Roy quedó en shock por un segundo, pero su corazón inició a bombear con tanta fuerza que rápidamente reaccionó. Con fuerza alzó la mano en la que empuña el puñal y mirando al hombre asustado a los ojos, sin piedad la dejó caer así enterrando el puñal en la silla atravesando el pene y los testículos del hombre. —¡Dios! —El desgarrador grito resonó en el silencioso sótano. —Quiero saber quién coñ0 es su jefe. —Miró a Leviatán. —De no responder quítenle lo más valioso que tienen, sé lo perfecto para a ellos. —Al salir del sótano, sacó su móvil y empezó a llamar deseando que todo fuera una mentira, pero ninguno de los hombres que protegía a Einar contesta la llamada. —Maldit4 sea. —Gruñó con furia sintiendo como la ira cubre cada parte de su ser. —Contesta Einar vamos. —Susurró una y otra vez mientras marcaba sin parar. —¡Maldit4 sea! ¡Quiero a veinte hombres rastreando a Dankworth ya! —Ordenó a sus hombres quienes lo miraban a la expectativa. —De inmediato. —Sus hombres se movilizaro
—Maldit0 hijo de put4. —Susurró al ver la marca en su mejilla. —Yo les ordené que no te lastimaran, pero ya pagó con su vida. —Engla frunció un poco el ceño, aún dormida se siente fuera de lugar. —Finalmente, te tengo y estoy listo para que te quedes a mi lado. —Su sonrisa fue auténtica, desde niño soñó con ese día. Los movimientos de Engla y los gestos de su cara fueron alabadas como un creyente alaba a un Dios. Esa sensación para ella es distinta, todo lo que percibe a su alrededor es distinto. No se siente como cuando su demonio la observa dormir, solo ese pensamiento bastó para poder abrir los ojos. —Einar. —Pronunció su nombre a la par que se sentó en la cama, la última vez que lo vio estaba lastimado. —Dios. —Susurró al ser consciente del dolor en su cuerpo y su mejilla. —¿Dónde estoy? —Miró a su alrededor, la habitación es tan blanca como la que comparte con Einar, pero muy distinta. Los muebles parecen estar cubiertos de oro y el piso parece de porcelana y su color blanco e
Los pasos rápidos llenaron la sala de estar, los hombres reunidos miraron a la puerta encontrándose un gesto de asombro y conmoción que los alertó. —¿Qué pasa? —Roy se puso en pie con el corazón alterado y todo su cuerpo tensado. —El señor Dankworth ha despertado. —La mujer mostró una sonrisa. —Finalmente, despertó y lo recuerda todo. —Leviatán, Tony, Yeray, Anderson y Roy intercambiaron mirada. Parecían petrificados. —Por supuesto que desperté. —Einar captó las atónitas miradas. —Quiero recuperar a mi mujer. —Entró a la sala cojeando. —Señor Dankworth, le dije que esperara en la habitación. —La enfermera lo reprendió. —Usted busque algo que hacer y déjeme en paz. —Le gruñó sentándose. —¿Se quedarán mirándome como idiot4s o me darán noticias de mi mujer? —Los chicos cada vez más incrédulos se dejaron caer en los sofás. —Estuviste dormido dos días. —Le informó Yeray consciente de que nadie se lo diría. —¿Sabes lo que es eso? —¿Qué? —Los pulmones de Einar dejaron de funcionar. —¿
Los recuerdos de Einar lastimado vinieron a su cabeza, las cosas que Lain le contó el día que la secuestró aumenta el dolor en su corazón. ¿Acaso es cierto lo que él le dijo? ¿Solo es un juego para Einar? ¿Por qué él no le contó la verdad si realmente se enamoró? Las lágrimas se mezclaron con el agua y como hace los últimos días, se pierde en su dolor y en su tristeza. Lain entró a la habitación y al verla limpia sonrió fascinado, esa mujer es incluso más hermosa de lo que su padre decía iba a ser. Ella se parece a su difunta madre y la mujer era toda una diosa. —Hola. —Engla lo miró. —Lamento tanto esto. —Acarició el moretón de su mejilla. —Lamento dañarte, yo... yo perdí el control, lo siento. —Engla le apartó la mano cuidadosamente para no alterarlo. La obsesión de Lain por ella lo lleva a perder el control rápidamente si lo rechaza. —No actúes como si te importo. —Engla bajó la mirada y Lain casi enloqueció por sus palabras. —Claro que me importas, Engla, te he amado toda mi v
El corazón de Engla se aceleró a niveles peligrosos, entre más cerca se escuchan los pasos, su corazón toma una nueva velocidad. ¿Qué puede tener Lain para justificar todo lo que le ha dicho? ¿Acaso hay otra persona en peligro? ¿Habrá contratado a alguien para que mienta por él? Las preguntas azotaron una y otra vez su cabeza al punto de marearla. Lain la miró de reojo y su palidez lo complació, sus palabras han surtido efecto aunque ella lo quiera negar. —Prometo que después de hoy, yo te cuidaré con mi vida. —Sus palabras no hicieron más que tensarla. Einar juró lo mismo y ahora está secuestrada y con una historia que la destruye un poco más siempre que la repasa en su cabeza. —Aquí están, señor. —Engla dejó de respirar cuando el hombre se dirigió a su jefe. —Déjalas entrar. —¿Cómo es posible que una persona no sienta latir su corazón, pero aun así escuche los latidos con tanta fuerza en sus oídos? El hombre se apartó de la puerta dando un paso a su derecha, Engla abrió la boc
—Iré por las chicas. —Jadebeth corrió en dirección al porche trasero. —¿Por qué? —Esa pregunta lo destrozó, si tan solo le hubiera hecho caso a su intuición nada estuviera pasando. —No lo sé. —Susurró acostándola. —Por favor, no salgas de aquí... no tardaré. —Einar salió de la habitación y se dirigió a la sala de estar. —Dankworth... —No. —Einar lo cortó. —No digas nada, no ahora. —Leviatán calló y al igual que los demás, solamente lo miró y comprendió el dolor en su mirada. El desgarrador llanto de Nancy se escucha en cada rincón de la habitación, verla caminar y tratar de respirar es algo impotente. No poder ayudarla porque no hay palabras que la consuele fue frustrante para las chicas. Angy sin poder quedarse de brazos cruzados tomó las manos de Nancy para que dejara de tirar de su pelo y Elske apagó la música para tener un poco menos de ruido. —Enciéndela, quiero escucharla hasta morir. —Jadebeth asintió una vez su cuñada la miró. —Él me cantaba esa canción. —Cerró los ojos
Leviatán, Yeray, Anderson y Elske se preparan para el ataque. Mientras tanto Einar se muestra distante y un poco desatendido. —Podemos rodearlos. —Propuso Elske. —Estamos en desventaja, él está en ese mini castillo y seremos nosotros quiénes entremos en su territorio. —Los chicos miraron el mapa sobre la vieja mesa. —No vamos más de una treintena. —Leviatán rascó su nuca. —Creo que enfrentarlo con solo treinta hombres, le dará la confianza y con suerte no nos matará hasta que ya estemos dentro. —Me parece bien. —Anderson estuvo de acuerdo. —Los demás pueden esperar alguna señal, no hay que olvidar a Engla. —No creo que la tengan ahí. —Opinó Yeray. —Aunque pensándolo bien, sería su garantía para evitar un ataque. —Los cuatro miraron el mapa fijamente. —Según lo que Leviatán dijo. —Todas las miradas se dirigieron a Einar, había estado muy callado. —Lain cuenta con el hecho de que no intervenga. —Así es. —Confirmó Leviatán. —Bien, Elske, Yeray, Anderson y yo vamos solo con mis hom
—De acuerdo, ya saben su posición, yo me les uniré en cuanto llegue. —Se quitó el intercomunicador. —MacLeod no cuenta con mi presencia, eso es bueno. —Revisó su arma. —Es hora de hacer esto. —Todos dejaron escapar el aire, si algo sale mal no la van a contar. —Hemos llegado. —Elske señaló el pequeño castillo. —Es hora. —Miró a Einar y este asintió. —Se acercan siete autos por el frente. —Informó Evan. —No lastimen a nadie, nuestro deber es capturarlos y meterlos al castillo. No lo olviden, si ven a Leviatán informen y sigan el plan. Quien pueda matarlo, será jodidamente rico. —Todos los hombres se apresuraron a tomar su puesto. —Bien, es hora de recibir a Dankworth. —Lain agrandó la sonrisa. —Finalmente, Dankworth se arrepentirá por haberme hecho a un lado y evitar el lavado de dinero por medio de su empresa y por haberme arrebatado a mi princesita. —Evan se mantuvo serio. —¿No es mejor matarlo y salir de esto de una vez? —Se llevó la mano a la boca al sentir el puñetazo. —No vu