Unos cuantos días después de mi fatídico accidente; la operación de Lucila y Jack se llevó a cabo sin contratiempos en manos de un colega, la cual había sido todo un éxito según él, y la siempre simpática enfermera Kim lo corroboró, ya que me comentó detalladamente todo lo ocurrido en la sala sin falta alguna. Jack había sido trasladado a su habitación en un estado de inconsciencia absoluta, de la cual se suponía debía despertar luego de unas horas, pero no ocurrió. Todo lo contrario a Lucila, quien abrió sus ojos perfectamente y al ver a sus padres a su lado, les brindó una tierna sonrisa, ya con el espléndido trasplante en su cuerpo, sólo le faltaban unos cuantos meses más de terapia y estaría totalmente curada de la leucemia, podía sin problemas tener su niñez de regreso, solo si era paciente y muy juiciosa. Por mi parte, me mantuve en esa horrible habitación, recibiendo tratamiento psiquiátrico, mientras se sanaban mis heridas físicas, por lo que me parecieron unas eternas sema
Me encontraba sentada en aquella incómoda silla desde hacía más de cuatro horas seguidas, en las cuales, las personas a mi alrededor no dejaban de parlotear a todo pulmón.Me removí en mi asiento intentando con todas mis fuerzas no caer dormida en aquel juicio, escuchaba la voz del abogado público de Arthur Jerome, al otro lado de la estancia, los jueces y el jurado escuchaban atentamente sus argumentos, mientras mi padre se mantenía en su lugar cabizbajo, sin absolutamente nada por decir.Ni una mirada me dedicaba, lo cual agradecía sobremanera, ya que me daba a entender que por fin comenzaba a sentir arrepentimiento por lo que había ocurrido. Ese horripilante hombre había logrado luego de meses en reposo y descanso absoluto, continuar con su vida como lo había hecho hasta ahora.El abogado Black a mi lado, un simpático hombre que cruzaba casi por los cuarenta y tantos, se puso en pie de un salto para refutarle algo a su contraparte, obligando al juez a mandarlos a callar para que n
Al llegar al final de la escalinata, me planté en la acera con un montón de gente andando frente a mi apresurada, levanté la mirada lentamente para encontrarme por unos breves segundos con esos ojos acaramelados observándome burlones entre el tumulto. Sin dar crédito a ello, anduve en su dirección, boquiabierta de que estuviera allí en ese preciso instante.Se encontraba recostado sobre su Ferrari, campante como si no tuviese más cosas importantes que atender. Puse mis ojos en blanco, para acto seguido, meter las manos en los bolsillos de mi pantalón, protegiéndome de ese helado clima de noviembre.Tras su espalda, sacó un ramo de flores que me extendió con una brillante sonrisa, que desgraciadamente no pude devolverle, dado que me molestaba un montón que me hubiese mentido solo para darme esa sorpresa.Me había asegurado una y otra vez que no podría regresar de su viaje de negocios antes de lo planeado, que se tardaría probablemente unos días más, pero ahí se encontraba frente a mí,
Acomodé la cinta de mi vestido por décima vez esa mañana helada de noviembre, al asegurarme que estaba bien, caminé de un lado a otro, ansiosa de que ese tonto no fuese lo suficiente inteligente como para percatarse que estaría allí.De todos modos, Hall y Black le darían más pistas en dado caso de que no lo lograra a la primera, pero con cada tick tack del reloj, mi corazón se acongojaba por el terror. Nerviosa, mordí mi labio inferior, y dejé que mi mirada vagase por la estancia, para distraerme un poco de la tensión que corría por mis venas. Mi madre se encontraba en la cocina preparando los últimos platos, Lucila jugaba en el suelo con Brooke y Blake, quienes le habían prestado sus juguetes encantados. Ryan y Nia acomodaban la mesa entre bromas, Carl y Paul revisaban por última vez la canción que tocarían con sus guitarras, Katia y Lauren inflaban entre risas los últimos globos que irían en el suelo, mientras los gemelos afuera vigilaban la llegada de Jack, el cual se estaba ta
Varios meses después de planear todo adecuadamente, de elegir el lugar, lo que vestiríamos y hasta lo que comeríamos, viajamos en un jet privado hasta Bora Bora, una pequeña isla en la polinesia francesa, que a decir verdad era un sitio magnífico.Se le había ocurrido a Jack que sería el indicado para realizar nuestra ceremonia nupcial, y yo un poco emocionada acepté, dado que en las fotos que había visto por internet cada rincón era espléndido. El mar era tan claro que podía ver los peces nadando en él, la brisa cálida en mi rostro me aceleraba el corazón y la arena blanca bajo mis pies, eran sencillamente las mejores sensaciones del universo. Debía admitir que llegar hasta allí no había sido nada sencillo, ya que habíamos tenido un montón de contratiempos para organizar nuestra boda, las invitaciones no habían salido como yo esperaba, incluso entregarlas fue todo un calvario, el traje de Jack casi que no estaban listos para la fecha que habíamos indicado y mucho menos mi vestido,
Entrelacé mis dedos con los de Jack, apoyando mi rostro sobre su hombro, escuchando uno a uno los mejores deseos de todos quienes nos querían. Mi marido jugueteaba con mi cabello con su mano libre y de vez en cuando me daba uno que otro beso en la frente, haciéndome sonrojar con ello. La gente bailó al ritmo de la alocada música y se divirtió como si no hubiera un mañana.Las fotos iba y venían, los flashes llegaron al punto de cegarme, el ramo de flores se lo gano Nia entre el tumulto de competidores, lo que alegró sobremanera a Ryan, sin embargo, ese tonto tardaría muchos años más en pedir su mano. La mayoría de las personas habían bebido tanto, que a partir de la medianoche, gran parte de la fiesta se había marchado para sus habitaciones y nosotros dos no fuimos la excepción.— ¿Y entonces, señora Wolfang de Thierry, que se siente ser mi esposa? —preguntó Jack con esa voz seductora y sus labios pegados a mi garganta la cual no se cansaba de besar.Dejé escapar un sonrisa brillan
Me mantenía recostada contra el marco de esas puertas de vidrio abiertas de par en par, entre mis manos tenía una taza de café recién hecho, de la cual bebía con lentitud, mientras el aire cálido acariciaba todo mi cuerpo esa mañana de Junio. Observé el exterior embelesada; ya que Jack, Coco, Lucila, Nathan y Tommy jugaban a la pelota, corrían de un lado para otro entre risas en el extenso claro rodeado de árboles, en medio de la tenue luz del sol y el suave césped bajo sus pies descalzos. Lucila y Nathan pasaban casi todos los fines de semana en nuestra casa, si se nos ocurría viajar a cualquier lugar ellos iban con nosotros, la verdad, atesoraba su compañía, eran una parte esencial tanto en Jack como en mí.Lucila, gracias al cielo, había crecido fuerte y completamente sana, no había vuelto a tener recaídas con la leucemia, ni siquiera había tenido que volver a pisar un hospital, por ende, había vuelto a ser la niña tierna y alegre que había conocido por accidente. Nathan, su her
Estando a su lado todo transcurrió con tanta prisa, que realmente esos ocho años viviendo como una pareja casada, pasaron fugaces frente a mis ojos, dejándome estupefacta con lo rápido que a veces era el tiempo a nuestro alrededor sin que nos percatáramos de ello.Juntos vivimos muchas cosas, tanto buenas como malas, aprendimos a lidiar con las adversidades y ser felices aún cuando el mundo afuera se caía a pedazos.Rara vez discutíamos, quizás porque trabajábamos bastantes horas al día, sin embargo, entre ellas teníamos al menos un poco de tiempo para vernos, para darnos detalles románticos, compartir el uno con el otro o para simple y llanamente, amarnos.Habíamos comprado una preciosa casa en las afueras de Atlanta, en la cual teníamos todo lo que necesitábamos, allí no existía ninguna preocupación más que disfrutar nuestro día a día intensamente, aprovechar cada instante haciendo lo que se nos antojaba sin miedo alguno.Todos habíamos cambiado bastante, ya no éramos tan jóvenes, c