El corazón de Engla se aceleró a niveles peligrosos, entre más cerca se escuchan los pasos, su corazón toma una nueva velocidad. ¿Qué puede tener Lain para justificar todo lo que le ha dicho? ¿Acaso hay otra persona en peligro? ¿Habrá contratado a alguien para que mienta por él? Las preguntas azotaron una y otra vez su cabeza al punto de marearla. Lain la miró de reojo y su palidez lo complació, sus palabras han surtido efecto aunque ella lo quiera negar. —Prometo que después de hoy, yo te cuidaré con mi vida. —Sus palabras no hicieron más que tensarla. Einar juró lo mismo y ahora está secuestrada y con una historia que la destruye un poco más siempre que la repasa en su cabeza. —Aquí están, señor. —Engla dejó de respirar cuando el hombre se dirigió a su jefe. —Déjalas entrar. —¿Cómo es posible que una persona no sienta latir su corazón, pero aun así escuche los latidos con tanta fuerza en sus oídos? El hombre se apartó de la puerta dando un paso a su derecha, Engla abrió la boc
—Iré por las chicas. —Jadebeth corrió en dirección al porche trasero. —¿Por qué? —Esa pregunta lo destrozó, si tan solo le hubiera hecho caso a su intuición nada estuviera pasando. —No lo sé. —Susurró acostándola. —Por favor, no salgas de aquí... no tardaré. —Einar salió de la habitación y se dirigió a la sala de estar. —Dankworth... —No. —Einar lo cortó. —No digas nada, no ahora. —Leviatán calló y al igual que los demás, solamente lo miró y comprendió el dolor en su mirada. El desgarrador llanto de Nancy se escucha en cada rincón de la habitación, verla caminar y tratar de respirar es algo impotente. No poder ayudarla porque no hay palabras que la consuele fue frustrante para las chicas. Angy sin poder quedarse de brazos cruzados tomó las manos de Nancy para que dejara de tirar de su pelo y Elske apagó la música para tener un poco menos de ruido. —Enciéndela, quiero escucharla hasta morir. —Jadebeth asintió una vez su cuñada la miró. —Él me cantaba esa canción. —Cerró los ojos
Leviatán, Yeray, Anderson y Elske se preparan para el ataque. Mientras tanto Einar se muestra distante y un poco desatendido. —Podemos rodearlos. —Propuso Elske. —Estamos en desventaja, él está en ese mini castillo y seremos nosotros quiénes entremos en su territorio. —Los chicos miraron el mapa sobre la vieja mesa. —No vamos más de una treintena. —Leviatán rascó su nuca. —Creo que enfrentarlo con solo treinta hombres, le dará la confianza y con suerte no nos matará hasta que ya estemos dentro. —Me parece bien. —Anderson estuvo de acuerdo. —Los demás pueden esperar alguna señal, no hay que olvidar a Engla. —No creo que la tengan ahí. —Opinó Yeray. —Aunque pensándolo bien, sería su garantía para evitar un ataque. —Los cuatro miraron el mapa fijamente. —Según lo que Leviatán dijo. —Todas las miradas se dirigieron a Einar, había estado muy callado. —Lain cuenta con el hecho de que no intervenga. —Así es. —Confirmó Leviatán. —Bien, Elske, Yeray, Anderson y yo vamos solo con mis hom
—De acuerdo, ya saben su posición, yo me les uniré en cuanto llegue. —Se quitó el intercomunicador. —MacLeod no cuenta con mi presencia, eso es bueno. —Revisó su arma. —Es hora de hacer esto. —Todos dejaron escapar el aire, si algo sale mal no la van a contar. —Hemos llegado. —Elske señaló el pequeño castillo. —Es hora. —Miró a Einar y este asintió. —Se acercan siete autos por el frente. —Informó Evan. —No lastimen a nadie, nuestro deber es capturarlos y meterlos al castillo. No lo olviden, si ven a Leviatán informen y sigan el plan. Quien pueda matarlo, será jodidamente rico. —Todos los hombres se apresuraron a tomar su puesto. —Bien, es hora de recibir a Dankworth. —Lain agrandó la sonrisa. —Finalmente, Dankworth se arrepentirá por haberme hecho a un lado y evitar el lavado de dinero por medio de su empresa y por haberme arrebatado a mi princesita. —Evan se mantuvo serio. —¿No es mejor matarlo y salir de esto de una vez? —Se llevó la mano a la boca al sentir el puñetazo. —No vu
—Todo esto ha sido una locura, ¿No? —Elske miró a la mujer de reojo. —¿Qué hiciste para involucrarte en todo esto? —Elizabeth jugueteó nerviosamente con sus manos, todavía no procesa el haber arrollado a tantas personas. —Yo... —Pasó saliva, siente la boca demasiado seca. —Yo soy la exesposa de Einar. —Elske descuidó el camino y la miró atónita. —Un día viene a buscarlo a su empresa y Bellavel me reconoció... yo... yo soy diseñadora de moda y ella me reconoció al instante. —Dejó salir el aire por la boca para tratar de tranquilizarse. —Entonces en medio de la conversación salió lo de Einar y ella lució sorprendida y lo siguiente que me dijo es que me fuera a mi país que ella se haría cargo. —Elske miró nuevamente el camino. —Einar no estaba en sus mejores momentos, eso me dijo ella y yo confié. —Limpió sus lágrimas. —Hace cuatro días me llamó que viniera y yo lo hice de inmediato, aquí me recibió ese hombre y junto a ella me secuestraron y me obligaron a mentirle a esa chica, pero no
—En la milicia, cuando un prisionero no hablaba en el primer par de horas. —Anderson le dio otro puñetazo. —Iniciábamos la tortura y ya cuando estaba cerca su muerte, solo entonces volvíamos a interrogarlo y decidíamos si viviría o moría. —Miró a Leviatán. —Me parece una fantástica idea, después de todo Dankworth estará presente el día que se llevará a cabo la sentencia. —Miró a Lain con una sonrisa. —¿Y esa esperanza que tienes de ser rescatado? Olvídala, quien intente algo tendrá un destino igual o peor al tuyo. Traigan mis herramientas. —Ordenó a sus hombres. —Eres un maldit0. —La desesperación en la voz de Lain fue evidente. —No puedes hacerme esto, Leviatán, no fue contra ti que actúe. —Pero has puesto a la legión en peligro. ¿Sabes por qué nuestra organización es la mejor? Por qué lo hacemos todo sin llamar la atención y tú la has llamado bastante. ¿Secuestrar a una mujer el día de su boda? ¿Implicar a personas ajenas a esto? ¡¿Sabes lo que pasaría si esa mujer abre la boca?!
El puñetazo que recibió el hombre hizo que vomitara la saliva. Tony le propinó otro esta vez en la boca del estómago. Sin aire y adolorido, el hombre negó exasperadamente para que los golpes se detuvieran. —¿Quién los envió? —Preguntó mirándolo a los ojos. —Te lo preguntaré esta única vez. —Antes de que Tony pudiera propinarle otro golpe más, el hombre susurró algo incomprensible. —Habla claro. —Exigió con el puño bien apretado. —Mus... Mustafh. —Pará Tony el nombre era desconocido. —¿Quién coñ0 es ese Mustafh? —Las chicas un poco más atrás se encogieron de hombros, menos Engla y Nancy. —Mustafh es uno de los colegas de Einar. —Respondió Nancy. —También estaba en el juego, él junto a Lain y los demás fueron a felicitar a Einar en la boda. —Anthony miró al hombre golpeado y finalmente recordó. —Deberíamos cambiar a Einar de habitación. —Engla los miró. —Podrían venir más. —Cambiarlo de habitación sería un riesgo. —Jadebeth se acercó a Tony. —¿O será buena idea? —Pidió la opinión
—Leviatán, creo que ya puedes salir. —Leviatán salió del baño con el móvil en la mano y en alta voz. —Que hable. —Ordenó alzando el aparato. —Papá... por favor, papá... —El color de Mustafh asemejó al de un cadáver en la morgue. —¿Qué han hecho con mi hija? —Se desesperó. —¡¿Qué han hecho?! —Verás, siempre sospeché de ti y le hablé a Leviatán de ello, él amablemente me dio cierta información de ti y uno de sus hombres enamoró a tu hija. ¿Está en América del Sur? Sí, es en América del Sur. —Afirmó a su propio cuestionamiento. —La cosa es esta, tu esposa en este preciso instante le está abriendo la puerta al hombre que la sacará del país, es tu decisión. ¿Ir con mi abogada y pasar todas tus acciones a mi nombre e ir por tu esposa o pasar de todo esto y unirte a MacLeod? —Mustatfh no daba crédito a todo lo que estaba escuchando, ¿cómo es que él ya lo tenía todo planeado? —Está bien, haré lo que me pidas, pero por favor, dejen a mi esposa y a mi hija fuera de esto. —Einar miró a Levi