A las dos de la tarde abro la puerta del copiloto del auto de Kyle, mi mejor amigo y jefe y en cuanto me coloco el cinturón de seguridad, arranca.
Por el camino no hablamos, pero no porque nos llevemos mal, sino porque esto es parte de la rutina de Kyle. En este momento, mientras su mirada está fija en la carretera y en nada más, se dedica a hacer un repaso mental de las personas que va a visitar y acerca de lo que les va a hablar. Es algo a lo que estoy acostumbrada y a lo que me he adaptado con el tiempo.
Respiro hondo, tarareando canciones por lo bajo para asegurarme de no distraerlo.
Cuando llegamos a la compañía, no sé por qué presiento que las cosas no saldrán estupendamente, pero intento no proyectar mis pensamientos hacia el exterior, aunque cuando salimos del auto y cruzo mi mirada con la de kyle, sé que está pensando lo mismo que yo.
Tres horas después, le sonrío.
—¿Ves? La reunión no salió tan mal como pensabas –le digo a Kyle evitando mencionar a propósito el hecho de que yo también pensaba que sería un desastre, pero es porque no creo que aporte nada en este momento.
—No. Fue peor. Mucho peor de lo que imaginaba —replica.
—Bueno… admito que no fue la mejor reunión de todas, pero si miras el lado bueno, ya no tendrás que verlos por el resto de la semana.
Lo veo negar levemente con la cabeza. A veces le molesta que me enfoque tanto en ver el lado positivo de las cosas, pero la verdad es que no creo que hacerlo sea algo malo.
—Solo asegúrate de que no tenga que volverlos a ver en una larga y en serio, muy larga temporada.
—Anotado.
Mantengo la mirada en la carretera, intentando encontrar algo que lo distraiga del lugar en el que está cayendo su mente, porque sé que está a muy poco de…
—Es que me parece una estupidez —caer en un bucle. Bueno, intenté evitarlo, solo que no he sido lo suficientemente rápida—. He trabajado aquí durante casi una década. Me he esforzado mucho más que la mayoría de las personas que trabajan en la compañía y aún así… aún así quieren socavar mi autoridad. «Hablaremos con tu jefe» –dice la última frase intentando imitar la voz de uno de los ejecutivos de la junta—. Amigo, soy casi mi propio jefe y aunque quieras hablar con el que está ligeramente más arriba, el cierre del trato es una decisión de departamento que me corresponde tomar a mí. ¿Me entiendes?
—Por supuesto que te entiendo –asiento.
Honestamente no intento ignorarlo, pero estoy a punto de decirle que vi una ardilla —la excusa más patética del mundo, lo sé— y pedirle que se detenga porque quiero tomarle una foto —lo que es más patético aún—.
Avanzamos unos cuantos metros más y creo que Dios le ha dado respuesta a mi petición silenciosa. Hay una caja a un lado de la carretera. Tiene algo escrito con plumón negro y desde esta distancia no puedo leerlo, pero estoy segura de que es la excusa perfecta para ponerlo a pensar en otra cosa. Porque lo que sigue cuando mi amigo se indigna porque quieren socavar su autoridad, es que quiere reportarlo con alguien, quien sea, que tenga más autoridad que él por mínima que pueda ser.
—¿Sabes qué? Creo que él trabaja para una compañía con la que hicimos negocios hace como tres años y conozco al dueño. Llama…
—¡Mira! –hago como si acabara de ver la caja y señalo de manera desesperada hacia ella, haciendo que mi amigo reduzca la velocidad—. ¿Qué es eso?
—¿Qué es qué? –baja un poco más la velocidad mientras mira hacia donde señalo—. ¿La caja?
—Sí. Tenemos que saber lo que tiene. Oríllate.
—Shirley, eso probablemente sea una caja llena de basura, no vale la pena que…
—Solo oríllate –pido con los dientes apretados.
Lo escucho soltar un resoplido, pero pone la intermitente y se detiene a un lado de la carretera.
Me quito el cinturón de seguridad y me bajo del auto, escuchando su puerta abrirse y cerrarse luego de unos segundos mientras dirijo mis pasos a la caja.
Estando lo suficientemente cerca, puedo identificar las palabras escritas con marcador grueso. Dice «DONACIONES».
—A mí no me parece que eso sea basura –le digo con una sonrisa a mi amigo.
—Es una simple caja, a lo mejor se le cayó a algún camión camino a una subasta, una casa de empeños o algo así.
—¿Y quedó tan bien colocada al lado de la calle? No lo creo. Admítelo. Podemos estar a punto de iniciar una gran aventura. Y si es algo que se les ha caído, podemos devolverlo o…
—Quedarnos con ello –dice mirándome—. Esa idea ya me está gustando más.
El recuerdo de cuando éramos más jóvenes y en el verano nos sentábamos en las entradas de los bares a ver si corríamos con la suerte de que a alguien se le cayera un dólar o unas monedas para ir a comprar golosinas llega a mi mente y creo que a la suya también, porque me sonríe.
Tengo claro que él no le va a poner las manos a la caja, así que soy la que debe sacrificarse por el equipo. Me pongo de rodillas en la hierba y miro la caja, comprobando que no parece tener ninguna mancha que se me pueda pegar a la ropa ni nada parecido. No tiene cinta de embalar, así que quien sea que lo haya metido al camión no parecía preocupado de que alguien sacara su contenido en el camino.
Hago las solapas de la caja a un lado y llevo una mano a mi boca cuando veo lo que hay dentro. Las lágrimas llenan mis ojos y un sollozo intenta escapar mientras veo… mientras, yo… oh, por Dios, no puedo creer que esto esté pasando en serio, ¿quién podría…?
—¿Ganaré algo con esto en alguna venta de garaje o solo nos quedaremos aquí de pie perdiendo el tiempo? –pregunta mi amigo y no puedo creer que no esté viendo esto.
Me giro hacia él con cuidado y creo que puede notar el miedo en mis ojos, también mis lágrimas, porque de inmediato se acerca a mi lado y, en cuanto ve lo que hay dentro, se aleja como si lo hubieran golpeado en el rostro.
—No –dice—. No, no, no. Vámonos de aquí ahora mismo.
«Vámonos».Las palabras de Kyle se repiten en mi mente demasiadas veces y cuando soy capaz de responder, la voz me tiembla. Soy incapaz de creer lo que está ocurriendo aunque lo tenga en frente.—No puedes estar hablando en serio.—¡¿Y qué pretendes hacer?!—Debemos… debemos llevarla.—No —ríe como en un acto reflejo para disimular que se está poniendo nervioso—. Escucha, no. Tengo una compañía que dirigir y yo… —lo veo pasarse las manos por el rostro y sé que esta situación lo supera. No es para menos. Yo también me siento impactada y un tanto asustada por esto, pero mi primera reacción no es huir—. Shirley…—¡¿No estás viendo lo mismo que yo?!—¡Por supuesto que lo estoy viendo! —grita mientras se lleva las manos a la cabeza—. Mira, tomaremos… eso y lo llevaremos al ¡no, no, no, no, no lo toques!—¡No voy a dejarla ahí! –me quejo.—Santo Dios, no sabes si está enferma o… o tiene una bomba dentro.—¡Es una bebé! –le grito con el ceño fruncido mientras me pongo de pie.—Sí, en una car
Creo que he hecho muchas cosas estúpidas en mi vida, es decir, cualquier persona ha hecho cosas estúpidas, pero cuando veo a mi mejor amigo salir con una bolsa de pañales, un biberón y algunas fórmulas, por primera vez me siento incómoda con algo que he hecho.—No tenías que comparar tantas cosas –murmuro cuando entra al auto.—Va a necesitar algo que ponerse y que comer cuando la entregues. Es más de lo que algunas personas llevan, pero me parece un mínimo de respeto por un ser humano.Acomodo las cosas en el asiento trasero del auto. He tenido que moverme aquí para empezar a cambiarla. Habría ido yo a comprar todo, pero él no quería quedarse con la niña, así que no tuve más opción que aceptar que él se encargara.—No sé por qué te refieres a ella como adulta –murmuro, intentando iniciar algún tipo de conversación, el que sea.—Porque es una persona. En menor escala, pero persona al fin y al cabo.No está molesto, pero sí un tanto incómodo, así que decido que iniciar una conversación
No le gusta mi respuesta. Lo sé por la manera en que respira hondo y se lleva las manos a las caderas.Siempre me ha apoyado en todas y cada una de las locuras que quisiera cometer, me ha aconsejado desde que lo conozco y ha estado ahí en cada momento que lo he necesitado, por eso entiendo que quiera protegerme de lo que considera una estupidez, pero también debe saber que algunas cosas solo… suceden. Sin importar cuánto aconsejes a alguien al final es esa persona hará lo que le plazca.—¿Estás segura de esto? –pregunta en voz baja, pero levanta las manos antes de que pueda siquiera abrir la boca—. Mejor no me contestes ahora –suspira—. Mañana nos veremos y me dirás… me dirás lo que piensas de esto. Solo piensa la situación y comunícame tu decisión. Sabes que puedes contar conmigo en lo que sea que necesites, ¿verdad?Las lágrimas llegan a mis ojos, pero no me permito derramarlas.—Lo sé, gracias por eso.Da un leve asentimiento y sé que no quiere marcharse, pero tampoco es como que t
Cuando el auto se detiene, siento mis piernas volverse de gelatina. Era mucho más fácil pensar en enfrentarse a la gente del hospital cuando estaba en la seguridad del auto y el hospital no estaba a la vista. Ahora que estamos en el parqueo me quedo mirando la puerta de emergencias como si en cualquier momento fuer a salir alguien y a arrancarme la bebé de mis brazos. —No podemos quedarnos aquí todo el día, hay que entrar —la voz de Kyle me provoca un escalofrío que no puedo ignorar. Todo dentro de mí se encuentra en una lucha espantosa. Sus anteriores palabras entran en mí con brusquedad, como si todo lo malo que quise ignorar mientras sostenía a la bebé, desapareciera. —Tengo miedo –digo en voz baja. —No debes preocuparte. Sí, será duro, pero… —¿Y si no me dejan explicarme? –pregunto abrazando a la bebé más cerca de mi pecho—. ¿Qué pasa si me ven llegar y de inmediato deciden que soy culpable y llaman a la policía y…? Lo siento colocar una mano sobre mi rodilla y de inmediato m
—Tranquila –susurra Kyle a mi lado mientras coloca una mano sobre mi hombro.—Creen… creen que yo…—No importa lo que crean –me interrumpe—. Importa lo que digas y cómo lo digas. Tú y yo sabemos lo que ocurrió y eso es más que suficiente.Cómo quisiera que sus palabras fueran un verdadero alivio. Intento respirar hondo y tranquilizarme. Si algo es cierto, es que no es el primer instinto de nadie permitir que una extraña se quede con un bebé que dijo haberse encontrado en la carretera. Ahora que tengo la mente un poco más despejada —o tan despejada como se puede tener cuando estás en un hospital y a punto de ser enjuiciada por la ley—, es que actué como alguien que acaba de robarse algo y su primer instinto es esconderlo. En este momento no puedo culparlos por pensar mal de mí porque mi conducta no fue precisamente lo que se espera de alguien en mi situación, pero que Dios me libre si tuve alguna otra intensión que no fuera proteger a esa niña.De acuerdo, ahora puede que esté sobre pe
—Una vez más, ¿puede decirme lo que ocurrió?Respiro hondo mientras me preparo para contar la historia por tercera vez. Al principio creí que no me darían la oportunidad de explicarme y que solo me darían una patada en el trasero y me pedirían que no volviera, pero dejan que me explique, mucho.He preguntado dos veces por el estado de la bebé y lo único que son capaces de decirme es que necesitan evaluar bien la situación. Las lágrimas llegan a mis ojos cuando la encargada de servicios sociales se sienta frente a mí y me pide contarle la historia otra vez.En el momento en que me ve llorar, pide que nos dejen solas. Me da un pañuelo que le agradezco e intento tranquilizarme. Señala una esquina de la sala y alcanzo a ver una cámara que, como el cableado está a fuera, parece ser bastante reciente.—Te he estado observando cada vez que repetías la historia —me dice y no estoy muy segura de cómo tomármelo. Extiende su mano por encima de la mesa y me sonríe—. Te creo. ¿Quieres contarme ace
—¿Estás bien? –la pregunta de Kyle me hace sentir mal conmigo misma.—Necesito hablarte de algo serio –digo en voz baja y rápida. Él coloca las manos sobre mis hombros, como si eso lo ayudara a prestarme más atención.—Te escucho.—Cometí una estupidez, no solo por lo que dije, sino que terminé involucrándote, y ahora no estoy muy segura de cómo puedo salir de aquí, pero sí sé que te necesito, y si no puedes ayudarme entonces habré arruinado todo por nada, y de verdad quiero que esto funcione, porque siento que ya me enamoré de…—Shirley –me sostiene por los hombros mientras mantiene la mirada fija en mis ojos—. Necesito que te concentres, no estoy entendiendo nada de lo que estás hablando.Mi cabeza se mueve de arriba abajo. Apenas puedo procesar sus palabras, pero algo en mi subconsciente me dice que debo callarme y pensar. Sus manos se mueven suavemente por mis hombros, recordándome que está aquí, que ambos lo estamos, que en este momento es solo mi mejor amigo, no mi jefe, y que n
Nadie espera una buena noticia después de un «quiero hablar contigo», en especial si se toma en cuenta mi situación, pero echarme a correr en este momento sería sospechoso, así que no tengo más opción que estar quieta y escuchar lo que tenga para decirme.Con la cabeza un poco más fría y después de haber pensado en las palabras de Kyle, soy consciente de que las cosas están un poco sombrías en este momento. Entiendo que a todas luces parece que cometí un crimen, que es fácil creer que he llevado a cabo un secuestro, cuando la verdad es que todas mis intenciones y motivos eran solo salvar a una pequeña que había sido abandonada, pero a la ley no le importan mucho las intenciones.He escuchado demasiadas veces lo que la gente opina de lo que he hecho y sé que es tiempo de dejar de actuar con el corazón y empezar a usar más la cabeza. Pero en este momento, con la mano de Kyle sobre mi hombro, y esta mujer frente a mí, mi corazón toma de nuevo el control, haciéndome creer que un «tenemos