Capítulo 20

Bastian, con cada músculo tenso por el esfuerzo, guiaba a Beltaine hacia la seguridad del techo.

—Cuidado—susurraba él, su voz un hilo de tensión en la calma del amanecer.

Beltaine, colgando de la esperanza y del barandal, le respondía con una chispa de humor: —. No me sueltes, ¿eh? Aunque, admito que sería una caída memorable.

Finalmente, con los pies firmes sobre el concreto, ambos se desplomaron, el alivio y el cansancio fundiéndose en el suelo frío. Beltaine, con la respiración aún agitada, bromeó: —. Por poco y hago un Beltaine-crater en la acera, ¿te imaginas?

Bastian, aún recuperándose del susto, la miró con ojos como platos.

—¿Todo bien?—preguntó, la preocupación evidente en su mirada.

—Dios bendito, sí—respondió ella, su sonrisa iluminando el crepúsculo—. Tengo un ángel de la guarda con placa y todo.

Con una risa cómplice, Beltaine levantó la mano para un choque de cinco. Bastian correspondió con entusiasmo: —. ¡Para eso estamos, compañera! Aunque preferiría menos drama la
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