Franco
Llegué al hotel a buscar a Sara. Ella estaba muy enojada, y con toda la razón. Carmela también me sorprendió, tal vez fui demasiado ingenuo.
No se encontraba en la habitación, pregunté en recepción si la habían visto, pero no tenía mensajes ni nada. La busqué en el lobby, en el restaurante y en la cafetería del hotel. Busqué en los locales cercanos, sin éxito. La llamé varias veces, y le mandé varios mensajes. Deseaba hablar con ella y aclarar las cosas, pero ella deseaba su espacio, eso lo tenía claro.
Elena, me prometió enviarme un mensaje por si recibía noticias de Sara, pero ya había pasado una hora y no había novedades.
Cerca de las 12 de la noche, recibí un mensaje:
"Me fui de marcha con los argentinos, no me esperes" Sara.
¡Dios! Con los argentinos, no solo se fue de fiesta con un grupo de cuatro eruditos en letras, eran cuatro hombres argentinos y la esposa de uno de ellos, que además de ser los más bullangueros... todas las mujeres decían: "Son los hombres más atractivos del congreso, después de los italianos".
Ahí mi impaciencia se fue al cielo. Comencé a interrogar a todos los participantes del congreso a dónde se habían marchado los argentinos, para tratar de dar con ellos. Pues visitar todos los bares y antros de la ciudad no era una idea muy práctica.
Llamé a Elena, no me tomó la llamada, cuando de pronto vi a Santiago Parollini, uno de los argentinos de aquel grupo.
- ¡Ché! ¡Franco! !¿Vos dónde te metés?! ¡Vení!
-¿Qué tal Santiago? ¿Se van de marcha?
-Claro, Sara está allá, con Luigi, André, Bariloche, y Sabina. Y las chicas, por supuesto.
-Sí, vamos, ya me había dicho Sara...
Entramos al Gitano´s, una antro de moda en la ciudad. Todos están bastante enfiestados, festejan al verme entrar. Eso me causa gracia.
Al fondo, observo a Sara, hablando con Sabina Goducci, una experta en lenguas grecolatinas, es argentina, pero vive en Roma desde hace algunos años. Al verme levanta la cerveza y Sara me mira con ojos acusadores.
Asiento con la cabeza y me acerco a saludar a los conocidos. No solo están los argentinos, también están varios sevillanos, catalanes, vascos, italianos, colombianos, franceses y mexicanos, entre ellos, Rebeca Espinosa, una erudita en enseñanza de la literatura española, coincide que ha hecho una buena amistad con Sara, se escriben por email y la invitamos de ponente.
Me acerco a saludarla, se encuentra charlando con Eduardo Gil, otro ponente mexicano, pero que radica en España, justo en Madrid. La música es algo fuerte, mantener una conversación es complicado, cada vez me gustan menos esos sitios. Sin embargo ya estaba ahí. Rebeca se acerca y me susurra:
-Sara está muy molesta. Dale tiempo.
-No sé que más hacer. Ya le pedí perdón de mil maneras.
-Se van a arreglar. Ustedes están hechos el uno para el otro. Cabe mencionar que no te lo pondrá fácil. Carmela se pasó de la raya.
-Lo sé. Yo sigo sorprendido. Fue mi culpa, por no haberlas presentado. Carmela no sabía que Sara es mi esposa.
-Claro que lo sabía. Esa mujer no es buena. Cuídate de ella.
Sus palabras me dejan pensando. Camino un poco y me acerco a Sara quien sigue disfrutando y algo entonada, debió beber un poco más de la cuenta.
-Hola Sari-, me acerqué y le di un beso en la mejilla. Ella no se resistió, pero estaba distante. Sabina me guiñó un ojo.
-Voy a buscar a Alberto, ya vuelvo-. Sé que Sabina lo hizo a propósito, dejarnos solos.
Sara no me miraba a los ojos. Terminó de un tirón su cerveza y me dijo:
-Voy por otra, ciao.
Me dio plantón. La seguí, sabía lo que seguía. Desde nuestro año nuevo hace unos años en Roma, no había bebido con desenfreno. Otra vez me tocaría cuidarla. La noche sería larga.
-¿Qué haces aquí?-me dijo-. Vete con Carmela, se muere por comerte vivo.
-Yo no quiero estar con ella, y lo sabes. Ya no tortures, sabes que te amo. No he dejado de pensar en qué hacer para que me perdones.
-¡No te escuchooo!
-Vamos a la terraza y platicamos.
-No quiero, estoy enojada contigo.
-¿Qué hago para que ya no estés enojada?-Comenzaba a hartarme de los gritos.
Sara caminó hacia la barra, tropezó y alcancé a detenerla, nuestras caras quedaron muy cerca. Pensé en besarla, pero se apartó de inmediato.
-Ni se te ocurra besarme- Se acercó a la barra y pide una cerveza, pido otra para mi y las pago.
Cuando el barman nos entrega las botellas, la tomo de la mano y la llevo a la terraza.
-¿Por qué me haces esto?- le digo.
-¿Qué?
-Tratarme así.
-De momento te odio. No me apetece... apetedce...- ríe-. Me encantan algunas palabras de los españoletes. Es sedceo es la onda... No me apetedccccce estar contigo.
Doy un trago a la cerveza, pero me doy cuenta de que no me pasa. Entre mi mal humor y el de Sari, decido no beber más.
-Vamos, déjame resarcir el daño. Sari, estar ditanciado contigo es lo peor que me puedes hacer, no me gusta. Extraño estar bien contigo.
-Pues lo hubieras pensado antes de besar a la bruja esa, que todos los hombres ven como si fuera una joya inalcanzable, pero es una madita dddzzzzzzzorra-. Vuelve a reír-. Me encanta el sedcccceo. Odio a Carmela. No me importa quien es ni cuantas influencias tenga. La quiero fuera de nuestras vidas laborales y sociales. ¿Algún problema?
-No puedo solo dejarla fuera de los eventos. Es un miembro importante de los consejos internacionales de ligüística.
-Me importa un pepino.
Se vuelve a tomar de un sorbo el resto de la cerveza. De pronto, la veo palidecer y se desvanece en mis brazos.
La llevo cargando a la salida del antro, consigo un taxi, y en el camino la hago reaccionar.
Entramos a la habitación y corre al baño, la escucho vomitar. Me dirijo al frigobar y saco un par de antiácidos efervecentes. Cuando ella vuelve, me agredece al ver el vaso, se quita los zapatos y se acuesta en la cama. Comienza a llorar. Yo estoy parado, como imbécil, quiero abrazarla pero no sé que va a pasar. Ella está en un estado, en el cual no sé como va a reaccionar.
-Cuando vi que aquella mujer se lanzó a tus brazos, temí perderte. Eres un hombre atractivo e inteligente. Y yo me he tardado tanto en darme cuenta lo maravilloso que eres.
-Sari, eso no es verdad, tú eres lo mejor que me ha pasado.
-Carlos fue un gran tipo, lo amé mucho, pero lo que tengo contigo no se compara. Me siento tan bien a tu lado. Y pensar que algo o alguien pueda separarnos y romper con esta felicidad, me parte el corazón.
-Sari, ¿me perdonas? Fui un tonto al no haberlas presentado.
-Ella sabía que somos pareja. Le valió un pepino. Me lo dijo. Es cínica.
La miré, di unos pasos y me acerqué a ella, le tomé la mano y le dije:
-Un día a la vez, perdón por haberte hecho sentir así. No fue mi intención.
-Ahora lo sé. Gracias.
Nos abrazamos, por fin, recuperé a Sara y de nuevo, como unos años atrás, pasé la noche en vela, soportando su mal pasada, mientras repetía una y otra vez: "No vuelvo a tomar".
Sara Amanecí con un terrible dolor de cabeza. A mi lado, Franco estaba recostado en la cabecera, se había quedado dormido auxiliándome en mi mala noche. El evento ya había terminado, habíamos acordado en desayunar con quienes quisieran unirse en el restaurante del hotel. Pero honestamente yo no estaba de humor para socializar. Además tendríamos que toparnos de nuevo con Carmela y era lo que menos me interesaba. Tal vez soy muy inmadura, pero prefiero no arriesgarme a cometer una locura. Sono el tintÍn de los mensajes de mi teléfono celular, raro que en domingo me busque alguien tan temprano. Sonó de nuevo. “Enana, urge que te comuniques a casa” Chocho Era mi hermano Alex, sin duda era importante.
Franco Compré un vuelo para el viernes, casi cinco días después de que Sara se había marchado, pero no había encontrado vuelos directos antes de aquel día, por lo que me puse en lista de espera. Por alguna razón sentía que debía estar con ella en estos momentos. No debí haberle hecho caso cuando insistió en que me quedara, pero se salió con la suya. Hablé con ella minutos antes de que su madre entrara a cirugía y la escuché nerviosa. Pensé que era la cirugía lo que la tenía inquieta, cuando recibí un mensaje en mi teléfono celular que decía: "Tú y la estúpida de tú mujer me la van a pagar, sé que ahora está sola". Lo primero que me vino a la mente fue Diana, pero ella estaba internada en un hospital de salud mental, no tenía acceso a la tecnología. Llamé por teléfono a Lobo, mi amigo, quien se encontraba en
Sara Nunca había vivido ningún tipo de acoso. Aquel día, después de recibir varios mensajes y darle varias vueltas, traté de pensar en la gente que está a mi alrededor, solo se me venía a la cabeza el nombre de Carmela, y me parecía poco coherente que fuera ella, en realidad nuestro enojo no era para tanto. Sin embargo, el abogado pensaba que pudiera ser ella. Tenía acceso a mi teléfono, pues ella sabía mi nombre y tenía mis datos por la invitación a la convención, por otro lado, sabía muchos datos de mi vida en México, y me hablaba de mi hermano, ¿de dónde podría tener esa información? Solo que hubiese volado a México al mismo tiempo que yo o tenía un contacto siguiéndome. No me parecía tan importante la situación con Carmela como para que ella llegara a esos extremos. Con esas sospechas, las probabilidades caían sobre la amiga de Franco, Diana... Ella si tenía mucho coraje contra mí, estaba cegada por los celos, pero estaba internada en un hospital
Franco Desperté en una cama de hospital. La bala solo me hizo una herida superficial, la mala puntería de Diana me salvó. Cuando desperté pregunté por Sara. Entonces llamaron al médico. -Su esposa está bien. Tuvo un desmayo, y por su estado decidimos dejarla en observación, pero ella como el bebé están bien. -¿El bebé? -¿No lo sabía? Felicidades, van a ser papás. La noticia me cayó como agua fría, no estaba en nuestros planes inmediatos, pero eso podría ayudarnos a superar el mal rato que vivimos con los arranques de Diana. Diana fue detenida, los cargos intento de homicidio, extorsión y otros delitos menores. Con sus antecedentes de salud, estaría inernada en un hospital de enfermos mentales un buen rato. Me dio mucha tristeza que hubiera terminado de ese modo. Al poco tiempo, apareció su padre, Diana lo había mandado secuestrar para poder hacer de las suyas con total libertad, a veces no me da la cabeza
Enfurecí porque se llevó mi amor Y tardé mucho tiempo en comprender, Que me dejó el tuyo. Pat Muñoz, Poemas de amor sin razón 7 de junio de 2008 Cayó del cuarto piso de un edificio en una borrachera. Yo lo vi caer, yo lo vi morir y casi muero con él. Sara Lo acompañé en la ambulancia. No tenía opción. Sus amigos estaban ebrios, ni con el accidente se les bajó la borrachera. Era mi último semestre de la universidad, nos habíamos dedicado a andar de fiesta en fiesta. Pensábamos que al graduarme debíamos madurar y ya no podríamos divertirnos con desenfreno. La vida nos cobró muy caro nuestro comportamiento. Desde la ambulancia llamé a mi padre. Él es médico neurocirujano, director general del Hospital Privado de Neurología. - ¡Tráiganlo ahora y cálmate
Sara Esas vacaciones fueron las peores de mi vida, ni siquiera me presento a la graduación. Busco a Leonardo,mi asesor de tesis, mismo que me ayuda arreglar mis papeles para viajar a Roma lo más pronto posible. Al fin decido marcharme sola y continuar con mi vida. Los padres de Carlos me retiraron el habla, su madre se disculpó diciendo que le recuerdo mucho a su hijo y eso le causaba mucho dolor. Como si le hubiera importado dejar su meditación para volver y ver a su hijo aún con vida. No soy nadie para juzgarlos ¡pero era su hijo por Dios!, los necesitaba más que nunca. En cuanto a la boda, le pido a mamá que se encargue de ello con la coordinadora que contratamos para hacer una cancelación formal, no deseo saber nada del asunto, ni mucho menos dar explicaciones por lo ocurrido. Los “amigos” de borrachera, ni siquiera se dignaron a ir al funeral. No eran nuestros amigos. Ni me molesto en buscarlos. Cobardes todos y todas.
Sara Roma es una ciudad peculiar. Como ciudad de primer mundo tiene todo, pero su “modus vivendi” puede ser más silvestre que cualquier país del tercer mundo. Me compré una moto, siempre quise una "Vespa", y Roma es la ciudad ideal para ello. Alejandro mi hermano se queda tres meses conmigo, él toma un curso de italiano, yo lo hablo bien, aunque el día a día en este país es distinto. Los italianos "parlare troppo in fretta" (hablan muy rápido). Alex mi hermano es mayor que yo. Por mucho tiempo no nos llevamos bien, pero me cuidaba, de lejos. Desde la partida de Carlos se desvivía por verme bien. El día que Carlos murió me dio un abrazo, creo que nunca nos habíamos abrazado con tanto cariño. "Te quiero Enana, cuenta conmigo siempre". Nunca lo sentí tan pendiente de mí como aquellos días. Nos perdonamos todos nuestros desplantes, mi drama personal de alguna manera nos había unido. Alex vuelve a México tras dejar
Franco 30 de diciembre de 2008 Cuando aterriza el avión en Roma, se me quita el frío solo de pensar que la veré. Fueron seis meses que me parecieron una eternidad. Conté los días para estar a su lado de nuevo. Al verla ahí, parada en aquel enorme lugar, con su hermoso abrigo, tapada hasta los dientes por el frío y esperando mi llegada, mi alma vuelve al cuerpo. Fueron segundos que me llenaron de felicidad. Acercarme a ella y poder abrazarla es lo mejor de todos estos meses de espera. No sé cuál será su reacción, en nuestros correos electrónicos le dejé ver que la extrañaba, y no solo como amiga. Su departamento es muy acogedor, me siento muy extraño, aunque ella me ofreció hospedaje y yo acepté, sin embargo no estoy totalmente cómodo. Tenerla cerca me endurece un poco el cerebro, pero debo ser cauteloso, no deseo asustarla, todo lo contrario, deseo que me ame como yo a ella.