sociales se sienta frente a mí y me pide contarle la historia otra vez.En el momento en que me ve llorar, pide que nos dejen solas. Me da un pañuelo que le agradezco e intento tranquilizarme. Señala una esquina de la sala y alcanzo a ver una cámara que, como el cableado está a fuera, parece ser bastante reciente.—Te he estado observando cada vez que repetías la historia —me dice y no estoy muy segura de cómo tomármelo. Extiende su mano por encima de la mesa y me sonríe—. Te creo. ¿Quieres contarme ace
—¿Estás bien? –la pregunta de Kyle me hace sentir mal conmigo misma.—Necesito hablarte de algo serio –digo en voz baja y rápida. Él coloca las manos sobre mis hombros, como si eso lo ayudara a prestarme más atención.—Te escucho.—Cometí una estupidez, no solo por lo que dije, sino que terminé involucrándote, y ahora no estoy muy segura de cómo puedo salir de aquí, pero sí sé que te necesito, y si no puedes ayudarme entonces habré arruinado todo por nada, y de verdad quiero que esto funcione, porque siento que ya me enamoré de…—Shirley –me sostiene por los hombros mientras mantiene la mirada fija en mis ojos—. Necesito que te concentres, no estoy entendiendo nada de lo que estás hablando.Mi cabeza se mueve de arriba abajo. Apenas puedo procesar sus palabras, pero algo en mi subconsciente me dice que debo callarme y pensar. Sus manos se mueven suavemente por mis hombros, recordándome que está aquí, que ambos lo estamos, que en este momento es solo mi mejor amigo, no mi jefe, y que n