—Deberías estar descansando, Beltaine. Ayer casi te matan, ¿y aquí estás, trabajando como si nada?—No es para tanto, Bastian— la pelirroja sonrió con ironía—. Además, prefiero mil veces estar aquí que encerrada en casa.Ella apoyó con fuerza el pie en el suelo, desafiando el dolor de la herida en su muslo.—Mira, puedo soportarlo. Y no puedo soportar estar lejos de mis armas. Ellas no se van a pulir solas.Bastian sacudió la cabeza, su sonrisa era una mezcla de diversión y desafío. No había palabras que pudieran persuadir a Beltaine de detenerse en su tarea.—¿De verdad? Me alegra oír eso, aunque es un poco extraño… —comentó Bastian, señalando con un movimiento sutil de su barbilla. Su mirada se posó en Beltaine, cuya frente estaba ligeramente fruncida en concentración—. Pero cuéntame, te noto tensa, ¿qué te lleva a fregar tus armas con tanta vehemencia a estas horas de la mañana?Beltaine, que conocía bien su propio ritual de limpiar las armas para canalizar su frustración y rabia,
El silencio se cernía sobre ellos, tan denso y opresivo que parecía una entidad viva. Lylo, con el corazón latiendo en su garganta, temía haber cruzado un límite sagrado con su atrevida solicitud. La tensión en el aire era casi palpable, como si la ira de su Alfa estuviera a punto de desatarse en una tormenta furiosa.Sin embargo, para su asombro, Kyrios solo levantó la vista al cielo claro y despejado, donde las nubes se desplazaban con indiferencia ante los asuntos terrenales. Con un suspiro que parecía llevarse la carga del mundo, el Lord de los licántropos extendió su brazo derecho. Las palabras de un antiguo encantamiento comenzaron a fluir de sus labios, una melodía olvidada que solo los lores de su linaje podían entonar y entender. El aire alrededor de su bíceps vibró con la promesa de poder inminente.Y entonces, como si hubiera sido convocado desde las profundidades del tiempo, un brazalete de intrincado diseño apareció en su brazo, centelleando con una luz que no era de este
La tensión era palpable en el aire; una mezcla de anticipación y el inconfundible zumbido del peligro inminente. Cada oficial, incluida Beltaine, se movía con un propósito, sus sentidos agudizados al máximo, preparados para cualquier eventualidad. En ese entorno cargado de expectativa y alerta, el misterio de sus escalofríos anteriores quedó momentáneamente relegado al fondo de su mente, desplazado por la inmediata realidad de su deber.—Es aquí donde nuestros caminos se dividen!—exclamó, señalando la encrucijada que frente a ellos se abría en tres direcciones distintas—. ¡Bastián, toma la izquierda con tu compañero! ¡Los otros dos, derecho adelante! ¡Yo me encargaré del sendero de la derecha! ¡El tiempo es un lujo que no poseemos!Kyrios, una sombra entre sombras, observaba con un brillo de anticipación en sus ojos. —Interesante—murmuró para sí mismo mientras escuchaba las instrucciones de Beltaine.Cuando la pelirroja se adelantó y quedó sola en el callejón, Kyrios se deslizó silen
Bastian llegó al edificio en ruinas, sintiendo cómo la emoción de la persecución se desvanecía rápidamente, dejando paso a la intriga y a una pizca de temeridad. Era un tipo duro, acostumbrado a enfrentar los peligros de las calles con valentía y astucia, pero aún así, la incertidumbre de lo que encontraría dentro del edificio lo mantenía en vilo.Con pasos sigilosos, se adentró en el lugar, esquivando los escombros que salpicaban el suelo con la agilidad de un felino urbano. Cada paso era un desafío, y lo enfrentaba con la determinación de un hombre que conocía bien el juego de la supervivencia en la ciudad.La oscuridad y el silencio lo envolvían, como si el lugar mismo retuviera secretos oscuros.—Estoy casi 100% seguro de haber visto a alguien entrar aquí…—susurró para sí mismo, con el ceño fruncido en concentración, mientras sus ojos escudriñaban las sombras con determinación. Era un policía de la vieja escuela, con un instinto afilado y una mente rápida para conectar los puntos.
—Vale, vale, suena a una idea muy buena.La voz del cyborg resonaba con un placer retorcido, mientras abría un compartimiento en su pecho que se cerraba casi al instante, tejiendo un aura de misterio y tensión en el aire. Sus ojos escrutaban a la hermosa mujer frente a él con una mezcla de deseo y desdén.—¿No sería más fácil y rápido destruir a su mate?—sugería, su tono cargado de malicia—. Así se rompería el lazo que los une...Lylo, con un dolor de cabeza, sabía exactamente a quién se refería.—¡Observa lo que esa desgraciada ha hecho con mis extremidades!—exclamó, mostrando una parte dañada de su cuerpo. La furia ardiendo dentro del cyborg era palpable—. ¡Despedazaré a esa maldita hasta el último átomo!Pero la híbrida entendía que no podía permitirse tal lujo. —Desafortunadamente, por ahora es imposible—respondió con calma, mientras sus ojos escudriñaban la puerta con suspicacia. Bastian, al otro lado, jadeaba sorprendido ante lo que escuchaba.El cyborg, con una sonrisa siniest
—¿Qué estás diciendo?—Bastian se estremeció, con la adrenalina y el miedo a 300k/h.—Estoy diciendo que sería una lástima si te como enseguida.Retrocedió, varios pasos mientras veía avanzar a esa mujer bizarra hacia su dirección. Chocó con una mesa oxidada y una silla alrededor haciendo un escandaloso ruido.Lylo observó impasible a su linda presa.—¿Y si jugamos un juego?—¡¿Qué malditas tonterías estás diciendo?!—Bastian ya estaba perdiendo la compostura.—¿Qué piensas de esto?Antes de que Bastian pudiese hacer ni decir nada, una especie de fuego líquido salió de la boca de la rubia, encontrando su camino directamente en su rostro. La cosa estaba caliente, tan caliente que sentía que lo quemaba hasta sus nervios. Gritó y dejó caer el taser al suelo mientras intentaba quitarse la cosa ardiendo de su rostro con ambas manos.—¡Maldita sea! ¡Duele!—respiró por la boca cuando parte de esa cosa bajó por su garganta—. ¡Mis ojos!—realmente dolía como la puta madre, le había entrado a los
Él se apartó, se empujó los pantalones y los calzoncillos hasta los tobillos y se abalanzó sobre ella. Lylo se quedó sin aliento cuando él la agarró. La puso sobre su estómago, la agarró de las caderas y la levantó hasta que se quedó de rodillas.—¿Qué estás haciendo?—Lylo sintió el latigazo de placer recorrerle el cuerpo cuando vió que su glamour estaba funcionando y que pronto su presa no podría pensar más que en ella y en joderla.—Pon tus piernas entre las mías—gruñó en un tono áspero, abrió los muslos para hacerle espacio a ella.Lylo volvió la cabeza—. ¿Por qué?Ahora solo estaba jugando con él, viendo qué tan lejos podía llegar su repentino lado dominante que mostraba en ese instante.—Hazlo—dijo con voz áspera—. Ahora, Belt.Su corazón empezó a latir con fuerza. Claro que tenía una idea de lo que quería hacerle así que rápidamente puso sus piernas entre las suyas. Bastian le sujetó la cadera con una mano y deslizó la otra mano por delante de su cuerpo. Ella se estiró hacia él
Bastian se sopló a sí mismo para conseguir al menos un poco de frescura para él, hacía un calor infernal y la pelirroja podía dormir tan plácidamente, que envidia.Se sentó frente a ella, mirándola dormir.—Si estabas tan cansada hubieras vuelto a casa primero como te dije. Siempre terca, Belt. La belleza de su mejor amiga era de otro mundo. Sus pestañas, largas y tupidas, el arco de cupido de sus labios, sus mejillas suaves, sus cejas delicadas, su cabello del color del sol en un atardecer como el que estaba en ese momento…Beltaine es demasiado preciosa.Observó fijamente su delicado y femenino rostro. Estiró el brazo en un impulso de idiotez y pasó la mano por las hebras rojas y rizadas para apartarlas de la cara y verla mejor. Ese rostro estaba hecho por seres sobrenaturales porque no puede ser que tenga tanta belleza.—¿Por qué mi corazón reacciona tan violentamente cuando te veo? ¿Por qué siento cosquillas en el estómago cada vez que me hablas o que simplemente estoy a tu lado?