A pesar de que ya era de día, intentaba dormir en mi habitación con las cortinas muy bien cerradas, pero me era imposible pegar ojo.Jack invadía mi cabeza. No podía sacarme esa melancólica imagen de su mirada al llegar a casa y su sonrisa tristona al despedirnos, para cada quien irse a descansar en su respectivo lugar.Algo en el fondo de mi corazón me molestaba demasiado, quizás era mi brutalidad con asuntos amorosos o de pronto, era el haberlo lastimado con mi comportamiento cortante y cobarde.No estaba del todo segura, pero por mucho que tratara de cerrar mis ojos para caer en el sueño, estos se abrían de golpe para quedarse viendo el techo, mientras buscaba respuestas a todo lo que sentía en mi interior.Necesitaba con urgencia admitir lo que sentía, necesitaba ser sincera conmigo misma de una buena vez.Me levanté de la cama decidida a ello, con pasos torpes anduve hasta la sala de estar, donde Jack ya dormía profundamente sobre el sofá… o eso era lo que parecía a simple vista
Intenté zafarme con todas mis fuerzas de sus brazos, pero no obtuve gran éxito con ello; ya que él entre risas me condujo de regreso al sofá, obligándome a sentarme en sus piernas; para besarme con descaro mi espalda desnuda, esperanzado de que me calmara un poco del terror que me producían sus ideas.Debía admitir que sus caricias desmesuradas me calentaban más de la cuenta, me desconcentraban en cuestión de segundos, dejando mi mente en blanco.Tanto era mi estado absorto, que ni enterada estuve en el momento en que me quedé sin una sola prenda de ropa cubriéndome. Sus manos se movieron veloces a mis pezones erectos, causándome un inmenso placer con ellas.No lograba comprender cómo mi cuerpo insípido podía reaccionar tan a prisa a los cariños de Jack. Me parecía absurdo el sentirme tan a gusto, sin embargo, estaba muy segura de que deseaba que no se detuviera.—Déjame ver tu cuerpo por completo —me pidió de una forma muy seductora en mi oído, erizándome la piel con su cálido alient
Los días a su lado fueron pasando tan a prisa, que comencé a asustarme de que en algún momento acabaran sin que siquiera me hubiera podido dar cuenta de ello. Habíamos pasado demasiado tiempo juntos y todavía no lograba comprender cómo no nos habíamos cansado del otro, dado que dormíamos juntos.A veces desayunábamos viendo televisión, hacíamos las compras en el supermercado apenas recibíamos la paga del día, trabajamos en el mismo lugar, donde tenía que lidiar con las chicas lanzadas que acosaban a Jack. Este último, con los hombres que a veces intentaban ligarme en todas sus narices, en especial Cody, quien aún no se rendía con la idea de estar a mi lado.Parecíamos una pareja de recién casados o algo por el estilo. Y aunque en un principio la idea de tildarnos como “novios” me había molestado un tanto, ya que nunca había estado con alguien oficialmente, gracias a que la soledad había sido mi mejor aliada durante prácticamente toda la vida, tuve que aceptar, debido a los berrinche
Eso era lo que había dicho una y otra vez, no obstante, ese tonto chico estaba allí sonriente con su victoria, sentado junto a mí en el bus en el lado de la ventana, mientras yo tenía que conformarme con la silla que daba para el pasillo, sintiendo cómo la gente me ponía su trasero en la cara al pasar, y me golpeaban más de una vez. Respiré profundamente, intentando con todas mis fuerzas no enfadarme conmigo misma ante lo débil que era con Jack o quizás era su forma de conseguir las cosas a como diera lugar, no era del todo mi culpa ceder a sus deseos después de todo. Este, al ver mi ceño fruncido, tomó uno de mis brazos, jalándome en su dirección para abrazarme divertido con mi expresión de vergüenza ante sus actos y no se dignó a soltarme a pesar de mis protestas, así que sin más opciones tuve que dormir en su pecho durante todo el trayecto. Salimos de Ellijay casi a las nueve de la mañana, en un bonito autobús que condujo por una larga hora, en dirección a la ciudad más cercana
Tras comprobar que todos estuvieran muy bien vestidos para no agarrar algún resfriado, decidimos salir al exterior, donde a Paul se le ocurrió la brillante idea de jugar al ponchado con un balón desinflado, el único que tenían por el momento. Ya que éramos diez, los equipos quedaron parejos, yo era la líder de uno de ellos, mientras que Ryan era el líder del equipo contrario.A mis espaldas se ocultaban Camila, Katia, y Paul, mientras que a Brooke la mantenía colgada de mi espalda como si fuera un koala, corríamos de un lado a otro fastidiando a nuestro oponentes, al ser tan difícil de sacarnos del juego con sus fallidos tiros. Jack nos observaba a la distancia, al pie de la casa junto con Mónica, no habían dejado de hablar sobre Dios sabría qué cosas desde que los había presentado, lo que me hacía pensar que quizás algo se tenían entre manos el tonto ése. Parecía demasiado serio para mi gusto, pero en ocasiones cuando se me quedaba viendo y nuestras miradas se cruzaban por casuali
Los observé marcharse desde el marco de la puerta de la casa, Jack se había ido de piloto, mientras mi madre en la parte de atrás del viejo auto, le daba caricias a un inconsciente Ryan. No supe cuánto tiempo me quedé allí de pie mirando hacia la nada, pero cuando regresé al interior, los chicos se encontraban sentados en el comedor, con sus rostros teñidos por el desconsuelo.Me senté en una de las tantas sillas libres para mantener aquella charla en la que habíamos quedado minutos atrás, donde me contaron cómo esa botella había terminado allí. Días antes de que nevara por primera vez, a Maximilian se le había ocurrido la pésima idea de jugar a romper botellas de vidrio con piedras, era para medir la puntería de cada uno de los hermanos, así que no había necesariamente un solo culpable después de todo. Aunque habían intentado recoger el desastre a escondidas de mamá Mónica –quien no estaba ni enterada de esto–, por su error, olvidaron uno que otro vidrio.Dado que Jack y mamá Móni
Crucé a toda prisa el amplio patio de juegos de la casa, intentaba caminar lo más rápido posible, pero me era muy difícil, debido a que mis pies se terminaban hundiendo en lo profundo de la nieve.Ni correr me era factible en ese estado del suelo tan pésimo. Mi vista estaba totalmente borrosa a causa de las agrias lágrimas, sentí unos deseos inmensos de vomitar y gritar, pero no lo haría, en especial lo último, ya que no quería que Jack o alguno de los niños me viera de esa manera. Me escabullí por el inmenso bosque, anduve sin un verdadero destino en mente, solo deseaba estar lo más lejos de la gente un buen rato. No quería hablar ni escuchar a nadie, en especial a Jack. Solo necesitaba pudrirme en algún punto sin salida o por lo menos calmarme, lo que sucediera primero, a fin de cuentas; ya ni me importaba que me ocurriera. Sin darme cuenta de ello, terminé deteniéndome en el lugar donde me escondía de pequeña cuando sentía esa misma sensación desagradable en lo profundo de mi a
Caminé tranquilamente con Jack a mi lado, estábamos en silencio, pero no era incomodo en lo más mínimo.Disfrutaba del simple hecho de tenerlo junto a mí, ya que su sonrisa era suficiente para mantenerme extasiada y su mirada me hipnotizaba cuando se encontraba con la mía de soslayo, sacándonos una que otra carcajada. Tras varios minutos de estar vagando por el bosque, logramos llegar a la casa. Entramos sin hacer ni un solo ruido, pero el interior para mi sorpresa, estaba demasiado callado como para ser normal.Miré a Jack, haciéndole miles de preguntas sin despegar los labios y este se limitó a encogerse de hombros, con una sonrisa socarrona.Definitivamente, algo tenía entre manos. Respiré profundamente y puse mis ojos en blanco cuando me dejó atrás.Tuve que seguir sus pasos con torpeza, encontrándome al llegar a la sala de estar con todo decorado como si fuera una clase de fiesta, el comedor tenía globos por todos lados, al igual que el suelo.Las paredes tenían listones de col