Melissa se quedó inmóvil, su silueta recortada contra la ventana, donde la luz de la luna se filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación en un resplandor etéreo. La pregunta de Seraphina flotaba en el aire, una acusación velada que parecía más pesada que la propia noche.—Quedé atrapada aquí, sí —respondió finalmente Melissa, su voz era un susurro que apenas perturbaba el silencio—. Atrapada en este plano humano por culpa de un amor que se suponía eterno… y ahora, mil años después, ¿debería anhelar volver a Unirx? ¿A un lugar que ya no reconozco como hogar?Lo que dijo, la llevó a unos recuerdos que había pensado que escondió muy en lo profundo de su corazón y mente, pero al parecer volvieron a surgir.INICIO DEL FLASHBACK —Esta será la última vez que pueda hacer esto, regresa a donde perteneces. Regresa a tu realidad—rogaba el hombre, su voz un susurro débil mientras la vida se escapaba de su cuerpo sobre el frío pavimento.—No puedo—las lágrimas de Melissa se mezclaban
Los dientes de Seraphina castañeaban mientras se abrazaba a sí misma. En su falsa forma de niña, parecía aún más pequeña criatura e indefensa.—Es verdad…tienes razón—Seraphina se abrazó aún más a sí misma—. Lord Death me da mucho miedo.—Es que…—Melissa detuvo su movimiento para ponerse el abrigo—. ¿Qué otra opción nos queda?Seraphina inmediatamente se desenroscó para arrodillarse en el sofá, más cerca de Melissa, para poder verle el rostro. —Eso suena a qué estás tramando algo—entrecerró los ojos en su dirección—. ¿Estás teniendo una idea de qué vamos a hacer al respecto?Melissa sonrió, mostrando un colmillo que antes era poderoso y más largo.—Veamos quien hace que lo asesinen primero—soltó una carcajada, de verdad sonaba divertida—. ¿Quién crees que tendrá éxito en esta guerra? ¿Quién podrá matar primero?—¿¡Qué!?—Seraphina se levantó del sofá de un gran salto, su voz aniñada alarmada, como realmente se sentía—. ¿Estás hablando de Lord Death? ¿Has perdido completamente la cabez
—No logro descifrar la causa exacta, pero... ¿no sería prudente mantener cierta distancia?—La voz de Beltaine temblaba, cada palabra era un cristal quebrándose en su pecho. No deseaba apartarse, pero si su presencia era veneno para la salud de su alfa, no le quedaba otra opción—. Me atormenta verte así, debilitado, como si cada aliento fuera un esfuerzo titánico...—¿Distancia?—Kyrios frunció el ceño, su mirada era un torbellino de emociones conflictivas—. ¿Acaso no entiendes que cada momento lejos de ti es una tortura para mi ser?Sin embargo, antes de que pudiera desvanecerse en la sombra de su retiro, Kyrios, con un movimiento felino, capturó su rostro entre sus manos, transformándola en una caricatura de sorpresa. Sus dedos, firmes y exigentes, provocaron el desconcierto de la pelirroja.—Si de alguna manera estás entrelazada con esta maldición que me aflige...—su voz era un gruñido bajo, cargado de un poder que resonaba en el aire, vibrando con una intensidad que parecía alterar
Lylo emergió de su refugio nocturno, la puerta se cerró tras ella con un estruendo que parecía sacudir los mismos cimientos de la realidad. Se apoyó contra la madera fría, su cuerpo vibrando con una energía frenética, casi eléctrica.—Calma, mi fiera, calma —se murmuraba con una voz que tejía seda y acero, intentando aplacar la tempestad que se desataba en su interior. ¿No era acaso una ironía del destino? Una criatura de la noche, un híbrido de sombras y salvajismo, atrapada en las garras de un terror tan mundano—. Respira, Lylo, no dejes que el terror te consuma.Pero sus palabras se disolvieron en la nada cuando sus rodillas flaquearon y su figura se desmoronó al suelo, un lamento sordo escapó de sus labios al contacto con la dura realidad. Aunque su sangre estuviera entintada con la oscuridad de vampiros y la ferocidad de lobos, el dolor aún podía danzar sobre su piel.—¡Condenación! —exclamó, sus dedos se enredaron en su cabello como si pudieran arrancar el tumulto de su mente—.
Bastian ladeó un poco la cabeza mientras recogía el largo cabello rubio de Lylo del suelo. Sus dedos jugaban con los mechones, como si estuviera hipnotizado por su textura.—¿Sabes algo? —murmuró, casi como si hablara consigo mismo—. Eres una verdadera rareza, Lylo.Lylo lo observó, con una ceja levantada y una expresión que oscilaba entre la curiosidad y la desconfianza.—¿A qué te refieres exactamente, Bastian?Él sonrió, pero era una sonrisa cargada de un significado que ella no alcanzaba a comprender del todo.—Cada vez que te veo, más confirmo que eres un enigma. Algo fuera de lo común.—¿Y qué quieres decir con eso? —Lylo dejó que Bastian continuara jugando con su cabello, aunque su corazón latía más rápido de lo que quería admitir.Bastian se inclinó más cerca, sus ojos centelleaban con una mezcla de curiosidad y otra emoción indefinida.—Cuando estás herida o cansada, siempre vienes aquí —dijo, su voz apenas un susurro—. No usas tu poder para curarte, no vuelves a Unirx. Simpl
—¡Abre la boca!—Lylo sonaba muy histérica—. ¡Detente! ¿Qué estás haciendo? Uuff—siseó en cuanto sintió la mordida dura de Bastian en la mano que intentaba meter a la boca de él.Los ojos de Bastian estaban llenos de una mezcla de dolor y desafío mientras intentaba hablar, la sangre goteando de su boca y manchando su ropa.—Esto… —balbuceó con dificultad—, esto es tu prueba. Te importa… mucho más de lo que quieres admitir.Lylo sintió que sus manos temblaban mientras trataba de controlar la situación, su mente buscando frenéticamente una manera de detener la autodestructiva demostración de Bastian.—¡Bastian, por favor, para! —suplicó, su voz rota por la desesperación—. No tienes que hacer esto para probar nada. ¡No necesitas hacerlo!Con un último esfuerzo, Bastian dejó caer su mano, su respiración entrecortada y sus ojos aún fijos en los de Lylo.—Entonces, admítelo —dijo, cada palabra un susurro agonizante—. Dime la verdad, Lylo. ¿Te importo?Lylo sintió que una lágrima rodaba por s
—¡Ah, pero es que en aquel instante, tú también vacilabas! —exclamó una anciana desde el estrado, alzándose con ímpetu y asestando un golpe que resonó sobre la mesa. Los demás jueces, imperturbables, no mostraron reacción alguna ante su estallido de ira—. ¡Todo esto es por culpa de esos malditos sentimientos que te nublan el juicio!—¿Es que acaso anhelas revivir aquel tormento anterior? —inquirió el líder del consejo regulador de monstruos, su voz impregnada de un tono helado y desafiante. Se apropió de la conversación, arrebatándola de las manos de la anciana—. La única explicación lógica de que podamos penetrar en tu consciencia, como lo hacemos ahora, es porque te encuentras menguando, ¡debilitándote!Lylo observaba, con una mezcla de horror y fascinación, cómo los líderes de las criaturas infernales descendían de la mesa, abandonaban el estrado y se dirigían hacia ella. Sus sonrisas eran retorcidas, sus garras destellaban amenazantes, los colmillos se descubrían ansiosos y las pú
El timbre insistía con su canto metálico, una cacofonía que se clavaba en la quietud de la noche como una espina. Beltaine sentía cómo el sonido se enredaba en sus oídos, una melodía que no tenía cabida en el silencio sagrado de la madrugada.—¡Ya voy, por las barbas de Merlín!—exclamó con un gruñido que brotaba de lo más profundo de su ser, mientras se debatía en un mar de sábanas que parecían querer retenerla en su lecho—. ¿Quién se atreve a perturbar mi descanso?La respuesta fue un vacío absoluto. Ninguna voz se atrevió a desafiar el silencio que ahora se había apoderado del espacio tras la puerta. Se levantó con lentitud, como si cada movimiento fuera un ritual en sí mismo, y su ceño se frunció aún más—. ¿Qué clase de juego es este? ¿Acaso los fantasmas han decidido hacerme una visita nocturna?Un breve instante de silencio se extendió, un tiempo en el que su mente comenzó a despertar y a tejer posibilidades.—¡Ah!—sus ojos se abrieron de par en par, iluminados por un destello de