A primera hora de la mañana, casi cuando iban a ser las ocho en punto, me encontraba completamente lista para partir a la montaña Nopun o algo así era como le decían, no recordaba muy bien, después de todo el pueblo tenía el nombre más extraño del mundo; Ellijay, así se llamaba el horripilante lugar en el que había nacido.
Al igual que las ciudades de ese pequeño país, que estaba ubicado en lo alto de Estados Unidos en un reducido espacio en Atlanta. El pueblo era tan diminuto, que podías recorrerlo de extremo a extremo en menos de un día. De todas formas y con una mala cara por mi parte, caminamos hasta las afueras de Ellijay, con cada uno a su espalda, colgada una mochila repleta de cosas. Vagamos por las desoladas calles, a duras penas una que otra anciana que paseaba a sus perros logró darnos un cordial saludo. Subimos por un camino de tierra, que abría espacio entre los árboles y la maleza de la dichosa montaña. Respiré profundamente, mientras rezaba en mi fuero interno a que ningún animalejo venenoso apareciera y tuviera la mala racha de ser picado por este.Anduve apresurada, pisándole los talones a Jack, quien tarareaba demasiado alegre para mi gusto, una melodía que desconocía, silbaba entre las nanas y a veces se movía al ritmo de su propia canción, sacándome una que otra sonrisa ante sus tonterías.Nos detuvimos en el momento exacto en que aquella ruta se comenzó a dividir en dos extensos pedazos, poniéndome la piel de gallina ante la idea de separarnos o incluso perdernos y morir en ese aterrador bosque.—Según lo que leí en internet y lo que dice este mapa, para llegar a la cima tenemos que tomar la izquierda —susurró, yéndose por ese lado.—¿No te dijo tu mamá que todo lo que sale en internet es falso…? — cuchicheé con nerviosismo tironeándolo del brazo hacia la derecha, después de todo, me guiaba por mis instintos de sobrevivir.—Confía en mí, ¿quieres?—Si muero será tu culpa, Jack.—Relájate, nadie se muere estando conmigo —me recordó con una sonrisa socarrona, que era un médico experto en salvar vidas, así que la mía probablemente estaba en buenas manos.Me arrastraba sin mucho esfuerzo por los cortos pasadizos, mientras me tomaba con dulzura de la mano, aquel contacto que realizaba con tanta naturalidad, comenzaba a aterrorizarme, y para mi desgracia también a gustarme, era un revoltijo de sensaciones su minúscula caricia. Me abría paso entre los matorrales, y las espesas ramas de los árboles que parecían crecer más y más con cada paso que dábamos.Después de lo que sentí sobre mi pesado cuerpo, fueron horas andando.Nos sentamos en una piedra gigantesca a tomar lo que según pude notar, era el almuerzo que Jack había preparado para los dos, en silencio comimos aquellos deliciosos sándwiches con un poco de jugo de naranja, sintiendo con esto que toda mi energía regresaba de inmediato.Respiré profundamente, intentando controlar mis espantosas ideas; aquel lugar era espeluznante sin duda alguna, estaba desierto, casi nadie de Ellijay subía a Nopun, era prácticamente prohibido, dado que muchas personas desaparecían sin dejar rastro, y definitivamente no quería ser una de ellas, pero aquel idiota descerebrado sí.Justo en el momento en el que el sol comenzaba a ocultarse entre las montañas que rodeaban al pueblo a la distancia, logramos llegar a la cima.Sentía mi corazón acelerado en lo alto por la falta de oxígeno, y este último se descontroló en mi interior aún más cuando Jack, feliz como nunca antes, pegó un grito de victoria que resonó por todo el cielo. Sonreí sin poderlo evitar, sus locuras comenzaban a gustarme más de lo que podría imaginar, su forma de ser, y su actitud tan brillante, no era tan mala después de todo.—Grita —me pidió entre risas, entrelazando mis dedos en los suyos, a pesar de todo el largo camino, no habíamos logrado separar nuestras manos—. ¡Grita todo lo que quieras, para que me dejes dormir hoy!—¡Cállate! —gruñí entre carcajadas.—¡Vamos, Lucy!Tomé un largo trago de aire, el sudor frío corría por mi espalda, y entonces, aquel dolor que cargaba en mi interior desde hacía tanto tiempo, salió al exterior en un berrido que el chico a mi lado respondió, al mismo tiempo que el eco.No recuerdo cuanto tiempo gritamos a la nada, pero fue la mejor experiencia del mundo, tenerlo a mi lado, sentir su calor y su ánimo, junto con el atardecer, uno que se quedaría por siempre grabado en mi cabeza.Jack se quitó aquella bufanda de colores que llevaba amarrada en su muñeca y la anudó a la rama del árbol más cercano, indicando que habíamos estado allí, primero que muchos del pueblo Ellijay.—Deberíamos regresar a casa. —comenté con una tierna sonrisa.—Es muy tarde, vamos a buscar un lugar para armar la carpa y poder dormir —susurró Jack, fresco como una lechuga con su descabellada idea.—¿Te enloqueciste? —chillé, perdiendo todo el color en el rostro—. ¡¿No leíste en internet que la gente muere aquí?!—Desaparece —me corrigió, poniendo sus ojos en blanco ante mi resistencia—. Y sí lo leí, pero esas son mentiras.—¡¿Y tú qué sabes?!—Lo suficiente. Hazme caso, vamos a buscar un lugar para dormir.—¡Estás demente!—Te prometí que no morirías conmigo hoy, y así será. Ahora relájate, Lucy.Comenzó a caminar, dejándome furiosa en toda la cima, no quería poner un pie en medio de esa espesa oscuridad que se había apoderado de la montaña, pero tuve que hacerlo cuando Jack desapareció por completo de mi visión. Transitaba temerosa, ya que no vislumbraba absolutamente nada más que negrura, él tenía la linterna, y ni corto ni perezoso, me había abandonado sin la más mínima preocupación por ello, era un idiota. Hiperventilé, mientras escuchaba a mi alrededor voces y risas que en definitiva no eran de Jack, estaba alarmada, no sabía qué hacer para salvarme de aquella tortura.Gritaba su nombre, rasgando mi garganta en busca de ayuda, mientras corría desesperada por una salida. Hasta que me tropecé con lo que parecía una rama muy gruesa en el suelo, la cual me obligó a caer de bruces en medio de la penumbra.—¡Jack! —grité, pero no hubo respuesta alguna.Esperé lo que para mí fue una eternidad entre gruesas lágrimas, mientras los ruidos se hacían más fuertes a mí alrededor, las ramas se agitaban con el viento, acompañando su movimiento con las risas escandalosas a la distancia y aquellas voces que de a poco se convertían en una sola, en su maldita voz. Sentí un punzante dolor en mi pierna, pero ni me molesté en mirar si me había hecho daño en la caída o no. Quería con desespero protegerme por mi cuenta, ya que solo tenía miedo de él y Jack no estaba para salvarme de esa pesadilla. Así que me hice una bola, abrazando mi cuerpo con mis manos temblorosas, como si hacerlo me fuese a servir de algo. Cuchicheaba miles de cosas sin sentido, quería que se marchara, pero entre más lo deseaba, sentía que más se aproximaba su voz, estaba allí tras de mí, podía percibirlo sin necesidad de voltearme a mirar, no quería que me tocara, pero lo iba a hacer, iba a hacer todo lo que yo no quería, porque me obligaría, porque así era él.—¡Lucy! —me ll
Entre mis sueños coloridos y un poco extraños, podía percibir el aroma tan masculino de Jack rodeándome, podía escuchar su cálida risa acariciar mis oídos, y sentir el contacto de su piel sobre la mía, al fusionarnos en un melancólico abrazo.No entendía muy bien por qué estaba precisamente allí, no comprendía del todo aquellas imágenes que aparecían en mi cabeza una y otra vez, hasta que abrí los ojos de sopetón a la mañana siguiente. El apartamento estaba demasiado silencioso para mi gusto, por lo que me puse en pie de un salto y mi corazón se encogió en mi interior al ver todo tan limpio como nunca antes.Cada rincón estaba recién aseado, sobre el comedor había un plato de comida cubierta con un plástico especial para así conservarla y junto a esta había una nota, una que tomé con cierto miedo porque ya sabía la peligrosa noticia que me anunciaría.“Lucy, gracias por acogerme en tu casa y en tu vida. Realmente te estaré agradecido de por vida, por demostrarme que la amistad de una
A pesar de mi efusivo cariño, y todas esas descontroladas lágrimas que bañaban mi rostro, Jack me estrujó de igual forma, acercándome aún más a su entrañable cuerpo. Ese que se acoplaba de manera maravillosa al mío, como si hubiesen sido creados perfectamente el uno para el otro. Él no se molestó en apartarme, ni mucho menos en despegar sus labios, ni siquiera yo quería romper ese reencuentro mágico, bajo la estrellada noche que nos ofrecía el generoso firmamento. No obstante, algo en mi interior me decía que quizá aquello era una completa farsa, un juego de mi cerebro, debido al montón de trago que había consumido en casa de Cody. A pesar de sentirlo tan próximo a mí, no daba crédito a ello.—¿Realmente regresaste? —murmuré entre sus brazos, con cierto temor a su respuesta—. ¿No estoy soñando, verdad?—Claro que no, idiota —contestó, soltando leves risitas—. Soy yo.—¿Por qué volviste? —inquirí confusa, aspirando el delicioso aroma de su chaqueta, era una mezcla entre cigarrillo y
La suavidad de sus labios me enloquecía, la forma en que movía su lengua intentando invadir mi boca me dejaba sin aliento, era una especie de guerra por dominar al otro primero. Tomé su cabello entre mis manos, acariciándolo al ritmo de aquel beso apasionado, mientras él por su cuenta levantaba poco a poco mi camiseta, dejándola en algún lugar de la estancia que no me interesó identificar. Tocó con la yema de sus dedos toda mi espalda desnuda, desabrochando mi sujetador y dejando un camino eléctrico en cada lugar en el que rozaba.Sin previo aviso me levantó en vilo, obligándome a rodear su cuerpo con mis piernas.Deslizó sus manos por todo mi tronco, pasando por mi trasero y así aferrarse a mis muslos, para ayudarme a mantenerme colgada de él como si fuera un koala. Continuó besándome sin siquiera pensar en que pronto nos quedaríamos sin aire, con cierta torpeza me llevó hasta la habitación, donde entre la oscuridad me tiró a la cama, dejándome boquiabierta cuando se quitó sensual
Me removí entre mi profundo sueño.Me sentía un poco mareada, debido a tanto alcohol de la noche anterior, estaba segura que si me despertaba por completo, terminaría vomitando lo que no había comido siquiera.Los espeluznantes síntomas de una desastrosa resaca, se asomaban por cada centímetro de mi cuerpo inconsciente, un completo fastidio que tendría que lidiar por mi cuenta. Recordaba adormilada pocas cosas, de cómo había llegado a terminar en casa de esta manera, pero en mi cerebro existía una laguna mental que buscaba llenar entre mis descoordinados pensamientos.¿Qué había pasado de camino a casa? ¿Por qué no podía recordarlo, aún cuando lo intentaba con tanto esmero? ¿Por qué sentía que había olvidado algo realmente importante? Abrí mis ojos de sopetón, escuchando un quejido a mi lado, una voz masculina que me heló la sangre. ¿Cody había terminado acostándose conmigo? ¡Imposible! Dejé que mi mirada aterrorizada se dirigiera instantáneamente sobre la persona que dormía pláci
Como era de esperarse, las hermosas pueblerinas al escuchar el rumor de que Jack había regresado, se aglomeraron en el bar a intentar platicar con él; así fuera por unos segundos para pedirle algo de beber o hacerle cualquier pregunta personal que se les ocurriese. Entre esas Tina y una tal Melisa, las cuales no se demoraron demasiado en llegar a sentarse frente a la barra a conversar animadamente con él y sacarle más de una sonrisa, que realmente me irritó sobremanera. Jack, como todo un donjuán, les seguía la corriente a todo lo que decían, pero a veces cuando me le quedaba viendo con el ceño fruncido y él lo notaba; se giraba levemente para observarme burlón, para acto seguido guiñarme un ojo con picardía, obligándome a mirar en otra dirección, ruborizada con sus acciones. No sólo le bastaba con todas las mujeres que estaban allí presentes esperando por un cruce de palabras, las cuales no se quedan ni de cerca con las ganas de su compañía, ya que él con mucho descaro les endulza
Aquella noche cerramos casi a las cuatro de la mañana, cuando el cielo comenzaba a aclararse lentamente, debido al sol que se asomaba por entre las montañas.Nos habíamos detenido frente a un supermercado de 24 horas antes de ir a casa por petición de Jack, quien se entretuvo un buen rato comprando cosas que ni siquiera llegué a enterarme de qué eran, ya que me había quedado afuera en medio de la calle, esperándolo. Cuando salió del local minutos más tarde, llevaba entre sus manos una bolsa repleta de cosas, solté un largo respingo ante semejante despilfarro de dinero por su parte.A pesar de la discusión ocurrida horas atrás, Jack había vuelto a ser el mismo de siempre, todo lo contrario a mí, quien no lograba aún sacarme sus palabras de mi fuero interno, causando que me fuera cada vez más difícil ir a la par en la conversación, e incluso en mi comportamiento que parecía demasiado mecánico, como si fuese alguna clase de robot programado.—¿Qué dices si vemos el amanecer?—Bueno —ace
A pesar de que ya era de día, intentaba dormir en mi habitación con las cortinas muy bien cerradas, pero me era imposible pegar ojo.Jack invadía mi cabeza. No podía sacarme esa melancólica imagen de su mirada al llegar a casa y su sonrisa tristona al despedirnos, para cada quien irse a descansar en su respectivo lugar.Algo en el fondo de mi corazón me molestaba demasiado, quizás era mi brutalidad con asuntos amorosos o de pronto, era el haberlo lastimado con mi comportamiento cortante y cobarde.No estaba del todo segura, pero por mucho que tratara de cerrar mis ojos para caer en el sueño, estos se abrían de golpe para quedarse viendo el techo, mientras buscaba respuestas a todo lo que sentía en mi interior.Necesitaba con urgencia admitir lo que sentía, necesitaba ser sincera conmigo misma de una buena vez.Me levanté de la cama decidida a ello, con pasos torpes anduve hasta la sala de estar, donde Jack ya dormía profundamente sobre el sofá… o eso era lo que parecía a simple vista