Me mantenía muy quieta en el sofá, envolviendo mis piernas con mis brazos, hecha una completa bola.
Mi respiración se encontraba aún entrecortada, podía sentir todavía el calor del cuerpo de Rhys sobre mi piel, su respiración tan cerca de mi clavícula, el suave agarre de sus manos tras mi espalda… pero intentaba con todas mis fuerzas sacudir mi cabeza para despejarme aquellos recuerdos, esos malos recuerdos.Su aroma era igual, todo era demasiado parecido, tanto, que me ponía la piel de gallina.Intentaba concentrarme en la película que estaba viendo desde que había llegado a la casa completamente sola, dado que Rhys se había marchado orgulloso con la chica y el hermano de ésta.Me había mirado decepcionado, dado que yo me había excusado diciendo que no me sentía bien y había regresado apresurada, porque sabía que pronto comenzaría a tener un ataque, uno de esos que no tenía desde que era una niña.Quería olvidar, no volver a sentir esa sensación de asco recorriendo mi interior. Quería acabar con eso que me impedía tanto vivir en paz, quería dejar de existir.Agarré mi cabeza entre mis manos, mientras tironeaba mi rosáceo cabello ya dispuesta a gritar, pero la puerta del apartamento abriéndose lentamente, me detuvo de inmediato.—¿Qué haces ahí? —me preguntó Rhys con una sonrisa de oreja a oreja, que me decía más de una cosa, sin necesidad de palabras. Encendió la luz de la sala de estar, antes de pasar apresuradamente por la cocina a servirse un vaso de refresco.—Viendo una película —contesté secamente.—¿Está buena?—Algo… —mentí, quedándome casi paralizada cuando se sentó a mi lado; después de quitarse la chaqueta y dejarla tirada sobre el comedor.Quise relajarme con todas mis fuerzas, ya que Rhys era mi amigo o eso suponía. Es decir, era un buen conocido y no me había hecho nada extraño desde su llegada, era un poco chiflado; pero a pesar de ello, había aprendido en los últimos días a lidiar con su descabellada forma de actuar. Pero esa sensación tan familiar me enloquecía, me hacía querer salir corriendo y jamás mirar atrás de nuevo, quería desaparecer o romperme en miles de pedazos que no se pudiesen juntar de nuevo ni con pegamento, lo que sucediese primero.—Fue una gran pelea —comentó de la nada, distrayéndome de mis horrendos pensamientos—. No pensé que fueras tan buena, no te ves cómo alguien muy fuerte que digamos.—No lo soy, no soy fuerte. —mascullé, con mi mirada perdida en la nada—. Solo hice lo que pensé que era correcto.—Pues, tengo de vuelta todo lo que era mío, de no ser por ti, nada de esto sería posible.—Podrás irte ahora, Rhys… o como sea que te llames —lo encaré, mirándolo mal.Él entendió la indirecta y rascó su nuca, luciendo avergonzado.—Me llamo Jack Rhys, así que prácticamente no te mentí —se encogió de hombros, esbozando una sonrisa—. Y en cuanto a lo de irme, estoy de acuerdo, pero primero debemos escalar la montaña.—¿Ah? —lo miré perdida.—¿Para qué crees que vine a este mugroso pueblo? —inquirió, enfurruñándose ante mi mirada llena de dudas.—¿A ligar con las pueblerinas?—¡Qué gracioso! —farfulló con una sonrisa fingida—. Este lugar, dicen que tiene la montaña más increíble de todo el país, así que mañana iremos a escalarla y quizás acampemos allá, ¿Qué dices?—¿Tengo opción? —cuchicheé desganada—. De todos modos si no quisiera, me obligarías a ir.—¡Qué inteligente eres! —aplaudió, orgulloso de que yo ya estuviera acostumbrada a su forma tan peculiar de hacer las cosas—. Hablé con el jefe de camino a acá, y no hay problema por un día más de descanso, además, el dinero que no te dé por estos dos días, te lo devolveré yo mismo.—¿Tanta plata tienes, como para desperdiciarla?—Sí —confesó encogiéndose de hombros, como si aquello no fuera la gran cosa—. Así que ve y descansa, tienes que tener energía para mañana.—De acuerdo.Me puse en pie un poco mareada, sentía que mi cabeza me daba vueltas.Quería vomitar, mi corazón amenazaba con salirse corriendo de mi pecho y no me hubiera molestado si lo hubiera hecho, incluso estaría agradecida por ello, así no tendría que cargar con tanto dolor en mi interior. Quería echarme a llorar en donde fuera, sin miedo a que Jack me hiciera preguntas, quería esfumarme, pero me era imposible. Me dirigí sin vida a la cocina donde me serví un vaso con agua que me tome lentamente y justo cuando estaba dispuesta a irme a dormir, la voz de Jack me detuvo:—Oye.—¿Qué?—No me acosté con esa chica —admitió, con su vista fija en mi expresión.Su mirada buscaba encontrar algo que yo ni siquiera lograba comprender, quería respuestas que yo no le podía dar, porque en ese momento, ni siquiera yo misma las sabía.—¿Por qué no?—No fui capaz.—No es de mi incumbencia lo que hagas o no con tu vida, Jack.—Pero te ves muy enojada, Lucy —dijo cabizbajo, dándome a entender que no había logrado su cometido, debido a mi estado anímico.—Siempre lo estoy —suspiré, poniendo mis ojos en blanco. —Si tienes celos, puedes decirme.—¡Buenas noches! —murmuré entre risas.Aquello último que había dicho, me había parecido tan tonto en su momento, pero si lo pensaba más a fondo; si ataba todos los cabos sueltos, quizás fuera un poco cierto, ni yo lo entendía.No descifraba mis emociones, ya que mi mente era un mar de enredos a los cuales prefería no prestarles mucha relevancia, porque no me eran de utilidad en ningún momento.Esa noche soñé lo mismo una y otra vez, sus manos recorrían mi cuerpo a pesar de mis súplicas, sus labios invadían los míos, aún cuando lo empujaba muy lejos de mí, y siempre despertaba de la misma manera, entre jadeos, gritos y miles de lágrimas recorriendo mi rostro sin piedad. Estaba segura de que no podía seguir de esa manera por más tiempo, no podía soportarlo más, así que me senté en medio de la cama a llorar sin nada más que pudiera hacer para remediar mi situación, sin embargo, el cuerpo de Jack se asomó por la puerta con su expresión soñolienta.—¿Podrías dejar de gritar? —me pidió, antes de pegar un leve bostezo.—No he gritado —mentí, enjugándome las lágrimas con el dorso de mis manos.—Llevas gritando toda la noche, me has despertado más de una vez —dijo un poco preocupado, sentándose en el borde de la cama, a pesar de mi mirada asesina—. ¿Acaso tus pesadillas son muy feas?—Un poco.—De acuerdo, me quedaré contigo para que no estés tan asustada —propuso, acostándose de inmediato a mi lado, en el lugar de la cama donde más me agradaba dormir.—¡No!—¿Cómo qué no? —ronroneo cerrando sus ojos—. No rechistes, duérmete y esta vez trata de callar tus alaridos.—Está bien —resoplé indignada.Me cubrí por completo con la manta y me recosté en el lado contrario dándole la espalda, sin embargo, desde allí podía escuchar su apaciguada respiración.Aquella noche a pesar de mi terror, pude dormir plácidamente, dado que el cuerpo embriagador de Jack estaba tan cerca del mío.Tenía miedo, demasiado como para poder controlar mis temblores, pero por alguna razón, uno de su brazos entre su sueño me rodeó y a pesar de quedarme estática por lo que me pareció una eternidad, pude dormir sin problemas, quizás porque logré percibir la diferencia entre su cuerpo y ese que recordaba con tanto repudio.A primera hora de la mañana, casi cuando iban a ser las ocho en punto, me encontraba completamente lista para partir a la montaña Nopun o algo así era como le decían, no recordaba muy bien, después de todo el pueblo tenía el nombre más extraño del mundo; Ellijay, así se llamaba el horripilante lugar en el que había nacido.Al igual que las ciudades de ese pequeño país, que estaba ubicado en lo alto de Estados Unidos en un reducido espacio en Atlanta. El pueblo era tan diminuto, que podías recorrerlo de extremo a extremo en menos de un día. De todas formas y con una mala cara por mi parte, caminamos hasta las afueras de Ellijay, con cada uno a su espalda, colgada una mochila repleta de cosas. Vagamos por las desoladas calles, a duras penas una que otra anciana que paseaba a sus perros logró darnos un cordial saludo. Subimos por un camino de tierra, que abría espacio entre los árboles y la maleza de la dichosa montaña. Respiré profundamente, mientras rezaba en mi fuero interno a que
Esperé lo que para mí fue una eternidad entre gruesas lágrimas, mientras los ruidos se hacían más fuertes a mí alrededor, las ramas se agitaban con el viento, acompañando su movimiento con las risas escandalosas a la distancia y aquellas voces que de a poco se convertían en una sola, en su maldita voz. Sentí un punzante dolor en mi pierna, pero ni me molesté en mirar si me había hecho daño en la caída o no. Quería con desespero protegerme por mi cuenta, ya que solo tenía miedo de él y Jack no estaba para salvarme de esa pesadilla. Así que me hice una bola, abrazando mi cuerpo con mis manos temblorosas, como si hacerlo me fuese a servir de algo. Cuchicheaba miles de cosas sin sentido, quería que se marchara, pero entre más lo deseaba, sentía que más se aproximaba su voz, estaba allí tras de mí, podía percibirlo sin necesidad de voltearme a mirar, no quería que me tocara, pero lo iba a hacer, iba a hacer todo lo que yo no quería, porque me obligaría, porque así era él.—¡Lucy! —me ll
Entre mis sueños coloridos y un poco extraños, podía percibir el aroma tan masculino de Jack rodeándome, podía escuchar su cálida risa acariciar mis oídos, y sentir el contacto de su piel sobre la mía, al fusionarnos en un melancólico abrazo.No entendía muy bien por qué estaba precisamente allí, no comprendía del todo aquellas imágenes que aparecían en mi cabeza una y otra vez, hasta que abrí los ojos de sopetón a la mañana siguiente. El apartamento estaba demasiado silencioso para mi gusto, por lo que me puse en pie de un salto y mi corazón se encogió en mi interior al ver todo tan limpio como nunca antes.Cada rincón estaba recién aseado, sobre el comedor había un plato de comida cubierta con un plástico especial para así conservarla y junto a esta había una nota, una que tomé con cierto miedo porque ya sabía la peligrosa noticia que me anunciaría.“Lucy, gracias por acogerme en tu casa y en tu vida. Realmente te estaré agradecido de por vida, por demostrarme que la amistad de una
A pesar de mi efusivo cariño, y todas esas descontroladas lágrimas que bañaban mi rostro, Jack me estrujó de igual forma, acercándome aún más a su entrañable cuerpo. Ese que se acoplaba de manera maravillosa al mío, como si hubiesen sido creados perfectamente el uno para el otro. Él no se molestó en apartarme, ni mucho menos en despegar sus labios, ni siquiera yo quería romper ese reencuentro mágico, bajo la estrellada noche que nos ofrecía el generoso firmamento. No obstante, algo en mi interior me decía que quizá aquello era una completa farsa, un juego de mi cerebro, debido al montón de trago que había consumido en casa de Cody. A pesar de sentirlo tan próximo a mí, no daba crédito a ello.—¿Realmente regresaste? —murmuré entre sus brazos, con cierto temor a su respuesta—. ¿No estoy soñando, verdad?—Claro que no, idiota —contestó, soltando leves risitas—. Soy yo.—¿Por qué volviste? —inquirí confusa, aspirando el delicioso aroma de su chaqueta, era una mezcla entre cigarrillo y
La suavidad de sus labios me enloquecía, la forma en que movía su lengua intentando invadir mi boca me dejaba sin aliento, era una especie de guerra por dominar al otro primero. Tomé su cabello entre mis manos, acariciándolo al ritmo de aquel beso apasionado, mientras él por su cuenta levantaba poco a poco mi camiseta, dejándola en algún lugar de la estancia que no me interesó identificar. Tocó con la yema de sus dedos toda mi espalda desnuda, desabrochando mi sujetador y dejando un camino eléctrico en cada lugar en el que rozaba.Sin previo aviso me levantó en vilo, obligándome a rodear su cuerpo con mis piernas.Deslizó sus manos por todo mi tronco, pasando por mi trasero y así aferrarse a mis muslos, para ayudarme a mantenerme colgada de él como si fuera un koala. Continuó besándome sin siquiera pensar en que pronto nos quedaríamos sin aire, con cierta torpeza me llevó hasta la habitación, donde entre la oscuridad me tiró a la cama, dejándome boquiabierta cuando se quitó sensual
Me removí entre mi profundo sueño.Me sentía un poco mareada, debido a tanto alcohol de la noche anterior, estaba segura que si me despertaba por completo, terminaría vomitando lo que no había comido siquiera.Los espeluznantes síntomas de una desastrosa resaca, se asomaban por cada centímetro de mi cuerpo inconsciente, un completo fastidio que tendría que lidiar por mi cuenta. Recordaba adormilada pocas cosas, de cómo había llegado a terminar en casa de esta manera, pero en mi cerebro existía una laguna mental que buscaba llenar entre mis descoordinados pensamientos.¿Qué había pasado de camino a casa? ¿Por qué no podía recordarlo, aún cuando lo intentaba con tanto esmero? ¿Por qué sentía que había olvidado algo realmente importante? Abrí mis ojos de sopetón, escuchando un quejido a mi lado, una voz masculina que me heló la sangre. ¿Cody había terminado acostándose conmigo? ¡Imposible! Dejé que mi mirada aterrorizada se dirigiera instantáneamente sobre la persona que dormía pláci
Como era de esperarse, las hermosas pueblerinas al escuchar el rumor de que Jack había regresado, se aglomeraron en el bar a intentar platicar con él; así fuera por unos segundos para pedirle algo de beber o hacerle cualquier pregunta personal que se les ocurriese. Entre esas Tina y una tal Melisa, las cuales no se demoraron demasiado en llegar a sentarse frente a la barra a conversar animadamente con él y sacarle más de una sonrisa, que realmente me irritó sobremanera. Jack, como todo un donjuán, les seguía la corriente a todo lo que decían, pero a veces cuando me le quedaba viendo con el ceño fruncido y él lo notaba; se giraba levemente para observarme burlón, para acto seguido guiñarme un ojo con picardía, obligándome a mirar en otra dirección, ruborizada con sus acciones. No sólo le bastaba con todas las mujeres que estaban allí presentes esperando por un cruce de palabras, las cuales no se quedan ni de cerca con las ganas de su compañía, ya que él con mucho descaro les endulza
Aquella noche cerramos casi a las cuatro de la mañana, cuando el cielo comenzaba a aclararse lentamente, debido al sol que se asomaba por entre las montañas.Nos habíamos detenido frente a un supermercado de 24 horas antes de ir a casa por petición de Jack, quien se entretuvo un buen rato comprando cosas que ni siquiera llegué a enterarme de qué eran, ya que me había quedado afuera en medio de la calle, esperándolo. Cuando salió del local minutos más tarde, llevaba entre sus manos una bolsa repleta de cosas, solté un largo respingo ante semejante despilfarro de dinero por su parte.A pesar de la discusión ocurrida horas atrás, Jack había vuelto a ser el mismo de siempre, todo lo contrario a mí, quien no lograba aún sacarme sus palabras de mi fuero interno, causando que me fuera cada vez más difícil ir a la par en la conversación, e incluso en mi comportamiento que parecía demasiado mecánico, como si fuese alguna clase de robot programado.—¿Qué dices si vemos el amanecer?—Bueno —ace