Se encontraba allí junto a mí en la barra, atendiendo con la coquetería que lo caracterizaba, a un grupo de chicas que suspiraban por su espectacular aspecto.
Debía admitirlo, Rhys era el chico más guapo que había conocido en la última semana o bueno, el único apuesto que había ido en toda la vida a ese estúpido y recóndito bar, dado que desde que había puesto un pie en ese lugar, todos aquellos en quienes una vez pensé eran muy guapos, dejaron de serlo de sopetón. Rhys, si es que ese era el nombre real, porque aún lo dudaba bastante, había puesto mi vida de cabeza en solo siete días.¿Increíble, verdad? No solo su físico, un poco más alto que yo, con su cabello castaño rojizo, y sus ojos color caramelo, eran lo más impactante de él, su personalidad era todo un sinfín de sorpresas, siempre estaba sonriendo a pesar de las dificultades que había mencionado días atrás y que ya ni me molestaba en recordar.Era un chico alegre por lo poco que veía, parlanchín como ninguno otro, y mujeriego, un completo donjuán. Esas eran las tres únicas cosas que había visto de él en los últimos días y que deseaba con todo mi ser nunca haberlas conocido.— ¿Qué edad tienes, Rhys? — preguntó una de las chicas que estaban sentadas en las sillas frente a la barra, con una inusual picardía.—La misma edad que Lucy — contestó con una brillante sonrisa, para acto seguido, pasar junto a mí a despeinar mi rosado cabello, obligándome a fulminarlo con la mirada por sus acciones.—¿Cuál es tu edad? —me pregunto la misma chica de cabello rubio, con desagrado.—Veintiuno —bufé, mientras limpiaba uno de los tantos vasos en donde servíamos el trago—. Pero creo que él es mayor que yo, no estoy del todo segura.—De acuerdo, gracias. —susurró su amiga la de cabello negro, la más atractiva desde mi punto de vista; para juntas marcharse a otras sillas más cerca del dichoso chico, que ahora estaba al otro lado de la barra intentado evitarlas, quizás porque se había aburrido con sus preguntas.La noche termino sin contratiempos, las chicas obtuvieron el número de Rhys como era de esperarse, mientras yo como una completa idiota, tuve que lidiar con los borrachos que se me abalanzaban a decirme sus tonterías o a coquetearme, además de tener que hacer el aseo de los baños totalmente sola.Cuando salimos del local después de obtener nuestra paga, comenzamos a caminar en silencio, después de todo, aquel chico que para mí era un completo desconocido aún, ahora vivía en mi casa. ¿Cómo rayos había llegado hasta este punto? Puse mis ojos en blanco, y de inmediato metí mis manos en los bolsillos de mi chaqueta, satisfecha con el silencio de la madrugada en aquella desolada calle que conducía a mi apartamento, mientras recordaba aquel fatídico día en que Rhys había aparecido a perturbar mi calma.Era un lunes bastante acogedor, las mesas en el lugar estaban un tanto vacías, en toda la estancia había solo un grupo de chicos que llevaban tomando desde que habíamos abierto, mientras que al otro lado una pareja no dejaba de manosearse en la oscuridad, mientras se embriagaban con cervezas de mala calidad. Respiré profundamente, agradecida de que la música no estuviera tan alta, después de todo, al jefe tampoco es que le gustase mucho el alboroto, por ende, apenas llegaba se marchaba, dejando todo en mis manos, la única camarera y "barman" que tenía por el momento.La mayoría habían sido despedidos debido al mal tiempo que estaba teniendo aquel horrendo lugar, y con justos motivos, ya que era el peor pub de todo el pueblo. Los televisores seguían siendo de los antiguos, al igual que las mesas y cada rincón al que se mirara, entrar allí era como tele transportarse cincuenta años atrás en el tiempo sin hacer el más mínimo esfuerzo.Dejé caer mi cabeza entre mis manos, aburrida con el partido que pasaban en la televisión, recuerdo que en el justo momento en que Alemania metió el primer gol al equipo de Holanda, la puerta de la entrada se abrió, dejándome ver aquel chico que sería desde ese momento, mi peor pesadilla. Me quedé observándolo fijamente, se veía como alguien unos años más grande, quizás a punto de cumplir los 30, sin embargo, su sonrisa le reducía un poco la edad, además de su aspecto tan despreocupado, vestía unos jeans rasgados, y un desgastado suéter azul.Caminaba campante con ese cigarrillo entre las manos que apagó en el cenicero de la barra justo cuando se sentó frente a mí, dejándome casi sin aliento debido a la belleza que emanaba. — ¿Qué desea tomar? — le pregunté al chico, al ver que se mantenía en completo silencio, sonriéndome divertido.—Lo más fuerte que tenga, sorpréndame.—Sí, señor. — asentí, preparando un potente cóctel, con un poco de todos los tragos que se me ocurrieron, a fin de cuentas, parecía que tenía bastante dinero, dado el reloj de marca que llevaba en su muñeca izquierda—. Disfrútelo.—Gracias. — dijo antes de beberlo de un sorbo—. Soy Rhys. ¿Y tú?—Lucy —susurré, volviendo mi mirada al televisor, con cierto desagrado. Me irritaba cuando comenzaban aquellas charlas que en verdad no me entretenían en lo más mínimo, solo era una pérdida aún más grande de mi tiempo.Observé desanimada cómo Alemania logró meter otro gol en menos de un minuto, y proseguí a atender a la mesa del grupo de chicos que me llamaban a señas.Puse mi mejor sonrisa forzada, escuché su pedido con atención y me apresure a llevárselo, antes de que comenzaran a fastidiarme, como ya era habitual en todos los que allí llegaban. Primero, que porque no tenía la actitud adecuada para atender a las personas, segundo, porque no era la típica chica que debía trabajar en un bar o en el peor de los casos; por mi forma de hablar, de verme, por ser simplemente yo, y último, no faltaban los interesados en ligar conmigo. Inhalé profundamente, para poco a poco botar aquel aire que contenían mis pulmones, totalmente tranquila con el silencio que por el momento me rodeaba.El chico que se hacía llamar Rhys me indicó con un gesto que le diera otro vaso de aquel mejunje que le había preparado, y sin dudar, eso fue lo que le serví.—¿Alguna vez te has enamorado de alguien? —preguntó con cierta cu
El único día libre que tenía tras un largo mes de trabajo, y lo que más había deseado a la espera de este último, era permanecer en mi cama durmiendo, o quizás en el sofá viendo las malas películas que pasaban por la televisión, o sencillamente haciendo cualquier cosa que se me ocurriese, pero eso sí, tenía que ser algo muy lejos de la fastidiosa felicidad que emanaba el aura de Rhys.Pero para mi desgracia, no logré hacer nada de aquello que anhelaba en mi interior, ni siquiera en lo más mínimo, dado que un ocurrente castaño con una sonrisa deslumbrante me había despertado muy temprano, para decirme los planes que tenía para ambos ese día.—Iremos a una cita doble —anunció mientras lavaba los trastos conmigo a su lado, secándolos con un trapo para poder dejarlos relucientes en su respectivo lugar.—¿Cómo que iremos? —bufé entre risitas nerviosas—. Eso me suena a manada.—¡A ver, Lucy! —masculló con una expresión bastante seria, tanto, que me dejó petrificada en mi lugar ante su cambi
Me mantenía muy quieta en el sofá, envolviendo mis piernas con mis brazos, hecha una completa bola.Mi respiración se encontraba aún entrecortada, podía sentir todavía el calor del cuerpo de Rhys sobre mi piel, su respiración tan cerca de mi clavícula, el suave agarre de sus manos tras mi espalda… pero intentaba con todas mis fuerzas sacudir mi cabeza para despejarme aquellos recuerdos, esos malos recuerdos.Su aroma era igual, todo era demasiado parecido, tanto, que me ponía la piel de gallina.Intentaba concentrarme en la película que estaba viendo desde que había llegado a la casa completamente sola, dado que Rhys se había marchado orgulloso con la chica y el hermano de ésta.Me había mirado decepcionado, dado que yo me había excusado diciendo que no me sentía bien y había regresado apresurada, porque sabía que pronto comenzaría a tener un ataque, uno de esos que no tenía desde que era una niña.Quería olvidar, no volver a sentir esa sensación de asco recorriendo mi interior. Querí
A primera hora de la mañana, casi cuando iban a ser las ocho en punto, me encontraba completamente lista para partir a la montaña Nopun o algo así era como le decían, no recordaba muy bien, después de todo el pueblo tenía el nombre más extraño del mundo; Ellijay, así se llamaba el horripilante lugar en el que había nacido.Al igual que las ciudades de ese pequeño país, que estaba ubicado en lo alto de Estados Unidos en un reducido espacio en Atlanta. El pueblo era tan diminuto, que podías recorrerlo de extremo a extremo en menos de un día. De todas formas y con una mala cara por mi parte, caminamos hasta las afueras de Ellijay, con cada uno a su espalda, colgada una mochila repleta de cosas. Vagamos por las desoladas calles, a duras penas una que otra anciana que paseaba a sus perros logró darnos un cordial saludo. Subimos por un camino de tierra, que abría espacio entre los árboles y la maleza de la dichosa montaña. Respiré profundamente, mientras rezaba en mi fuero interno a que
Esperé lo que para mí fue una eternidad entre gruesas lágrimas, mientras los ruidos se hacían más fuertes a mí alrededor, las ramas se agitaban con el viento, acompañando su movimiento con las risas escandalosas a la distancia y aquellas voces que de a poco se convertían en una sola, en su maldita voz. Sentí un punzante dolor en mi pierna, pero ni me molesté en mirar si me había hecho daño en la caída o no. Quería con desespero protegerme por mi cuenta, ya que solo tenía miedo de él y Jack no estaba para salvarme de esa pesadilla. Así que me hice una bola, abrazando mi cuerpo con mis manos temblorosas, como si hacerlo me fuese a servir de algo. Cuchicheaba miles de cosas sin sentido, quería que se marchara, pero entre más lo deseaba, sentía que más se aproximaba su voz, estaba allí tras de mí, podía percibirlo sin necesidad de voltearme a mirar, no quería que me tocara, pero lo iba a hacer, iba a hacer todo lo que yo no quería, porque me obligaría, porque así era él.—¡Lucy! —me ll
Entre mis sueños coloridos y un poco extraños, podía percibir el aroma tan masculino de Jack rodeándome, podía escuchar su cálida risa acariciar mis oídos, y sentir el contacto de su piel sobre la mía, al fusionarnos en un melancólico abrazo.No entendía muy bien por qué estaba precisamente allí, no comprendía del todo aquellas imágenes que aparecían en mi cabeza una y otra vez, hasta que abrí los ojos de sopetón a la mañana siguiente. El apartamento estaba demasiado silencioso para mi gusto, por lo que me puse en pie de un salto y mi corazón se encogió en mi interior al ver todo tan limpio como nunca antes.Cada rincón estaba recién aseado, sobre el comedor había un plato de comida cubierta con un plástico especial para así conservarla y junto a esta había una nota, una que tomé con cierto miedo porque ya sabía la peligrosa noticia que me anunciaría.“Lucy, gracias por acogerme en tu casa y en tu vida. Realmente te estaré agradecido de por vida, por demostrarme que la amistad de una
A pesar de mi efusivo cariño, y todas esas descontroladas lágrimas que bañaban mi rostro, Jack me estrujó de igual forma, acercándome aún más a su entrañable cuerpo. Ese que se acoplaba de manera maravillosa al mío, como si hubiesen sido creados perfectamente el uno para el otro. Él no se molestó en apartarme, ni mucho menos en despegar sus labios, ni siquiera yo quería romper ese reencuentro mágico, bajo la estrellada noche que nos ofrecía el generoso firmamento. No obstante, algo en mi interior me decía que quizá aquello era una completa farsa, un juego de mi cerebro, debido al montón de trago que había consumido en casa de Cody. A pesar de sentirlo tan próximo a mí, no daba crédito a ello.—¿Realmente regresaste? —murmuré entre sus brazos, con cierto temor a su respuesta—. ¿No estoy soñando, verdad?—Claro que no, idiota —contestó, soltando leves risitas—. Soy yo.—¿Por qué volviste? —inquirí confusa, aspirando el delicioso aroma de su chaqueta, era una mezcla entre cigarrillo y
La suavidad de sus labios me enloquecía, la forma en que movía su lengua intentando invadir mi boca me dejaba sin aliento, era una especie de guerra por dominar al otro primero. Tomé su cabello entre mis manos, acariciándolo al ritmo de aquel beso apasionado, mientras él por su cuenta levantaba poco a poco mi camiseta, dejándola en algún lugar de la estancia que no me interesó identificar. Tocó con la yema de sus dedos toda mi espalda desnuda, desabrochando mi sujetador y dejando un camino eléctrico en cada lugar en el que rozaba.Sin previo aviso me levantó en vilo, obligándome a rodear su cuerpo con mis piernas.Deslizó sus manos por todo mi tronco, pasando por mi trasero y así aferrarse a mis muslos, para ayudarme a mantenerme colgada de él como si fuera un koala. Continuó besándome sin siquiera pensar en que pronto nos quedaríamos sin aire, con cierta torpeza me llevó hasta la habitación, donde entre la oscuridad me tiró a la cama, dejándome boquiabierta cuando se quitó sensual